La tranquilidad que suele imponerse en un Jueves Santo se disipó el 17 de abril de 2014 con la muerte del intérprete de salsa y  bolero José “Cheo” Feliciano. 

La madrugada de ese día, marcó a miles de seguidores locales e internacionales porque se trataba de la partida de un artista, a quien muchos consideraban parte de su “familia”, palabra que solía pronunciarle a su público.  

Cerca de las 4:13 de la mañana, el intérprete, de 78 años, protagonizó un accidente de tránsito cuando su vehículo Jaguar impactó un poste del tendido eléctrico en la carretera PR-176 en Cupey, Río Piedras. 

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Según el informe policiaco, el cantante se dirigía hacia su residencia en la urbanización Venus Gardens. 

Del escrito de la policía, trascendió, además, que el exponente de salsa no tenía puesto el cinturón de seguridad. La familia del artista estableció ese día que el cantante tenía dificultad para mover los brazos, además de que bebía medicamentos, pues en el 2013 se le diagnosticó cáncer de hígado. Su viuda Socorro “Cocó” Prieto confirmó, en ese entonces, que el intérprete había estado en un casino en San Juan antes del fatal accidente.

A la par con este compromiso, el bolerista se disponía a participar del encuentro Dos soneros saludan a Cheo Feliciano junto con Gilberto Santa Rosa y Víctor Manuelle, que eventualmente se convirtió en un homenaje al ídolo de ambos. 

Ese fin de semana de la muerte de Cheo Feliciano, específicamente el sábado y domingo, el cuerpo de este hijo de Ponce fue trasladado al coliseo Roberto Clemente, en Hato Rey, donde amigos, familiares y colegas se acercaron para despedirse de quien los hizo bailar con éxitos como Anacaona. 

Después de este tributo a quien llevó una carrera por alrededor de 60 años, los restos fueron expuestos el lunes, de 9:00 de la mañana a 1:00 de la tarde, en el Centro de Convenciones Juan H. Cintrón de Ponce, donde llegaron cientos de ponceños y vecinos de pueblos cercanos. 

Mientras muchos le daban el último adiós en el centro, desde las 11:00 de la mañana, en las afueras del cementerio La Piedad había decenas de personas que bailaban con la música de fondo del sonero. Allí, todos resaltaron la humildad y la sonrisa amigable de este querendón del pueblo.

VÍDEO: La viuda de Cheo Feliciano todavía lo llora

Antes de llegar al camposanto, la comitiva fúnebre recorrió las calles de la Ciudad Señorial e hizo una parada en la calle Guadalupe, donde Feliciano vivió con sus padres Prudencio y Crescencia. 

Para sorpresa de muchos, la viuda y los familiares optaron por un momento íntimo, sin público, en el cementerio. Sus fanáticos pudieron entrar a despedirse cuando la familia, amigos y colegas partieron de donde aún descansa quien se distinguió por ser uno de los artistas que más grabó composiciones de Catalino “Tite” Curet Alonso. 

Ese inolvidable lunes hubo dos despedidas, una de la familia y amigos, y otra del pueblo. En la primera hubo caras tristes y, en la segunda, los rostros fueron de celebración por las alegrías que el cantante les regaló.

Los restos del cantante llegaron hasta la ciudad que lo vio nacer para recibir honores y ser sepultados.