Compre una casa, me retire, encuentre una pareja de vida, tenga hijos, viaje el mundo, cambie de trabajo, esté sano, me gane más dinero, haga ejercicios, me cuide más. Son algunas de las que escucho, de los participantes de los talleres y clientes. Es posible que estemos desatentos de nuestro pensamiento cuando se desarrolla un sentimiento de vacío o de carencia por no haber alcanzado algún sueño, meta o no tener lo que se desea para ser felices con inmediatez.

Relacionamos la felicidad con recibir, cuando el principio es básicamente el contrario, dar.

La felicidad, no es una meta a donde uno llega sino un trabajo que uno hace. Leamos la pasada oración otra vez, respiremos al leerla, vamos a internalizar el concepto. Quiere decir, que ya partiendo desde la verdad universal de que todos queremos ser felices, puede ser que estemos un poco confundidos con lo que esto significa.

Ser felices es un trabajo diario y constante de inyectar una intención específica en las acciones que decidimos hacer. ¿Cuál es esa intención? La felicidad.

Por ejemplo: Si sabes que te toca ir al supermercado y sientes pereza para hacerlo, se actúa en una baja frecuencia, con desgano, tal vez quejándonos, y tampoco se disfruta el proceso.

Lo contrario sería estar conscientes de transmitir felicidad a la realidad que tenemos de frente y pensar que; al hacer la compra estamos cuidando de nuestra familia, de nuestro cuerpo, conectando con otros que están haciendo lo mismo. Un momento donde puedo sonreírle a la cajera o cajero, felicitarle por su buen trabajo, que bastante difícil parece ser por muchas razones. Al andar atentos estamos transformando inmediatamente nuestro sentir y por consecuencia el resultado.

Cuando dejamos de ver las acciones como lo que tengo que hacer con pereza, porque no sentimos que nos dará una recompensa inmediata, cambiemos drásticamente el pensar.

Lo decido hacer, nos acomoda en una situación en la que tenemos el control de cómo la percibimos y qué queremos crear de la misma.

A pesar de ser actividades que no siempre queremos hacer, al cambiarles la energía que le transmitimos inmediatamente estamos creando una gran oportunidad de crear felicidad.

No por estar ganando sino por estar creando.

Y precisamente ahí está la felicidad, en el día a día y no en medir cuándo o cómo viene la bendición de vuelta.

Ser feliz no depende de lo que la vida nos da, sino de lo que las acciones que hacemos, la felicidad no es algo que te da, sino algo que nosotros mismos infundimos. ¡Todo comienza en uno inténtalo!

Sugerencias:

  1. Cuando sientas pereza o cansancio por las acciones que te tocan hacer, busca qué oportunidad hay en ellas.
  2. Piensa el bien que provocas alrededor tuyo al hacer acciones con energía de felicidad.
  3. Recuerda al hacer tus cosas que la intención que tengas se devolverá, puede regresar a ti o afectar a otro en alguna parte del mundo.
  4. Ten consciente de cómo te sientes para hacer el esfuerzo de revertirlo cuando sea necesario.
  5. Respira profundo y constante.
  6. Practica y repite, todo lo que te hace bien.
  7. Para ser feliz da Lo Mejor de Ti.