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La palabra elegida por Oxford este año no apunta al humor ni a una tendencia pasajera. Más bien, pone el dedo donde duele.
“Rage bait” es el término que mejor describe la manera en que las redes sociales han aprendido a jugar con la rabia ajena. Y nadie está a salvo del anzuelo.
Estas dos palabras dicen mucho del estado emocional de la conversación digital. Hablan de cómo la indignación dejó de ser un efecto secundario para convertirse en estrategia.
Oxford, con sede en Reino Unido y reconocido por seguirle la pista al idioma desde todas sus realidades, presentó esta elección como un llamado a entender lo que está ocurriendo en las pantallas.
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El enojo como espectáculo en línea
“Rage bait” se entiende como el contenido creado para despertar frustración, molestia o furia. Una publicación que provoca. Un comentario que busca pelea. Un titular que parece escrito para encender la chispa de un incendio colectivo. Todo eso vive y se multiplica en un entorno donde la emoción se volvió moneda de cambio.
El diccionario aseguró que este tipo de contenido se disparó en el 2025. Su presencia en la conversación se triplicó y las discusiones polarizadas se volvieron parte de la rutina. Un gesto y ya hay cientos de respuestas. Un error y ya hay miles de juicios. La velocidad del enojo supera a cualquier otra emoción.
Las otras palabras que se quedaron cerca
La elección pública también tuvo sus finalistas. Una de ellas fue “aura farming”, una expresión que suena casi mágica pero que habla de algo muy familiar. Es la construcción diaria de una imagen perfecta, el encanto constante, el personaje bien pulido para llamar la atención sin mucho esfuerzo aparente. La fantasía de verse “cool” sin despeinarse.
La otra finalista fue “biohack”. Un término que se mueve más por los pasillos del poder, con conversaciones sobre longevidad y rendimiento físico que vienen de lugares tan lejanos como encuentros de líderes en Rusia o China. Optimizar el cuerpo y la mente, como si fueran dispositivos actualizables. Son tendencias llamativas, pero ninguna tocó un nervio tan sensible como el de la indignación programada.
Una palabra que retrata un problema
Detrás de esta elección hay datos y también cierta preocupación. Casper Grathwohl, presidente de “Oxford Languages”, explicó que las plataformas hoy dependen de los “clicks”, y los “clicks” dependen de emociones intensas. La ira es rápida. La ofensa es viral. Esa es la ecuación.
Expertos en lenguaje y cultura digital han señalado que los algoritmos funcionan casi como un reflejo. Si algo molesta, aparecerá más veces en el “feed”. El malestar se vuelve contenido recomendado.
El diccionario recalcó que esta palabra existe porque ya es evidente que hay tácticas de manipulación emocional en línea. Un cebo que no apunta al pez, sino al corazón acelerado.
Una tradición que revela en qué momento estamos
Cada año, Oxford usa una palabra para capturar el espíritu de la época. Ya pasó con “selfie” en 2013, con “posverdad” en 2016, “vax” en 2021 y “brain rot” en 2024, esa expresión sobre la mente agotada por consumir tanta trivialidad digital.
Hoy la atención se posa sobre la furia y sobre la forma en que las redes han enseñado a escalar conflictos y a responder en caliente. El “rage bait’ está ahí, escondido entre comentarios que buscan pelea y contenidos que suben la temperatura apenas se ven.
Nombrarlo ayuda a entender que el enojo ya no se queda dentro. Alguien lo provoca. Alguien se beneficia. Y millones lo replican casi sin pensarlo.

