En el primer aniversario de su fallecimiento, seguidores y colegas evocan a Liam Payne por su huella con One Direction y su etapa solista: una historia de superación personal, reinvención artística y vínculos con Latinoamérica que se reavivan con homenajes en múltiples lugares.

El 16 de octubre se cumple un año de la noticia que sacudió al pop: la muerte de Liam Payne, a los 31 años. Desde entonces, tributos, “playlist” y memoriales han mantenido vivo el recuerdo de un artista cuyo carisma y voz marcaron una generación.

Nacido en Wolverhampton en 1993, creció entre tratamientos médicos por un problema renal y días difíciles que lo acercaron a la música como refugio. Ese origen forjó una sensibilidad que atravesaría su obra y su relación con el público.

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Su salto a la fama empezó en The X Factor: tras un primer intento en 2008 y la recomendación de Simon Cowell de volver más adelante, regresó en 2010 y terminó integrando One Direction junto con Harry Styles, Niall Horan, Louis Tomlinson y Zayn Malik.

Con la banda, publicó cinco álbumes que arrasaron en ventas y consolidaron una comunidad global “las directioners” para quienes sus conciertos y canciones se convirtieron en una experiencia compartida. El éxito, sin embargo, también trajo presión y tensiones que desembocaron en la salida de Zayn en 2015 y la pausa indefinida un año después.

Como solista, Payne apostó por colaboraciones y un viraje hacia el R&B: “Strip That Down” anticipó una búsqueda más íntima que continuó con el EP First Time (2018) y el álbum LP1 (2019), donde mostró ganas de renovarse sin perder cercanía con sus fans.

Pese a la exposición mediática, priorizó el vínculo con su hijo y sostuvo una relación franca con su audiencia. Su lazo con Argentina se reavivó en 2024: había anunciado un show en Buenos Aires que debió cancelar por una infección renal, pero poco después viajó para reencontrarse con Niall Horan durante su gira, se dejó ver con fans y asistió a su concierto.

La tragedia llegó el 16 de octubre de 2024, cuando sufrió una caída accidental desde el tercer piso del hotel CasaSur Palermo. La noticia generó vigilias, altares y mensajes de dolor en redes; excompañeros y amigos se sumaron a los homenajes.

Doce meses después, el legado de Payne persiste en canciones, entrevistas y gestos de una comunidad que lo siente cercano. Su recorrido, el del niño que batalló problemas de salud al artista que conquistó estadios, sigue inspirando a nuevas audiencias y recordando que, detrás de la fama, también hay historias de resiliencia.