Los reyes feos
“La princesa del corazón de los ingleses será siempre Diana. Punto”.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Charles Phillip Arthur George, mejor conocido como Carlos y ahora rey Carlos III, y Camila Rosemary Shand, mejor conocida como Camila Parker Bowles -porque carga con los apellidos de su exmarido- y ahora reina consorte del Reino Unido, se han puesto feísimos. Más de lo que lo eran antes. Es como si la vida les estuviera pasando factura por el sufrimiento que le causaron a la princesa Diana de Gales, por el dolor y la humillación que le ocasionaron los dos.
Se comenta en los medios especializados en la realeza británica que ni siquiera el tiempo, y mucho menos los esfuerzos de Camila, lograrán que el pueblo la quiera. La princesa del corazón de los ingleses será siempre Diana. Punto.
Cuenta la historia que Carlos y Camila se aman desde siempre. Ella es el amor de su vida y él es el de ella. Fue amor a primera vista, dicen. Pero en el camino ella se casó con el brigadier Andrew Parker Bowles y él con Diana Frances Spencer, quien se convirtió en la querida y recordada Princesa Diana.
En las vísceras de palacio se iniciaron rumores de que a pesar de estar casados, Carlos y Camila estaban más enredados que una desgreñada bola de hilo de tejer. 14 años de infidelidades, afirman los medios. Diana lo resumió cortito y cortante en una entrevista concedida después de su divorcio: “Éramos tres en este matrimonio. Había demasiada gente”. ¡Boom! Más claro, imposible.
Carlos y Camila se casaron en el 2005. Y fueron felices y comieron perdices, como dice el refrán.
Pero a mí, la vaina esa de “el amor de su vida”, me resulta una babosería insoportable, una excusa barata que enfrentan miles de mujeres que sufren una traición de amor. La frasecita se compara únicamente a esa otra, insoportable también, que dice que “necesito un tiempo”. El “tiempo”, muchísimas veces, tiene nombre y apellido.
Sería menos punzante si se expresara el desamor con la verdad. ¿Que duele?, sí. ¿Que desgarra?, pues claro. ¿Que te destripa?, por supuesto. Pero sería más digno para la mujer y se evitaría la sarta de mentiras que hieren como espinas, como cuchilladas que tardan años en sanar. Mejor enfrentar la crudeza que sufrir un zarpazo a la dignidad.
Eso de que el hombre se levante un día convertido en una gárgola, destroza y desgarra. La vida se deshace tal y como un rompecabezas que cae al suelo. Ella se dobla, ahogada, sin aire, y comienza a recoger las piezas de su vida con la poca fortaleza que le quede. Es difícil levantarlas, se pegan al piso y hay que luchar para agarrarlas.
He vivido el destrozo de varias amigas. Las he acompañado mientras se les despedaza el alma. Las he visto quebrarse en un llanto que mantienen por lo bajo para que sus hijos no la escuchen y el dolor no les alcance. Pero la mujer, cuando está rota, es doblemente mujer. Les ha tomado tiempo recuperarse, sí. Tuvieron que aprender a hilvanar una nueva vida. Afortunadamente, se han reencontrado en el espejo, se han mirado detenidamente y se han dado cuenta de lo maravillosas, valientes, inteligentes, buenas y fantásticas que son.
Han echado a andar otra vez y van por la vida lindas, espléndidas, decididas. Ellos no. Hacer daño te deja marca, te reduce, te pone feo. Tan feos como Carlos, tan feas como Camila.
Sesentona y puertorriqueña, esposa, madre de cuatro, abuela pandemial, profesional de las Relaciones Públicas, bloguera, colaboradora de televisión, opinionada, pizpireta y autora de TiTantos. Seguida por miles de mujeres que se ven reflejadas en sus columnas, escritas con un estilo liviano, divertido, lanzado y hasta dramático, y basadas en la cotidianidad de la vida de una mujer.
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Todo lo que vivimos, sentimos y opinamos las mujeres de titantos años....desde la locura de mi vida hasta la locura de la tuya