Tenacidad, disciplina y buen humor. Así se puede describir el carácter de Omar López, un emprendedor naranjiteño quien, tras quedarse sin trabajo a causa de la recesión económica, vio una oportunidad en las canchas de baloncesto de su comunidad.

En vez de construir sobre la ecuación ya probada de deportes y frituras, recurrió a la innovación para traerle un producto diferente a la gente. Así nació Planatura, una compañía de chips de verduras lista para conquistar el mercado de los snacks en y fuera de Puerto Rico.

Aunque Naranjito es reconocido como el pueblo donde mejor se da el plátano, la historia de López no comenzó en las fincas, sino en las tiendas donde se desarrolló en el campo de las ventas. Años en la industria forjaron su vena de emprendedor y su capacidad de ver a Puerto Rico con nuevos ojos. Tras proveerle servicios al municipio de Naranjito, su contrato fue cancelado por falta de presupuesto, dejando a López sin más opción que cerrar su negocio.

Caer en una fuerte depresión era inevitable, pero los pasatiempos de sus hijos lo llevaron hasta las canchas de baloncesto, donde comenzó a emprender con su primer producto: besitos de coco. El éxito del producto llevó a López a pensar en grande e incorporar al repostero Jacob Matos, quien comenzó a confeccionar donas para levantar las ventas.

Mientras tanto, los platanutres cogían forma en el cuarto de atrás, para finalmente convertirse en el producto estrella. “Nuestro platanutre es bajo en sal y grasa, lo catalogamos 100 % natural. Tú lo pruebas y tiene una finura incomparable”, asegura López.

Los platanutres enamoraron tanto a Javier Fernández, un vendedor con experiencia en la industria de alimentos, que dejó su empleo fijo y se integró a la empresa para ayudar a Planatura a reinventarse y crecer. Fue un trabajo arduo debido a la falta de capital para operar una manufactura exitosa.

“Estábamos sin dinero, pero siempre teniendo el empuje y las ganas de trabajar”, narra Fernández.

Ahora, Planatura cuenta con 11 empleados, más de 300 clientes al por mayor y una gran fanaticada que vacía las góndolas. Con variedades de malanga, yuca, pana y plátano en el mercado, su meta es exportar el producto, hecho con manos e ingredientes boricuas.

“Nuestra meta es llegar a los 24 productos, impactando a toda la agricultura y economía local”, afirma López.