Mujer Maravilla: Myrta Lebrón es una forjadora de líderes
Es la vicepresidenta del Programa de Educación Comunal de Entrega y Servicio (P.E.C.E.S) en Punta Santiago, en Humacao.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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Aprendió que uno no puede olvidarse de dónde proviene y que la mejor forma de recordarlo a diario es con labor comunitaria.
Lebrón Cruz, de 39 años, es la vicepresidenta del Programa de Educación Comunal de Entrega y Servicio (P.E.C.E.S), en Punta Santiago, en Humacao. A este proyecto llegó a los 12 años para dar tutorías de matemáticas, pero, como dijo, realmente quien recibió ayuda fue ella.
Esta mujer es el mejor ejemplo de cómo este proyecto transforma las vidas de los jóvenes, que forman parte de la escuela superior de P.E.C.E.S o que toman alguno de sus talleres, y los convierte en líderes de su comunidad.
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Esta entidad fue fundada por la monja Nancy Madden, quien se propuso visitar las casas de Punta Santiago para motivar a los jóvenes, quienes se paseaban por una comunidad con 43 establecimientos de bebidas alcohólicas.
“Mi mamá (Mirta Cruz) era ama de casa y mi papá (Jaime Lebrón) policía. Dentro de la comunidad, había muchos negocios. Estábamos expuestos al alcohol y a las drogas. La mayor parte de la gente no tenía estudios, había desempleo y entendían que no tenían posibilidades; y en mi hogar no faltaba eso”, expresó al especificar que su fenecido papá era alcohólico.
“Comenzó a compartir en la esquina y a beber. Comenzó a faltar al trabajo y comenzó la violencia verbal, emocional. Al dejar de trabajar, no venía el alimento y mi mamá tuvo que salir a la calle. Ahí, Nancy empieza a ayudarnos porque teníamos la autoestima por el piso”, mencionó sobre la situación que vivía junto a sus tres hermanos a finales de los 80 en el sector de las “parcelas viejas”.
Refiriéndose a esa época, Myrta se describió como una niña que no se atrevía a hablar en público y que no lograba proyectarse hacia el futuro. “Creía que mi mamá era la culpable porque era la más que gritaba. Entendí el proceso de mi mamá, después de los talleres y de la universidad. Entendí qué es la violencia y todo lo que mi mamá sufrió y cómo callaba. Ella es una titana porque nos echó hacia adelante trabajando en restaurantes, con ancianos, limpiando casas. La vi sufriendo y me dije que tenía que estudiar”, comentó quien posee un bachillerato en trabajo social y una maestría en consejería.
Cuando la monja se reunía en su casa para darle herramientas a su mamá, Myrta estaba como una esponja absorbiendo. Se integró al programa para dar las tutorías de matemáticas a otros niños y, a partir de ahí, tomó talleres que crearon a una líder. “Venía a ayudar y salí ayudada, con talleres de autoestima, de comunicación efectiva, de valorarnos y empoderarnos. Nos decían que la educación era la base, que nos amáramos como éramos y que no tuviéramos prejuicios. Empecé a dejar mis complejos, a hablar de frente y a aceptar a mi papá con su condición y a perdonarlo”, indicó sobre esa filosofía que hoy rige en la escuela superior que forma parte de P.E.C.E.S y que toca las vidas de más de 115 estudiantes.
La esposa de Andrés Cruz y madre de Adeishally, Miranjelly y Andy James, ha estado gran parte de su existencia vinculada a este programa. Para ella fue esencial que alguien se preocupara por los suyos y por ella, por lo que está decidida a inspirar y a facilitar el desarrollo social, educativo y económico de los jóvenes.
“Una vez alguien se interesó, creyó y vio posibilidades en mí. Eso es lo que tengo que llevar a los demás. Todos los días me levanto con energía porque sé que voy a encontrar a alguien que necesita de nosotros”, expresó al asegurar que, gracias a P.E.C.E.S, aquellos niños hoy resuelven los problemas en su comunidad.