Si el Voleibol Superior Femenino tuviera en sus planes filmar una película que recoja su temporada 2023, muy bien pudiera considerar una de tipo comedia romántica que tenga de protagonistas a la jugadora de las Changas de Naranjito, Andrea Rangel, y al dirigente de las Cangrejeras de Santurce, Jamille Torres.

De entrada hay que dejar claro que los protagonistas son esposos. Y es meritorio decir que sus equipos son contendores al título y se podrían enfrentar hasta en un séptimo y decisivo juego de una serie final este año. Sería un cierre de película. Ahora bien, también hay que dejar claro que ambos son profesionales en lo que hacen y sabe separar la competitividad y el amor.

Considerando todo eso, la escena final de la comedia romántica podría a Rangel y a Torres confundidos en un abrazo en el medio de la superficie del coliseo Roberto Clemente, bañados en confetti, aislados de la euforia de la victoria de un equipo y de la agonía de la derrota del otro.

No está mal, ¿no? De hecho, puede ser hasta el mejor libreto del Voleibol Superior 2023, considera Torres.

“Es una historia bonita para el voleibol. Las Changas están primeras y las Cangrejeras segundas y eso le da un poco de pique a la temporada. Es una historia bonita que puede ser un atractivo para la temporada”, se animó Torres.

El ‘libreto’ comenzó a tomar ya forma, por cierto. Las Changas y las Cangrejeras se enfrentaron el 11 de febrero –por poco cae hasta en el Día del Amor– en el Clemente y en su primer choque de temporada regular. Las Cangrejeras de Torres salieron ganadoras 3-1 pese a haber estado atrás en todos los sets y a 20 puntos de Rangel.

El comienzo ya produjo las primeras líneas de sarcasmo cómico en el libreto para Torres.

“La historia comenzó bien porque las Cangrejeras ganamos”, dijo Torres con ironía y con Rangel a su lado en una entrevista con este medio.

También produjo las primeras miradas que hablan más que mil palabras, de esas que se dan en los matrimonios, en este caso cuando Rangel fue más astuta en la ofensiva que las estrategias que Torres le ponía en contra y hacía picar el balón para punto de Naranjito.

“En el primer juego yo trataba de no voltearme para verlo, sinceramente. Pero igualmente me volteaba y lo miraba”, reconoció la jugadora que hizo 16 ataques positivos en el partido.

Habrá más material de comportamiento humano para el libreto. El segundo enfrentamiento entre las Changas de Rangel y las Cangrejeras de Torres es el sábado 4 de marzo en el Nido – y no es de amor–, sino el sobrenombre por el que se conoce la cancha Gelito Ortega de Naranjito.

De ahí podrían salir muchas ideas, como sería ver la dinámica de verlos llegar juntos a la cancha, como usualmente hacen, y de irse juntos, como también hacen.

¿Cómo será el regreso en carro? ¿Habrá silencio? ¿Será tema el juego recién jugado? Aunque ellos son profesionales y se aman, no es posible que dejen de ser voleibolistas y rivales cuando están juntos.

“Somos profesionales. Después del juego nos damos un abrazo y nos decimos ‘buen juego. felicidades’, y nos vamos para casa. El tema de voleibol se toca, pero no exactamente sobre las estrategias. Somos voleibolistas los dos. Es normal que toquemos el tema”, dijo Rangel, quien también tiene dos hermanos voleibolistas.

Sus familias. ¿A qué equipo le irán? Torres y su familia son natural de Naranjito. Su familia es changa. Andrea es changa. Torres ahora está en el lado contrario de Naranjito.

¿Cuánto la familia meterá la cuchara y la puya? De seguro mucho por como son los boricuas.

“Ya el chat de la familia está complicado”, dijo Torres. “Unos van a las Changas porque van a Naranjito y otros van a mí, aunque esté dirigiendo a las Cangrejeras. Es una dinámica que se ha creado bonita en la familia. Ya todo el mundo tiene el 4 de marzo apuntado en su calendario”.

El aumento de la competitividad, sobretodo en la postemporada, producirá otras líneas para el librero. Cuando las millas cuentan, no hay amigos en la cancha.

Vendrán los secretos de uno al otro. Vendrá la pregunta con intención oculta de investigar. Se dirigirán la mirada que dirá ‘si tú supieras lo que viene’.

Al final, tal vez no existan ni secretos de guerra. Rangel sabe cómo dirige su esposo, sus debilidades y fortalezas. Torres conoce hasta para dónde le va a pegar su esposa en ciertas situaciones, si ‘dinqueará’, si le tira la línea o cruzado.

“Nos conocemos tanto que las ventajas de uno sobre el otro se anulan ellas mismas”, asegura Torres.

Y al fin de cuenta, a todo lo que aspiran es a ganar, a dar un abrazo solidario al perdedor, y seguir juntos en la vida. Es un juego, después de todo.

“Lo ideal es que estuviésemos en el mismo equipo. A principio pensé que iba a estar raro estar en equipos diferentes. Pero ahora que lo estamos viviendo es una experiencia que no es mala, es buena”, dijo Rangel.