El contacto social es indispensable en las primeras etapas del desarrollo humano porque permite adquirir destrezas a través de la interacción con sus pares. Es por esto que la modalidad de educación a distancia para controlar la pandemia del COVID-19, inevitablemente altera el modo y el tiempo de desarrollo de ciertas destrezas en los niños de esta generación, lo que, a su vez, podría repercutir en su estado emocional.

En la infancia, los niños necesitan aprender a compartir, comunicarse, expresar sus pensamientos y sentimientos fuera del entorno familiar. En un ambiente escolar, estos aprenden a jugar, a seguir instrucciones grupales, a cooperar y descubren muchas habilidades que son necesarias para su proceso de aprendizaje.

Para la doctora Frances Boulon, coordinadora de política pública de la Asociación de Psicología Escolar de Puerto Rico (APEP) y catedrática de la Universidad de Puerto Rico (UPR), la interacción social es importante para el desarrollo de niños y jóvenes, aunque afirma que esta generación ya manejaba la comunicación virtual lo que les ayuda adaptarse mejor a esta nueva realidad.

“Sin duda, la interacción cara a cara es un proceso esencial para el buen desarrollo en distintas etapas de la vida. Estar dentro de una comunidad de aprendizaje es favorable para los estudiantes, pero es importante considerar que los niños de esta generación los conocemos como ‘los nativos digitales’. Ellos han estado relacionados con la tecnología desde que nacieron y han internalizado que uno de sus recursos de comunicación es a distancia. Incluso, ya lo estaban utilizando antes de que empezara la pandemia. En realidad, el distanciamiento de sus pares no es tan dramático como el que podemos sentir los adultos”, explicó la psicóloga escolar.

Por su parte, Mayda I. Vélez, trabajadora social, coincide en las capacidades adaptativas que poseen los niños de esta generación, pero considera que el impacto emocional que puede tener este cambio en el modo de educación, puede variar en los menores de acuerdo a su entorno.

“La realidad de no poder realizar todas las actividades que antes eran normales puede afectar a los niños en diferentes formas. No podemos generalizar porque para todos no tendrá el mismo impacto. Eso va a depender de la personalidad de cada niño, sus fortalezas individuales y de sus redes de apoyo. Pero, los niños poseen capacidades adaptativas que les permiten manejar las situaciones saludablemente”, afirmó Vélez.

Sin duda, esta modalidad de enseñanza a distancia trae consigo innumerables retos, pero según las expertas, el impacto de estos en el estado emocional del menor puede variar por diversos factores.

Tal vez afecte más a los niños más sociables o con mayor nivel de actividad y a quienes no tienen hermanos en el hogar. Siempre va a depender de su realidad y el entorno que los rodea”, detalló la trabajadora social.

“Serán más vulnerables aquellos niños que ya tenían algún tipo de situación en su desarrollo que no era satisfactoria o que habían pasado por un trauma y no se habían recuperado. Definitivamente, es una de nuestras preocupaciones, que se busque la manera de continuar los servicios psicológicos de aquellos que tenían vulnerabilidad, pobre autoestima, control de impulsos y que ya estaban en tratamientos”, señaló la doctora Boulon.

La experta en psicología escolar también destacó que pudiera darse un impacto emocional en los casos en que los niños no cuentan con acceso al internet y a equipos electrónicos que le permitan continuar con su educación y, por ende, con su socialización.

“Hay familias que no tienen acceso satisfactorios a los equipos, ni conexión al internet, por lo tanto no pueden hacer el uso ideal para tener comunicación con cámara. El factor económico hay que tomarlo en cuenta. Habrá unos niños que estarán en riesgo de sentirse más aislados porque no tienen la alternativa presencial ni la alternativa virtual para relacionarse con los demás. Eso va a tener un impacto más severo sobre esos niños”, señaló la catedrática.

Señales de alerta

A pesar de las capacidades adaptativas de los menores y sus habilidades cibernéticas, las expertas recomendaron que los padres estén muy alertas para identificar cambios de conducta que pudieran denotar que el menor se está afectando emocionalmente debido a la falta de interacción social con otros niños de su edad.

“Es importante observar cambios significativos que no vayan acorde a la realidad. Lo ideal es propiciar el diálogo abierto que le permita expresar sus emociones. Es bastante normal que el cambio en la rutina puede propiciar cambios en la alimentación, la higiene y el estado de ánimo. Así que es importante mantener la comunicación con el menor, estar pendientes a lo que verbaliza o si deja de hacerlo y establecer una rutina bastante similar a la regular”, resaltó Vélez, quien a su vez recomendó a los padres velar primordialmente por su salud emocional para poder manejar la estabilidad de sus hijos y poder ser una “red de apoyo”, sostuvo la trabajadora social.

Mientras la doctora Boulon mencionó que los niños que están en riesgo de un problema emocional serio presentan unas señales de alerta que no deben dejar pasarse por alto. “Se pueden presentar cambios o alteraciones en sus patrones de alimentación y sueño. También dejan de interesarles el conectarse a sus clases. Se mantienen aislados, no salen de la habitación y no comparten ni siquiera con las personas de la casa. Presentan un mal humor constante, sobrerreaccionan a cualquier pedido y puede hacer expresiones negativas sobre sí mismo”, detalló Boulon, quien también aconsejó vigilar si ese menor está siendo blanco de ataques cibernéticos.

¿Habrá un daño irreversible?

En términos del impacto de este distanciamiento y la educación virtual en las destrezas de los menores de esta generación, la psicóloga escolar entiende que no tendrá repercusiones graves en la formación educativa de los niños.

“La experiencia es tan nueva que no tenemos resultados concluyentes sobre el potencial de daño de esta transformación educativa. Pero, no estoy de acuerdo con la predicción de que esta generación se va a quedar sin aprender. Para eso no hay evidencia, habría que analizarlo y tomar las medidas”, argumentó.

“Desde mi punto de vista, ‘el atraso’ en algunos aprendizajes se está compensando con otras destrezas. No creo que esté ocurriendo un daño irreversible. Puede ser que unas destrezas tradicionales, que están diseñadas en currículos para que ocurran en ciertos momentos, no se darán en el tiempo previsto. Sin embargo, estamos aprendiendo destrezas alternas. El aprender a conectarse electrónicamente requiere de otras destrezas que contribuyen al aprendizaje a largo plazo. A lo mejor vamos a perder algo de contenido, pero vamos a ganar otras aptitudes”, concluyó Boulon.