Comienza la tradicional e histórica Semana Santa. La Semana Mayor, cuando somos particularmente invitados a perdonar, entre otras acciones que elevan el alma. Así quise decirles a las vecinas de el frente de casa de mi madre que luego de ser vecinas y amigas íntimas por más de veinte años, desde hace un año no se dirigen la palabra por un altercado que involucra a uno de sus hijos. Ni se miran, hoy las vi cruzándose en la acera cabizbajas, mientras una de ellas cargaba la bendecida hoja de palma de Domingo de Ramos. Abrazo y acepto la diversidad en los tipos de personalidades que tenemos, algunos gozan de los días libres para planificar vacaciones. Otros optan por el silencio, visitas a la iglesia y procesiones. Mientras que hay personas que pasan por el difícil proceso de dejar el orgullo a un lado y resolver conflictos con seres queridos. Hay de todo un poco como lo dicta el Universo diverso.

En estos días se recuerda la historia del maestro Jesús, lo que vivió, lo que enseñó con su templanza. Su fortaleza interna, su realización como hijo de Dios, su palabra y entereza en la convicción del amor como verdad. Gran maestro que nos dejó tanto. Basta con leer un poco sobre Él y su palabra, aunque fuera del velo de la religión, no se puede ignorar tal grandeza espiritual. Jesús era un Santo.

De los santos podemos decir que alcanzan la perfección moral. Los santos según Wikipidia, son hombres o mujeres destacados en las diversas tradiciones religiosas por sus atribuidas relaciones especiales con las divinidades o por una particular elevación ética. La influencia de un santo supera el ámbito de su religión cuando la aceptación de su moralidad adquiere componentes universales: por ejemplo, es el caso de Teresa de Calcuta o de Gandhi, y, en general, al menos hasta cierto punto, de todos los fundadores de las grandes religiones. La palabra santo se utiliza como adjetivo para indicar una relación directa con Dios. En la tradición cristiana se trata de personas destacadas por sus virtudes y son como modelos capaces de mostrar a los demás un camino ejemplar de perfección. Como, de acuerdo con la Biblia, Dios es amor, su principal virtud es, consecuentemente, su capacidad para amar a Dios y a los demás seres humanos.

Por ejemplo, cuando escuchamos el mandamiento de amar al prójimo como a ti mismo, no sólo lo hemos repetido tantas veces, leemos sobre ello y lo enseñamos a nuestros hijos. Separándome del estigma de casta o tal vez, privilegio celestial, ¿por qué no practicamos imitar un poco a los santos o a Jesús?

Somos llamados a vivir desde el amor. El amor no es miedo y el miedo es el motor del ego. Cuando conocemos las limitaciones de nuestro ego como: el egoísmo, la lujuria, el orgullo, la cobardía, las justificaciones falsas, la ira, los celos y el coraje entonces nos acercamos al amor y a poder ser desde ahí. Somos amor, invitados a diario a dar, a compartir y abrirnos a recibirlo. Es lo que nos mantiene conectados a esa energía santa, pura, y presente para todos en todo momento. Solo con nuestras acciones nos podremos acomodar en la misma.

Cómo serían nuestros días si decidimos con certeza que todos tenemos un Santo adentro, si fuera así, ahora en Semana Santa y después también, dejemos que tome las riendas de nuestras reacciones y vida. ¡Feliz Semana Santa!

Sugerencias

1. Confía siempre en que el bien se te da viene desde un lugar mayor que tus propios esfuerzos y planes.

2. Sé amor, lo más que puedas.

3. Sé honesto contigo mismo y con otros.

4. Nunca hagas lo que no te gustaría que te hicieran, por más inocente que parezca.

5. Trata a los demás con dignidad humana.

6. Enriquece tu existir creando placeres duraderos que involucran la evolución espiritual.

7. Agradece con frecuencia.

8. Ora.

9. Despierta tu santo interior.