En la serie Confesiones de una reina, varias ex Miss Universe Puerto Rico revelan el peso y los desafíos de llevar la banda de la Isla en el certamen internacional.

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Llevar el orgullo de ser puertorriqueña y brindar la mejor representación en nombre de su patria fueron compromisos de peso para la reconocida actriz Ivonne Coll cuando llegó al certamen de Miss Universe como Miss Puerto Rico en 1967.

El aprendizaje lo tenía grabado como una de las encomiendas principales que le enseñó su madre: mostrar el amor por sus raíces dondequiera que fuera. Y lo asumió.

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“Mi mamá me enseñó que yo tenía que hacer todo por Puerto Rico para poner el nombre de Puerto Rico en alto. Eso fue lo que me enseñaron a mí de niña, desde que fui la primera reina de las fiestas patronales en Fajardo”.

Mientras crecía, el interés por participar en certámenes de belleza no era una aspiración que llamara su atención. “Si tú vas a mi casa, vas a ver todos los retratos de reina que yo tengo desde niña, porque mi mamá estaba obsesionada con eso. Era mi mamá, no era yo”.

En ese ámbito se sumaron diversas experiencias. “Tengo de las fiestas patronales de Fajardo. Fui la reina juvenil de las fiestas patronales. Después la reina ‘teenager’ de las fiestas patronales, o sea, cuanta reina habida y por haber había allí en Fajardo, yo fui la reina. Esa era mi mamá la que me metía porque como ella era ‘beautician’ y ella quería peinarme... Ella también me cosía toda la ropa”.

Previo al certamen de Miss Puerto Rico, la artista cursaba estudios en ciencias sociales de la Universidad de Puerto Rico. “Lo que me motivó (a concursar) fue el dinero que ofrecían cuando uno ganaba, que eran 10 mil dólares”, reveló. “Yo quería pagarme mi maestría sin que mi mamá tuviera que pagarla porque mi mamá se sacrificó tanto toda su vida. Por eso fue que me metí. Nada más”.

Su experiencia como modelo y el amplio conocimiento de belleza de parte de su madre, quien había arreglado candidatas de Miss Puerto Rico, respaldaban su decisión. “Ella me dijo, ‘Ivonne, tú puedes salir, olvídate, yo te ayudo con el pelo y lo que sea’. Y ya yo sabía el maquillaje porque yo maquillaba con Ileana Irvine como ‘part time job’ y también modelaba para Carlota Alfaro”.

Logró alzarse con el título, pero no toda promesa se cumplió. “Me metí para ganar el dinero y el dinero no apareció”, expuso. “Fui a todos los ‘sponsors’ (patrocinadores)”, recordó sobre las veces que indagó. “Todo el mundo dijo ‘eso lo dice el periódico, pero no dice quién lo da’, así que me engancharon a mí con la corona y me dejaron con la corona puesta y sin dinero. Pero por la generosidad de Carlota Alfaro, ella me cedió todo el vestuario. Me lo prestó”.

Del certamen internacional rememoró la camaradería que vivió con otras candidatas. “Las muchachas en el concurso me escogieron como la mejor vestida de todas las otras concursantes porque me veían vestir… que si por la mañana tenía un traje, a media mañana tenía otro, al mediodía tenía otro, a media tarde tenía otro, o sea, yo tenía ropa de alta costura”.

Su compañera de cuarto fue Sylvia Hitchcock, Miss USA, con quien mantuvo comunicación tiempo después. “Ella había gastado todo su dinerito en bikinis porque ella era bien atlética y le gustaba el ‘swimming’”, recordó. “No tenía traje y cuando viene la noche del concurso, que yo tengo trajes de más, le presté uno de los trajes de Carlota Alfaro”, prosiguió en su relato. “Así que ella terminó con un traje de Puerto Rico, siendo coronada Miss Universo”.

Su regreso a la Isla tuvo una agenda de compromisos. “No se pagaba nada. Era simplemente yo ir y dar careta, como quien dice, tomarme las fotos con los auspiciadores y con el producto. Nunca vino ningún dinero”.

Los compromisos la obligaron a hacer una pausa en sus estudios universitarios, los que eventualmente desistió de continuar. “No tenía tiempo de estudiar”, expuso. Sin embargo, cantar y bailar en el certamen sirvieron de adelanto para abrazar otros intereses profesionales.

“Lo que sí yo creo que salió de ahí fue que descubrí mi vocación artística”, confesó sobre una faceta que no había considerado. “Cuando regresé a Puerto Rico, Paquito Cordero me ofrece que si quiero hacer una cosa con ‘Machuchal’, de esas muchachas que son las sexy que vienen a pedir café. Entonces empecé ahí con ‘El show de las 12’, que estaba en Puerta de Tierra”.

La experiencia le sirvió de motor para construir su trayectoria como cantante, presentadora y actriz.

Y llegaron oportunidades que incluyeron su espacio televisivo, “Una chica llamada Ivonne Coll”, y espectáculos en prestigiosos clubes como cantante. A eso se suman numerosos logros internacionales como proyectos en Broadway, en Hollywood y galardones como un People’s Choice Award por su papel en “Jane The Virgin” y el TCA Outstanding Achievement in Youth Programming por “Switched at Birth”, entre otros.

Su visión honesta

Por otro lado, las vivencias como Miss Puerto Rico y durante el certamen internacional la llevaron a observar la mirada de negocios de la franquicia. Una respuesta por parte de Sylvia Hitchcock antes de lograr el cetro, abonó a esta visión. “Un día le dije, ¿por qué tú no estás ensayando para los números musicales? Me dice, ‘porque creo que yo voy a ganar, Ivonne’. Así que ella ya sabía. Hay cosas que se saben de antemano en ese concurso”, sostuvo.

¿Piensa que en ocasiones esas decisiones están tomadas?

“Sí. Están tomadas… Especialmente, la muchacha que va a ganar o que tiene prospectos de ganar, tiene ‘sponsors’”, detalló la artista.

“Esto es un negocio y te digo para qué es: el negocio es para vender cosas. Sylvia me enseñó los libros que ella tenía que anunciar, platos de comer, cosas que ella tenía que anunciar por un año entero, porque ese era el ‘deal’ (trato). Miss Universo empezó como una compañía de publicidad que ideó este concurso. Yo no sé cómo es ahora, no tengo idea”, aclaró sobre lo que concierne a las reglas que se siguen en la franquicia actual.

“Después que participé no me he mantenido en contacto con nada de Miss Universo”, afirmó. “Yo creo que no es importante para mí en mi vida. Puede ser que sea importante para otras muchachas nuevas que quieran adquirir una fama, que quieran adquirir un conocimiento, una exposición para adquirir otro tipo de carrera, quién sabe”.

La galardonada intérprete reiteró que, “yo no le doy mucha importancia ya a concursos de belleza porque no creo que tienen nada importante que decir. Pero esa soy yo, y me disculpo si estoy ofendiendo a alguien, a nuevas concursantes; no las quiero ofender. Ese es su ‘quest’, como dicen en Estados Unidos. Pero, verdaderamente, yo lo que saqué fue lo que me gané yo misma haciéndolo, no lo que me dieron, porque no me dieron nada. Así que es lo que tú haces con la experiencia”, subrayó en su reflexión.

“Si tú crees que la experiencia va a ayudar a otras niñas a tener ‘self-esteem’, a tener estima propia, a tener personalidad de que puedan pararse a hablar frente a un público con asertividad, pues sí, me encanta que eso exista. Pero que no exista el concurso nada más que para la cosa superficial”.

A su vez, apostó al valor de la autenticidad para quien desee participar. “Las muchachas que se envuelven en esto, pues yo les deseo la mejor de las suertes, pero que sepan que pueden acudir a su propia personalidad y su propia belleza”.