Inflamación, rigidez, dolor y pérdida de movimientos en las articulaciones son los síntomas que típicamente asociamos con el envejecimiento natural, y que incluso consideramos normales.

Pero lo cierto es que, de acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, estos son precisamente los síntomas de la artritis reumatoidea, una condición autoinmune que, de no ser tratada correctamente, pudiera derivar en padecimientos más serios con el pasar de los años.

¿Qué es la artritis reumatoidea?

La artritis reumatoidea es una condición autoinmune que ataca las articulaciones y los órganos internos por error, cuando el sistema inmunológico que nos protege de enfermedades funciona mal.

Se manifiesta en nuestro cuerpo con inflamación, dolor, hinchazón, rigidez al despertar o pérdida de movimientos en las articulaciones.

Sin embargo, la artritis reumatoidea no ataca a todos por igual. Las mujeres pueden ser hasta tres veces más propensas que los hombres a recibir un diagnóstico de esta condición, según estimados de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). El 70% de los casos ocurre en mujeres entre los 30 y 50 años de edad.

Y aunque la edad en que comienzan los síntomas puede variar grandemente —niños y adolescentes pueden manifestar la condición—, existe consenso de que las probabilidades aumentan con el paso de los años, afirman los CDC.

Lamentablemente, aunque se sabe que la artritis reumatoidea es producto de deficiencias en el sistema inmunológico, las causas específicas son desconocidas para la comunidad científica, y por lo tanto no existe una cura definitiva para los síntomas. La Arthritis Foundation explica que existe evidencia de que los genes, las hormonas y los factores ambientales juegan un papel en el desarrollo de la condición.

¿Cuál es el tratamiento para la artritis reumatoidea?

Pese a ser incurable, sí se han perfeccionado múltiples tratamientos que mitigan los principales síntomas de la artritis reumatoidea y permiten llevar una vida normal. Existen medicamentos que frenan la progresión de la enfermedad y evitan mayor deformación de las articulaciones. Entre ellos están los medicamentos antiinflamatorios y las terapias biológicas. Estas últimas —que se administran de forma subcutánea, infusión endovenosa u oralmente— ayudan a reducir los síntomas, mientras que preservan las funciones inmunológicas necesarias, sostiene la Arthritis Foundation.

Los tratamientos médicos, que siempre deben ser dirigidos por un reumatólogo, se deben complementar a su vez con estilos de vida saludables, que incluyan ejercicios de estiramiento y fortalecimiento de los músculos, junto con actividades físicas de bajo impacto para las articulaciones. Una dieta baja en gluten y niveles de descanso adecuados son igualmente importantes para prevenir mayores complicaciones.