Su gato solo quería dormir y tenía “mal humor”, pero no imaginó lo que realmente ocurría
Tras observar ciertos patrones que no eran comunes, buscó ayuda profesional.

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La salud de las mascotas es algo que preocupa a sus dueños y más si no saben qué tiene. Esto le ocurrió al gato de Irene, Teo, que con tan solo dos años solo quería comer, estaba de mal humor y en ocasiones tenía demasiada energía. Aunque era consciente de que no se trataba de una urgencia médica, no podía comprender qué le pasaba al animal.
En una entrevista que concedió al medio catalán “RAC1”, la mujer se dio a la tarea de conocer mejor a Teo y comenzó a detectar ciertos patrones que pasaban inadvertidos, como maullidos frecuentes, obsesión por la comida, sobrepeso y una hiperactividad que lo llevaba a correr sin rumbo, tirar objetos o perseguir reflejos con una intensidad casi hipnótica.
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“Está bien, pero es que no para quieto, sé que le pasa algo, pero no entiendo qué”, comentó Irene. A pesar de que estas señales no eran de alarma, algo le decía que no estaba bien, pero jamás pensó que su felino tenía problemas para desplegar su instinto cazador y eso era lo que lo estaba afectando.
Aunque tenía juguetes, había algo que le impedía desarrollar su instinto de observar, esconderse, lanzarse o atrapar los objetos; lo que nunca llegó a imaginar es que iba a conocer el caso de Lila, la gata de Zaira, que con cinco años tenía una actitud totalmente diferente.
De acuerdo con la información que dio la dueña al medio de comunicación mencionado anteriormente, su pequeña era todo lo contrario a Teo, pues ella siempre estaba tranquila y la mayor parte de su día se la pasaba durmiendo.
“Es como si nada la motivara, se aburre con todos los juguetes. Pensaba que simplemente era una gata tranquila, pero estaba apagada”, explicó Zaira.
Esto era lo que tenían los gatos
Algo que le explicaron los veterinarios es que la conducta depredadora de los gatos no responde al hambre, sino al instinto; incluso en aquellos que son domésticos y que jamás han salido al exterior, mantienen activa esa necesidad.
Ante la falta de este estímulo, los gatos pueden manifestar esta deficiencia por diferentes vías, como les ha pasado a Teo y a Lila. Aunque la apatía se relaciona en numerosos casos con la personalidad de los felinos, no siempre deberían estar aislados.
Es por eso que, cuando su instinto cazador se ve interrumpido o no ofrece el contexto adaptado, el resultado es el desequilibrio. En gatos como Teo, la falta de estimulación genera hiperactividad, ansiedad o comportamientos compulsivos, según lo explicó Irene.
Por otro lado, en el caso de Lila, ocurre todo lo contrario, ya que muestra desinterés, desconexión y apatía, pero en ambos casos el problema es el mismo, pues no cuenta con un entorno adecuado para desarrollar todos sus estímulos.
Ante la situación que estaban viviendo las dos familias, el veterinario les recomendó estimular el instinto de la mascota. Para ello, siguieron dos métodos; en el caso de Teo, Irene preparó un escenario más desafiante, con estructuras para trepar, observar y esconderse.
En el caso de Lila era totalmente diferente, ya que ella necesitaba enfoques más calmados, por lo que Zaira optó por esconder la comida en diferentes rincones, así como nuevas texturas y olores que despertasen su curiosidad y la motivaran a activarse.
“Nunca imaginé que su falta de interés tenía que ver con algo tan básico como cazar”, afirmó Zaira.
Las dos mujeres quedaron contentas al ver los resultados de sus mascotas y comentaron a ‘RAC1’ estar más tranquilas al ver la evolución positiva que han tenido sus gatos.