Cuando Rafael “Epique” Olazagasti respondió la llamada de Primera Hora, justamente estaba en el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, de Carolina, esperando su vuelo con destino a California.

Iba rumbo a acompañar a Diego, de 12 años, -el mayor de sus cinco nietos- a un torneo de voleibol.

“Para mí no hay orgullo más grande que acompañarlo a él y seguirlo. Ser abuelo es lo más grande”, dijo en la conversación vía telefónica con este medio el también padre de dos hijas, una la oncóloga toráxica con oficina en Miami, Coral Olazagasti, y la otra la veterinaria Alondra Olazagasti, con oficina en Guaynabo.

Relacionadas

Para Epique Olazagasti, a la izquierda, disfrutar de sus nietos y sus hijas es lo más especial del mundo.
Para Epique Olazagasti, a la izquierda, disfrutar de sus nietos y sus hijas es lo más especial del mundo. (Suministrada)

A los 68 años, Olazagasti no ha dejado las canchas, pero ya no las pisa como maestro de educación física ni dirigente de las Liga de Voleibol Superior Femenino y Masculino, así como de la Selección Nacional Femenina, sino como fanático indispensable de sus nietos.

De cinco nietos, acompaña a tres constantemente a sus prácticas y juegos de voleibol y fútbol. A los otros dos los escolta una o dos veces al mes cuando los visita en Miami, Florida.

A pesar de su estilo como entrenador, con sus nietos adopta el rol de consejero y alcahuete.

Epique Olazagasti aparece aquí en compañía de su esposa y sus dos hijas. Sus hijas son profesionales de la salud. Una es oncóloga y la otra veterinaria.
Epique Olazagasti aparece aquí en compañía de su esposa y sus dos hijas. Sus hijas son profesionales de la salud. Una es oncóloga y la otra veterinaria. (Suministrada)

“Los regañan mi yerno y mi hija. Siempre les he dicho que yo los alcahueteo, si quieren dulces, si quieren chocolate. Yo siempre he cocinado y ellos me dicen ‘papá Epique hazme los pancakes y pónmele Nutella’ y ahí está la Nutella", contó.

“En la noche, vamos a ver televisión con popcorn y ahí yo estoy. Estoy disponible y accesible a eso todo el tiempo. Es otra etapa en la vida. Digo, si tengo que meter carácter, meto carácter”, agregó.

De hecho, el otora dirigente con seis cetros entre la liga femenina y masculina local aseguró que Diego prefiere que sea su abuelo quien lo lleve a sus entrenamientos porque le brinda cierta confianza.

En esa tarea, Olazagasti aprovecha para compartirle uno que otro tips sobre los fundamentos del juego. Por suerte, Diego es acomodador como lo fue su abuelo y, al juicio de las personas, comparten semejanzas físicas.

“El grande me llama y le encanta que el papá no lo lleve a las prácticas de voleibol, porque yo le doy seguridad, porque acuérdate que yo fui coach y que todo el mundo me conoce”.

“Desde chiquito este nene siempre jugó conmigo. Se metía en las prácticas y ahora se pulió”, comentó sobre los tiempos en que fue director del programa de voleibol en el Municipio de Guaynabo.

Lo otro que Epique Olazagasti disfruta en el retiro es cuidar y cabalgar caballos. Ha ido incluso a cabalgatas en Argentina y Colombia.
Lo otro que Epique Olazagasti disfruta en el retiro es cuidar y cabalgar caballos. Ha ido incluso a cabalgatas en Argentina y Colombia. (Suministrada)

Las ligas locales, el exjugador confirmó no seguirlas, pero conoce lo que hacen sus pequeños en la cancha o en el campo. Perderse una actividad física de ellos, no es opción.

“Cuando hay juego, yo bajo automático. A mí esa distancia de entre Luquillo a Río Grande para San Juan no me importa, si es para ellos. Es una bendición esta parte de ser abuelo. Yo oro todas las noches por ellos porque se aman demasiado”, manifestó.

El trayecto tampoco es impedimento si los tiene que buscar a la escuela, aseguró.

Retiro en la hacienda

Poco después de su retiro a sus 62 años, Olazagasti se trasladó de Guaynabo a una casa en la Hacienda Carabalí, en Río Grande. Era el único lugar que su esposa Lourdes accedería a mudarse desde la zona metropolitana, dijo.

Viviendo en Carabalí, rodeado de caballos -otra de sus grandes pasiones desde niño-, Olazagasti ha logrado el balance entre la tranquilidad del retiro y la intensidad de ser “Papá Epique”.

A diario monta a caballo, comparte con amigos y viaja a largas cabalgatas por países como Colombia, México y Argentina.

Pero siempre que lo visitan sus nietos, los monta en los caballos, los lleva el río y pasean en su fourtrack. En la casa, ‘bompean’, ‘volean’ y juegan hasta un dos pa’ dos.

“Cuando montan a caballo yo me bebo las lágrimas conmigo, pero me lo gozo”, confesó.

Olazagasti le entristece no poder dedicarle mucho más tiempo a sus dos nietos pequeños en la diáspora por el motivo de la distancia.

“No es el mismo seguimiento que yo le puedo dar para disfrutármelos como abuelo”, sostuvo.