¿Por qué estás aquí? Le pregunté a la mujer de treinta años que ese sentó en la silla blanca frente a mí. Estaba visiblemente atribulada y sin mucho titubeo me respondió que estaba perdiendo el tiempo con la persona equivocada.

“Persona equivocada”, le repetí. ¿Equivocada por qué?

Vemos equivocaciones en quienes nos acompañan, quienes nos rodean. Vemos errores, y acciones que posiblemente no cumplen con nuestras expectativas o que nos hagan sentir de algún modo incómodos. Situaciones donde surge la oportunidad perfecta para no reaccionar o evolucionar en nuestra compasión. Pero qué difícil se nos hace ir por otro camino que no sea el de reaccionar y defendernos. Entonces en el momento del corto circuito inmediatamente pensamos, estoy perdiendo el tiempo. Creemos estar perdiendo el tiempo por no ver tangiblemente la vida que soñamos, la relación que deseamos, o la experiencia que añoramos. ¿Esa armonía que buscamos, la llevamos dentro? ¿La empatía que necesitamos, la vivimos en nosotros? ¿El amor que queremos sentir, lo damos? ¿La apertura que queremos, la tenemos? ¿Nos damos el permiso de ser vulnerables? ¿La confianza que nos dan, la devolvemos? Son preguntas que nos acercan al autodescubrimiento, comenzar a comprender que no estamos perdiendo el tiempo cuando se trata de relaciones.

Todos hemos vivido experiencias en relaciones interpersonales que no necesariamente han sido de total agrado. Soy hija de dos que se dedicaron sin separación, por cincuenta y dos años y tiempos difíciles también, porque las relaciones, no son un paseo por Disney World.

Es útil acercarnos a la idea de que estamos aquí para ayudarnos a evolucionar hacia nuestra mejor versión. Eso que tanto nos molesta, podría ser lo que necesitamos. No se pierde el tiempo con las personas, pues somos todos iguales, todos tenemos sentimientos, todos tenemos algo para dar, todos tenemos algo para compartir. Y todos cometemos errores. Perder el tiempo es otra cosa, es procrastinar.

Ella me miraba más relajada y entre tímidas sonrisas, aceptó no estar equivocándose con quien la cuidó en la enfermedad, quien le acaricia el pelo hasta dormirse y la hace sentir segura, ofreciéndole su respeto constante y comprensión genuina al escucharla.

En efecto algo hay que trabajar, para ambos, y todos, porque en relaciones interpersonales, siempre hay espacio para crecer. Sin embargo, no estamos equivocados al encontrarnos, así que, no perdamos el tiempo procrastinando las decisiones que nos ayuden a caminar hacia adelante, en nuestro interior, a favor de nuestras relaciones.

“Perdamos el tiempo” conociéndonos, ajustándonos, calibrándonos y ayudándonos a ser mejores personas. ¡Adelante!