Gracias por una semana más conectarse conmigo a través de la columna. ¡Es para ustedes! Y especialmente en estos tiempos, ¡qué bien nos hace compartir herramientas y buena energía para seguir!

¿Sabemos que la paz es posible? Claro que sí. Ahora, requiere de práctica y gran dosis de fortaleza, especialmente en momentos de dificultad. ¿Cómo podemos mantener la paz con todo lo que está sucediendo en nuestro país y el mundo? Es la pregunta que muchos me han expresado y que no niego, también ha sido un reto permanecer en armonía.

Lo que sucede es que para vibrar en paz es necesario acelerar nuestro trabajo y afinar el enfoque de nuestros pensamientos, cultivar semillas de amor, compasión y entendimiento, aún así sumergidos en un evento de conflicto, ahí se presenta la gran prueba.

Hay que tener valor para no dejarse seducir por la violencia. Porque nos guste o no, nos toca reconocer que tenemos ambas semillas en nosotros; las de violencia y las de misericordia. Y se desarrollan según las alimentemos.

Para dirigirnos hagamos estas preguntas: ¿Qué estoy alimentando en mis conversaciones? ¿Qué estoy alimentando con lo que escojo para hacer, ver o leer? Definitivamente, a través de nuestros cinco sentidos estamos sembrando. Claro que enajenarnos no es necesariamente la mejor salida, pero sí hacer lo posible por alimentar nuestra fe, las semillas de bien que poseemos para así mantenernos en paz en el medio del caos. Y que la violencia o la presiones por apasionadas opiniones, no nos inviten a oscilar de lado a lado entre los polos de la ansiedad y la calma. Sigamos enfocados en crecer.

Mientras le demos agua, sol y sereno a nuestras causas de miedo, coraje, discordia y frustración, eso mismo estaremos fortaleciendo, y de igual medida estaremos creando. Si dedicamos tiempo y energía con decisión a hacer más constantes acciones benévolas, crear pensamientos de paz, en continuar la acción y conversaciones alegres, hacemos firme lo que tanto estamos necesitando, paz y amor entre todos. Les invito y me incluyo, no permitamos que los elementos de intolerancia que nos empuja la soberbia y la arrogancia nos cieguen. A los que todos podemos acceder si así lo permitimos o no, es nuestra elección.

¡Fuerza al bien de cada uno! ¡Adelante!