Ellos vieron belleza donde otros solo observaban ruinas y escombros. Y casi por combustión espontánea, tomaron la tierra cual ejército en plena misión.

Así fue que un batallón de artistas, estudiantes, ciudadanos y profesionales, dieron nueva vida a un solar baldío ubicado entre la calle Comercio y el callejón Trujillo en Ponce, al transformarlo en huerto urbano.

Allí sembraron calabaza, berenjena, batata, yuca, habichuelas, papaya, pimientos, en un policultivo circular. Esto, para que las plantas se enriquezcan unas a otras al igual que ocurre en un bosque.

Pero el huerto no solo es un proyecto agrícola, sino que se ha convertido en un espacio cultural al desarrollarse una serie de actividades que integran música, arte, terapias naturales e interesantes tertulias y talleres.

“Esto no es solo un proyecto agrícola, sino que tiene que ser un proyecto multisectorial donde también viva la cultura. Esto atrae a la comunidad, porque la gente se siente identificada con la música y crea un espacio para que todos puedan trabajar en armonía”, destacó Vashti Tamar González Vázquez, estudiante de Terapéutica Atlética de la Universidad de Puerto Rico en Ponce. 

González Vázquez, es una de las integrantes de este esfuerzo que junto a otros ciudadanos han hecho de la tierra un nuevo estilo de vida.

“Nosotros ayudamos al principio, pero luego la comunidad tomó el control total como una combustión espontánea, y estamos bien contentos con todo esto. No es solo la comunidad cercana sino Ponce y áreas limítrofes”, manifestó el artista plástico, escultor y maestro, Jesús Ortiz.

“Aquí todos estamos empezando, estamos aprendiendo. Hay unos que saben más de la tierra porque tienen finca, o por sus padres o abuelos, pero hay otros que nos estamos integrando en conjunto, sin títulos, sin protagonismos, sino como vecinos para rescatar estos espacios verdes que están en Ponce olvidados”, agregó Vashti, quien es natural de Río Piedras.

De acuerdo a González, en ese lugar estuvo la Hacienda Muñoz a donde se cultivaba la caña de azúcar.

“Hay muchas versiones, pero lo que estuve investigando en el Archivo Histórico es que esto pertenecía a la Hacienda Muñoz, una hacienda de caña y aquí habían esclavos que trabajaban en esta tierra”, dijo sobre el lugar.

Para el agrónomo y agricultor, Lizat Leonardo de Jesús Rivera, el huerto tiene todo lo que le atrae.

“Este huerto tiene las tres cosas que más me gusta hacer, que es el arte, sembrar y ayudar a la comunidad. Básicamente me quise sumar al esfuerzo del colectivo, porque la necesidad que teníamos de practicar agricultura urbana en un espacio sosegado la vinimos a cumplir aquí, y desde aquí, podemos hacer enlace con otros huertos que hay en la Ciudad”, mencionó de Jesús Rivera, que también es artista plástico.

“Desde que arrancamos había un enfoque totalmente comunitario, y quizá por la localización y la gente que tenemos a nuestro alrededor que es gente de pueblo, curiosa. Aquí alrededor tenemos gente con necesidad que al ver actividad humana los atrae”, confesó Lizat Leonardo.

El agrónomo aseguró que continuarán desarrollando huertos urbanos en otros espacios de Ponce, con el propósito de unir a la comunidad.

“Todas estas dinámicas se pueden desarrollar en todo espacio en donde la comunidad tome la iniciativa de desarrollar su propio huerto, su propio espacio agrícola. Mientras haya tierra se puede convertir en un banco de siembra, en germinador o en un espacio de composta o sanación”, admitió el agrónomo de Jesús sobre el lugar que da paso al encuentro cultural.

Precisamente, la pasada semana el huerto urbano del callejón Trujillo fue marco para la celebración del evento “Ritmo Resiliente: 4,645 razones para sanar”, un esfuerzo de la Asociación Internacional de Capoeira Angola que integró a la Escuela de Bomba y Plena Isabel Albizu de Ponce, así como talleres de acupuntura y otras terapias naturales.