Los problemas de alimentación son muy comunes en los niños, reportándose entre un 25% a 45% en niños con desarrollo típico, pero aumentando significativamente el número, hasta un 80%, en niños con desórdenes de desarrollo.

Sus padres los describen como maniáticos al momento de comer o “picky eaters”, porque tienen una dieta limitada y se resisten a probar alimentos nuevos.

Muchos niños pequeños pasan por una etapa en la que son muy selectivos al momento de comer porque presentan neofobia. Se trata de un rechazo a todo alimento nuevo lo cual puede ser normal en niños pequeños, pero que deben superar luego de esa etapa.

El proceso de alimentación no es solo la forma de alimentar nuestros cuerpos para un mejor funcionamiento, sino que también es mediante el mismo que se desarrollan destrezas oro motoras necesarias para el desarrollo del habla y destrezas sociales. Alimentarnos bien es más que solo comer, por lo cual es menester ayudar a estos niños.

Señales de alerta

Todos tenemos preferencias por ciertos alimentos, pero cuando un niño va más allá de ser selectivo puede causar desnutrición. A continuación algunas señales de alerta:

  • Rechaza alimentos por textura, sabor, olor, temperatura o apariencia.
  • Evita el momento de comer y su conducta cambia negativamente durante las comidas.
  • Prefiere quedarse sin comer a probar un alimento nuevo.
  • La familia consistentemente tiene dos menús: el del niño y el del resto de la familia.
  • Se arquea (se contraen los músculos abdominales, pero no se produce el vómito) o le produce náuseas el solo mirar u oler algunos alimentos.
  • Es inflexible en cuanto a la forma en que se le presentan los alimentos o utensilios relacionados al proceso de alimentación. Solo acepta los alimentos de cierta forma (ej. cortados en una forma específica) o con determinado plato o cuchara. Acepta alimentos de ciertas marcas, pero no de otras, aunque sean iguales en apariencia y sabor.
  • No acepta mezclas de alimentos, por lo que puede gustarle cierta galleta y determinado puré, pero si se mezclan, no los tolera.
  • Su respuestas son catastróficas si se le obliga a solo tocar o aceptar en la mesa un alimento que no quiere comer. Puede gritar, llorar, vomitar y/o mostrar mucho temor y ansiedad.
  • Es sumamente lento al comer, mantiene la comida en la boca por mucho rato y frecuentemente termina escupiéndola.
  • Llegan a no contar con el peso y la estatura para su edad.

Por qué sucede

Diversas variables pueden ocasionar el problema de alimentación, tales como:

  • Físicas. Reflujo severo y cólicos van a ocasionar que los niños asocien la alimentación con malestar, así que van a comer muy poco. Problemas de tragado a nivel faríngeo o esofágico (disfagia) afectan la ingesta de alimentos en general.
  • Sensoriales. Los problemas de integración o modulación sensorial pueden llevarlos a rechazar alimentos por olor, textura, temperatura, sabor y apariencia visual.
  • Oro motoras. Problemas con el tono y la coordinación entre los componentes orales envueltos en el manejo de los alimentos pueden ocasionar un problema de alimentación.
  • Emocionales. Los niños muy inflexibles y rutinarios, los que presentan el trastorno oposicional y desafiante, o un trastorno obsesivo-compulsivo, podrían evidenciar algunos de los indicadores de estos diagnósticos en su rechazo a algunos alimentos.

Ayuda

Hay terapias especializadas para ellos, pero mientras más rápido se trabaje, más probable es que supere su dificultad. En algunos casos, más de un profesional tendrá que intervenir para ayudar al niño; además de un patólogo del habla, un terapeuta ocupacional y un psicólogo pueden ser muy importantes.

Examina tus hábitos de alimentación para determinar si estás siendo un mal modelo para el niño porque puedes ser un “peaky eater”.

(La autora es patóloga del habla y lenguaje, directora de Instituto Fonemi de Puerto Rico)