La pandemia del COVID-19 ha tenido repercusiones no solamente en la salud, sino también en economía, educación, socialización y turismo, entre otros. Sin embargo, ciertos factores permitieron que se lograran desarrollar vacunas contra la enfermedad en el tiempo récord de menos de un año. El rápido esclarecimiento del material genético del virus, la colaboración entre diferentes grupos científicos, la facilidad de intercambio de información a través de los sistemas de telecomunicación y la disponibilidad de suficientes fondos para el desarrollo de potenciales productos contribuyeron a este gran éxito de la ciencia. No obstante, nada de esto hubiera sido posible sin la ayuda de miles de participantes, quienes reconocieron la importancia de inscribirse en los estudios clínicos para aportar al adelanto de las vacunas.

A lo largo de la historia, las vacunas se han convertido en herramientas muy efectivas para el control y prevención de epidemias. Durante la vacunación, se inyecta algún germen debilitado o muerto, algún fragmento del microbio o alguna partícula parecida a algún componente del germen para que nuestro organismo genere defensas (anticuerpos) en su contra. La intención es cuando nos encontremos con el microbio real en el medio ambiente, nuestras defensas se recuerden de este material extraño, lo neutralicen rápidamente y así no nos enfermemos.

Vacunas autorizadas

Como muchos deben conocer, dos vacunas han logrado autorización de uso de emergencia por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos y miles de personas en los estados y territorios ya han recibido alguna de ellas.

1. Pfizer-BioNTech

Es una vacuna de ácido ribonucleico mensajero (ARNm). Al inyectarse en el músculo deltoides, fomenta la creación de una proteína muy similar a la proteína S, una proyección en forma de espiga que se encuentra en la superficie del virus del COVID-19. El ARNm inyectado en la vacuna se destruye con bastante rapidez, pero la proteína que se crea fomenta la formación de anticuerpos en nuestro organismo. Como no se inyecta ningún componente viral ni virus vivo, no es posible desarrollar enfermedad de COVID-19 a través de la vacuna. Se necesitan dos dosis de la vacuna separadas por 21 días para alcanzar el máximo beneficio. Luego de evaluar su perfil de seguridad y efectividad, la FDA autorizó el uso de emergencia de esta vacuna el 11 de diciembre de 2020 en personas de 16 años o más. El producto necesita medidas muy específicas de congelación, incluyendo temperaturas tan bajas como -60 a -80 grados Celsius en algunos momentos, lo cual representa un reto para la distribución y almacenamiento.

2. Moderna

Es una vacuna muy similar a la anterior, utilizando el mecanismo de mARN. Se necesitan dos dosis de vacuna separadas por 28 días. Su uso de emergencia fue autorizado por la FDA para personas de 18 años o más el 18 de diciembre de 2020. En un refrigerador convencional puede durar hasta 30 días, lo cual facilita su almacenaje y distribución.

Además de las vacunas aprobadas para uso de emergencia se encuentran otras en desarrollo.
Además de las vacunas aprobadas para uso de emergencia se encuentran otras en desarrollo. (Archivo)

Vacunas en desarrollo

Hay otras plataformas de vacunas contra COVID-19 que se encuentran en fases avanzadas de desarrollo y que podrían autorizarse próximamente en los Estados Unidos. Contar con vacunas de diferentes tipos contribuye notablemente a las estrategias de prevención, ya que aumenta la cantidad de ciudadanos que se pueden vacunar, ofrece opciones para personas con alergias o condiciones de salud y provee acceso a vacunas en diferentes áreas geográficas.

1. Astra-Zeneca con la Universidad de Oxford

La propuesta de la Universidad de Oxford con la compañía Astra-Zeneca es una vacuna contra el COVID-19 que utiliza un adenovirus de simio modificado que carga una secuencia de la proteína S (espiga) del coronavirus que causa el COVID-19. Cuando se administró una dosis de la vacuna seguida por otra dosis a los 28 días, se encontró un 62% de efectividad en humanos. Sin embargo, cuando se inyectó media dosis seguida por una dosis completa a los 28 días, la efectividad aumentó a 90%. Este hallazgo inesperado ha generado mucho estudio e interés por parte de la comunidad científica. Combinando los resultados de ambos métodos de vacunación (dos dosis completas versus media dosis inicial seguida de una dosis completa), la efectividad general es 70%. Esta vacuna ya ha sido autorizada en varios países del mundo, pero en Estados Unidos no se anticipa su autorización hasta abril de 2021.

2. Johnson & Johnson

Johnson & Johnson aspira a lograr una opción de vacuna que resulta sumamente esperanzadora para la comunidad científica porque solamente requeriría una dosis. Se utiliza un adenovirus que no se replica y sirve como portador (vector viral) de códigos genéticos para crear una proteína similar a la espiga de la superficie del coronavirus que causa el COVID-19 (proteína S). Esa proteína estimula la creación de anticuerpos en el organismo humano. Los estudios clínicos en Fase 3 tuvieron que detenerse por varias semanas debido a un efecto adverso en uno de los participantes, pero ya se autorizó la reanudación de estos. Se espera que la compañía pueda someter los documentos necesarios para que la FDA considere su autorización en febrero de 2021.

3. Novavax

En las vacunas recombinantes, se hace uso de la biotecnología para insertar, en algún portador, unos genes que codifiquen para algún componente del virus. El cuerpo humano reconoce el componente como un ente extraño y desarrolla defensas en contra de este. Se esperan altos niveles de efectividad para esta vacuna de Novavax que utiliza un recombinante de la proteína S del coronavirus que causa el COVID-19 unido a sustancias adyuvantes que aumentan la respuesta de nuestro sistema inmunológico. Se requerían dos dosis de esta vacuna que podría almacenarse en una nevera convencional. Los estudios clínicos en Fase 3 ya han comenzado en los Estados Unidos y utilizarán un grupo de participantes en vacuna y otro grupo en placebo en una proporción 2:1.

4. Sanofi con GlaxoSmithKline

Estas compañías trabajan una vacuna utilizando la tecnología de un recombinante de la proteína S del coronavirus que causa el COVID-19 junto a adyuvantes. Esta combinación genera la formación de anticuerpos. Los primeros estudios no mostraron la respuesta deseada en los participantes mayores de 50 años, lo que llevó a los investigadores a hacer modificaciones en la formulación de la vacuna. Los estudios clínicos en Fase 2b no comenzarán hasta febrero de este año y la Fase 3 podría comenzar en verano.

5. Merck

La compañía Merck trabaja dos plataformas de vacunas contra el COVID-19. La vacuna que propone en colaboración con el grupo IAVI utiliza una tecnología de recombinante vivo del virus de estomatitis vesicular como vector. Este método es similar al que usa la vacuna contra el virus del ébola que fue aprobada por la FDA, pero hay una gran novedad: se experimenta en ruta oral. El segundo esfuerzo de Merck para lograr una vacuna contra el COVID-19 surge de la compra de la compañía Themis y utiliza un virus de sarampión atenuado como portador (vector viral). Sin embargo, pasarán algunos meses antes de que se obtenga información sobre seguridad y eficacia de estas vacunas.

Para concluir, sabemos que la pandemia del COVID-19 ha tenido un impacto devastador en muchas esferas. No obstante, la colaboración global y los avances de la ciencia nos han traído a un momento de mucho optimismo donde ya contamos con dos vacunas autorizadas contra el COVID-19 y gozamos de la esperanza de otras vacunas más que se encuentran en desarrollo. Mientras continúan los esfuerzos de vacunación con las dos vacunas existentes, confiamos en que muy pronto se sigan añadiendo nuevas opciones para ir acabando con esta pandemia paso a paso y, de dosis en dosis, poder llegar a toda la población que ansía vacunarse.

El autor es infectólogo de adultos del hospital HIMA San Pablo Bayamón, catedrático Asociado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico y vicepresidente de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de Puerto Rico