Tras tener un trabajo estable y con beneficios, la experta en levantamiento de pesas lo perdió todo, porque  al ser diagnosticada en 2002 con trastorno bipolar, entró en una actitud de negación. Y fue eso lo que la llevó a tomar decisiones incorrectas por no medicarse, hasta tocar fondo.

Como no completaba los medicamentos, su condición estaba  tan avanzada que al enamorarse perdidamente de quien  fue su pareja, se fue a convivir con él al mes de conocerlo. Al poco tiempo, dejó su trabajo estable. Y ahí empezó su gran desafío.

“A los cinco o seis meses de haber renunciado a mi  trabajo, me di cuenta del error que había cometido. Pues, en la relación no me iba bien. Sin darme cuenta fui cayendo en depresión al nivel de que atenté contra mi vida más o menos cinco veces, de diferentes  formas,  tres de ellas  fui  hospitalizada”, sostiene.

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Desde las inmediaciones del gimnasio donde trabaja, A and A Intensive Gym, en Carolina, la instructora agrega que “mi relación con la persona que yo estaba se fue a pique y  estuve dos años  completos en una profunda depresión. Estuve  hospitalizada (un mes) en un hogar, porque en ese tiempo  que estuve en depresión abusé de medicamentos, abusé de drogas. Busqué mil formas para tratar de quitarme la vida. Llegué a pesar 100 libras”.

Con espontaneidad señala que  “antes de haber caído en esa depresión, hacía ejercicios. Perdí todo y llegó el momento  que no sabía de qué iba a vivir. Mi niña era más chiquita (ahora tiene 14), le dieron la custodia a su papá (hasta 2010)”.

A sus 52 años de edad y con una figura tonificada por su disciplina con los ejercicios y buena alimentación, Tere Martínez siente  que hoy día está de pie porque se refugió en las oraciones sin perder  la fe y esperanza, y por el apoyo incondicional de su padre, Manuel R. Martínez. Además,  porque es responsable con su medicación para su condición de bipolaridad.

En  julio de 2010 fue que nuestra Mujer Maravilla empezó de nuevo en el gimnasio. Se preparó tomando cursos y entrenando. Luego se certificó como entrenadora  y obtuvo la  licencia del Departamento de  Recreación y Deportes. Desde 2011 compite en fisiculturismo en la categoría de figura. 

“Lo más que a mí me ayudó a salir de la profunda depresión fue volver al gimnasio. Yo volví a nacer realmente porque  me vi bien mala. Cuento los días, los meses y años que llevo sin depresión. Llevo cinco años que no sé lo que es una depresión. Llevo una vida relativamente  tranquila, estoy sola, no tengo pareja y no me siento sola. Tengo a mi hija que en 2010  volvió conmigo  y mi vida se basa entre mi niña,  el gimnasio  y mi casa”, indica.

Tras su experiencia, aconseja a las mujeres y jovencitas que busquen hacer algo que les apasione para  salir de la depresión.