Yo espero que los legisladores de este país -esos señores engabanados de negro o marrón y esas señoras encopetadas con pashmina estampada y florida- no se atrevan a meter siquiera la punta del dedo meñique en los fondos de SER de Puerto Rico. O sea, que ni la yema. Que no se les ocurra.

La Sociedad de Educación y Rehabilitación, que así se llama formalmente, es un centro de medicina física y rehabilitación que ofrece servicios de terapia robótica para niños, jóvenes y adultos con discapacidad física y de escasos recursos económicos.

Pero ahí no se detiene SER. Lo que yo pueda contarles se queda cortito. Quienes hemos visitado la institución sabemos de la entrega, el profesionalismo y la empatía de su personal y hemos respirado el amor y la solidaridad que impregnan los pasillos por los que pacientes y familiares recorren los espacios en que reciben terapia física, emocional, manejo de dolor, entre otros, y hasta clases en una escuela especializada. SER, al igual que otras instituciones serias y comprometidas, es una bendición para Puerto Rico.

Doscientos mil dólares, esa es la cantidad que podrían sufrir como una reducción a la asignación monetaria que reciben. Y léame bien, que ese dinero no se los regala el Gobierno porque tiene un corazón generoso e inmenso, ese dinero lo aportamos usted y yo mediante todo lo que pagamos por vivir en este país. Porque a fin de cuentas, aquí hasta se paga cuando uno respira. Vamos, que la alcancía no se llena por arte de magia, sino por los centavitos que usted y yo, y todos aportamos.

¿A dónde irán a parar esos $200,000 que podrían rebajarle a la asignación de SER de Puerto Rico? Pues sabrá Dios a cuál bolsillo, a cuál chanchullo, a cuál entramado, a cuál tenderete enredado en esa trama política que es como un cuento de nunca acabar. Sí, porque aquí falta para lo necesario y sobra para lo banal. Y caramba, tocar a SER de Puerto Rico, que lleva nada más y nada menos que 72 años ofreciendo un trabajo excepcional, es un acto que llora ante los ojos de Dios. Es más, no sé cómo coño y a cuál mente se le ocurrió.

No se me olvida aquella imagen de un funcionario engordando su hogar con los artículos que debían ser repartidos a los afectados del huracán María. Y él, chinguín chinguín, en su guagua, llevándolos a su casa. Mere, pescao.

Pero bueno, esa es la orden del día en ese recinto en el que se cuecen a diario los intereses políticos que mueven al país, bueno, no lo mueven, lo menean como tómbola de lavadora. Nosotros, anestesiados con lo problemático y complicado que resulta un diario vivir aplastado por la inflación, no ejercemos presión suficiente sobre estos señores y señoras para que enderecen sus esfuerzos hacia lo que nosotros como pueblo necesitamos y queremos.

Ahhhh, pero hoy es un buen día para levantar la voz... Con SER no se metan, con los discapacitados no, con los enfermos no, con nuestro viejitos no, con los sin hogar no, con los que pasan hambre no, con los niños maltratados no, y con las mujeres maltratadas tampoco …. No, no y no.

Como decía mi abuela: ajústese los calzones, apriétese la cintura y póngase a trabajar para el bienestar verdadero del país. Los estamos velando.