Los casos de obesidad infantil se han triplicado en una década. Demasiadas horas frente al televisor y, sobre todo, una dieta hipercalórica y desequilibrada están convirtiendo el sobrepeso en una verdadera epidemia. Así lo advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Mi hijo no está gordo; lo que pasa es que es un poco más grande que los otros niños. Además, está en su tiempo o época de crecer”: este tipo de afirmación puede ser tan acertada como tan errónea. Es verdad que, cuando se trata de un menor, es difícil valorar si su peso es o no el deseable: el desarrollo de cada niño es diferente y cambia radicalmente en determinadas épocas de crecimiento, según vaya dando los esperados “estirones”.

De hecho, el pediatra está capacitado para valorar si tiene o no un exceso de peso, pero, no es menos cierto que el número de niños gruesos no deja de aumentar de año en año, y es que, en cuestión de los bebés y los niños, ser “gordo” no suele ser igual a estar sano. Por eso, si observas que tu hijo es más corpulento que sus compañeros, pregúntale a su pediatra. En el caso de que confirme el sobrepeso, lo más probable es que se decida a modificar sus hábitos de vida.

Simplificando, podría decirse que el cuerpo acumula grasa cuando la energía ingerida en forma de alimentos es superior a la que se gasta para mantener las funciones vitales, realizar las actividades físicas diarias y practicar ejercicios. Pero, hay otros factores que se deben tener en cuenta:

Una dieta desequilibrada

En general, los niños y los adultos comemos demasiado, pero, además, lo hacemos mal: ingerimos exceso de grasas (margarina, mantequilla y otras), proteínas (carnes, embutidos y otros) e hidratos de carbono sencillos (refrescos, lácteos azucarados y otros). Es una dieta basada en precocinados, fritos y platos rápidos.

El sedentarismo

Practicar algún tipo de actividad física contribuye de forma decisiva a quemar el exceso de calorías que consumimos a lo largo del día. Lamentablemente, los niños son cada vez más sedentarios. Los padres no encuentran tiempo para acompañarlos al parque o a practicar algún deporte. Las alternativas terminan siendo la televisión, el ordenador y los videojuegos.

La genética

Los genes determinan el funcionamiento del metabolismo: desde la misma percepción de hambre hasta el gasto más o menos rápido de calorías. La ecuación padres obesos = hijos obesos, responde, sobre todo, a unos hábitos de vida desequilibrada.

Los factores socioculturales

El país donde uno vive, la región, incluso la religión que se practique, influye en los hábitos de alimentación. Pero, el principal factor es la propia familia.

La moda y la presión publicitaria

La televisión ejerce una extraordinaria presión sobre los niños, proponiéndoles una dieta de comida rápida y lácteos azucarados, muy alejada a la pirámide nutricional recomendada.

Los medicamentos

En el caso de los niños que siguen un tratamiento crónico, hay fármacos que contribuyen a acumular grasa en el cuerpo como, por ejemplo, los corticoides y algunos antidepresivos.

Los niños no deciden lo que comen

Esta tarea recae en los adultos, ya sean los padres quienes organizan las comidas.

Consejos de alimentación

  • Durante los primeros meses de vida, la leche materna es el alimento ideal. Luego, cuando empiece con el biberón y las papillas o compotas, no añadas azúcar.
  • El niño debe aprender a comer de todo y hacerlo con moderación.
  • El agua es la mejor bebida para paliar la sed. En ocasiones, puede sustituirse con un vaso de leche o jugo natural, pero no por un lácteo azucarado o refresco.
  • No dejes que el niño picotee entre horas, sobre todo si escoge alimentos azucarados o grasos. Una alternativa es darle una fruta.
  • A los niños suelen gustarles las pizzas, las hamburguesas y otros platos de comida rápida. No pasa nada porque los coman de vez en cuando, dentro de una dieta sana y variada, pero no dejes que abusen de ellos.
  • Las preparaciones hechas en casa son siempre preferibles a los precocinados. Si, además, el alimento se consume fresco, a la plancha, al horno o hervido, mucho mejor. Evita cocinar con grasa.
  • Enséñales a tus hijos a comer sin prisa ni distracciones. Siempre que sea posible, procuren comer todos juntos.
  • Si tus hijos comen en colegios, preocúpate por conocer la composición del menú y de complementarlo adecuadamente.
  • La comida no debe emplearse como un premio o castigo. De lo contrario, les provocará fobias a determinados alimentos.

Consejos al practicar ejercicios físicos

  • Es vital aficionar al niño, desde pequeño, a practicar algún deporte. Los más recomendables son los denominados aeróbicos como: correr, nadar, montar bicicleta.
  • Debe tratarse de un deporte que le guste, de manera que lo vea como un juego más. Las actividades pasivas, como ver la televisión o jugar videoconsola, deben reducirse.
  • Como sucede con el resto de los aspectos de la vida, es vital dar ejemplo a los hijos, tomando la iniciativa. De nada sirve incitar a un hijo a practicar deportes si luego los padres no se mueven del sillón.

El autor es pediatra y presidente electo de la Sociedad Puertorriqueña de Pediatría. Para información, llama al Centro Pediátrico Paseos, al 787-999-0889.