No hay excusa: ¡TODOS LOS NIÑOS, TODAS LAS VACUNAS! Las vacunas son avances importantísimos en la prevención de muchas enfermedades que afectan a los niños y han marcado una diferencia entre los que las han recibido y las que no las tienen.

La vacuna es una “microdosis” de la enfermedad, con la idea de generar una respuesta inmunológica en el cuerpo, para que este aprenda a reconocer al virus cuando es atacado y genere una reacción de defensa. La mayoría de las vacunas requiere de refuerzos periódicos, pues es necesario estarle recordando al sistema inmunológico que debe reaccionar.

Los pediatras tenemos la responsabilidad y la obligación de educar a los padres sobre todas las vacunas recomendadas para los niños y los adolescentes en un periodo específico, ya que, por una u otra razón, los padres van difiriendo esta responsabilidad, pues obviamente recae también en ellos. ¡Si al niño le preguntan si quiere vacunarse, por supuesto que dirá que no!

Hay que enfatizar que las vacunas son producto de investigaciones serias y que, no existe ninguna evidencia que relacione alguna vacuna con ningún problema neurológico ni con autismo, como se hizo creer erróneamente y lo que provocó que muchos padres dejaran de vacunar a sus hijos, especialmente contra sarampión, rubeola y paperas (MMR).

Esto es importante, pues, cada día crece el movimiento de padres que rehúsan vacunar o utilizan tratamientos alternos. La Academia Americana de Pediatría (AAP) tiene el documento “Vaccines Refusal Form” a llenar por los pediatras para aquellos padres que rehúsan vacunar a sus hijos. Al igual, el Departamento de Salud provee una forma única legal aceptada, con solo dos excepciones: que tengan un problema médico o por dogma de alguna religión.

La Ley 25 de 1983 expone que la vacunación es compulsiva, pero es preferible invertir tiempo en derribar mitos y educar en cuanto a la importancia de la vacunación y sus beneficios.

Hagamos una revisión de las hojas de vacunación de los pacientes y comparemos. El sitio de aplicación varía de acuerdo con la vacuna. Hay algunas orales, intramusculares, otras que se aplican en el tejido celular subcutáneo y, la gran mayoría, no da reacciones febriles o de dolor, pues el proceso de fabricación ha permitido utilizar vehículos apropiados que no dan mayores problemas. De todos modos, no es conveniente utilizar la rutina de dar medicamentos para fiebre o dolor “antes” de la aplicación de la vacuna, pues no tiene ningún sentido, ya que estos medicamentos no previenen ni el dolor, ni la fiebre. Solo se deberán administrar si alguna de estas molestias se presenta. El medicamento más utilizado es el acetaminofén y, eventualmente, se recomienda aplicar lienzos de calor o frío en el sitio de la vacuna.

No dejemos pasar más tiempo y hagamos un esfuerzo en poner al día a nuestros pacientes con las vacunas. Orientar a los padres es nuestro legado, es nuestra responsabilidad. Visita DondeMeVacuno.com para más información sobre los centros de vacunación disponibles y coordina tu cita hoy.

El autor es pediatra y presidente entrante de la Sociedad Puertorriqueña de Pediatría. Para información, llama al Centro Pediátrico Paseos al 787-999-0889.