Desde el siglo XIX, los médicos ya hablaban sobre la conexión entre el cerebro y el sistema gastrointestinal –un sistema de apoyo para manejar las emociones del ser humano. En los años sesenta, continuó la curiosidad sobre este asunto; no obstante, en 2013, el doctor Ted Dinan —profesor irlandés, especializado en psiquiatría y neurociencia— acuñó el término “psicobióticos” en un texto titulado The Psychobiotic Revolution, que coescribió con los doctores John Cryan y Scott Anderson.

Para la doctora Milva Vega García, especialista en medicina naturopática, esta “nueva revolución” (que no es del todo nueva) es muy beneficiosa, particularmente en estos tiempos de tanto estrés que vivimos. “La raíz de los problemas asociados a la inflamación que causan estos trastornos muchas veces pasa inadvertida”, indicó la también profesora universitaria. “Este proceso inflamatorio afecta tanto la permeabilidad del intestino como la absorción de los nutrientes y puede causar que la digestión sea más lenta o rápida por causa de una microbiota que ha sido afectada por las emociones”, explicó.

Lo que Dinan y sus colegas trabajaron en su publicación se ha replicado en diversos estudios clínicos, tanto en Europa como en Estados Unidos, para entender el fenómeno y educar a las personas sobre la importancia de la salud intestinal y evitar la disbiosis —o desbalance de la flora intestinal, que causa problemas digestivos y que, a nivel crónico, pudieran manifestarse como el síndrome de colon irritable.

“Desde el sistema digestivo, el nervio vago —insertado en el cordón espinal, justo en la base del cerebro— envía señales de alerta sobre el desbalance. Eso limita o aumenta los excesos de cortisol que, cuando se libera, aumenta la percepción de un estrés que ‘levanta’ una bandera de peligro ante la incapacidad de manejar la emoción”, explicó Vega. Esa “alarma” que se levanta impacta tanto el crecimiento como la inhibición de esas bacterias amigas que habitan en el intestino y crea, además, una serie de síntomas que se diagnostican, en principio, como trastorno de ansiedad o depresión.

“La mayoría de las veces, esos síntomas no se explican y es entonces que a la persona se le recetan químicos para manejar esos trastornos. Sin embargo, si el paciente no verbaliza esos síntomas —o el profesional de la salud no los explora a través de preguntas— se complica la condición porque los químicos recetados [para tratar la ansiedad y la depresión] también pueden tener consecuencias en la salud intestinal”, advirtió.

Para educar a los pacientes sobre el tema, la doctora Vega García recomendó que hagamos una autorreflexión sobre cómo se comporta nuestro sistema gastrointestinal, particularmente cuando manifestamos señales inequívocas de estrés causado por una situación particular o por un problema recurrente. “A veces pasa que comemos algo ligero y nos sentimos llenos de gases, o una sensación de llenura excesiva en el estómago. En otras podemos sentir frío o calor durante el proceso de la digestión. Esos síntomas hay que observarlos y comunicarlos al proveedor de cuidado para que pueda determinar si, en efecto, hay necesidad de proteger el intestino para evitar más complicaciones”, señaló.

Como recomendación final, Vega García explicó que, antes de comprar suplementos comerciales como prebióticos (que trabajan en el intestino delgado) y probióticos (que apoyan al intestino grueso), debemos orientarnos con un profesional. “Muchos suplementos pueden contener gluten o derivados de la lactosa, y eso pudiera agravar la inflamación en lugar de mejorarla. Siempre es mucho más recomendable adquirir los probióticos a través de una alimentación balanceada que reduzca el consumo de alcohol, azúcar añadida y bebidas carbonatadas, y aumentar alimentos que aumenten los prebióticos y los probióticos en la microbiota”, finalizó.

Alimentos recomendados para una microbiota saludable

  • Kéfir: un tipo de yogur líquido, reforzado con levaduras, que puede ingerirse solo o como aderezo para ensaladas.
  • Kimchi: repollo chino, fermentado con especias, cebolla y ajo, que ayuda a la producción de ácido láctico.
  • Vinagre de cidra de manzana (sin filtrar): una cucharada en cuatro onzas de agua apoya la salud intestinal.
  • Frutas con alto nivel de fibra: para apoyar la eliminación de elementos tóxicos deben consumirse con la cáscara y, preferiblemente, deberían ser orgánicas.
  • Té kombucha: fermentado con levaduras y bacterias; funciona igual que el vinagre de cidra de manzana.
  • Yogur: debe comerse sin azúcar añadida y, preferiblemente, orgánico; no se recomienda (como el kéfir) para personas con intolerancia a la lactosa.

Fuente: https://www.sabervivirtv.com/nutricion/alimentos-que-cuidan-tu-microbiota_1597/11