Cuando se piensa en la diabetes tipo 2 y sus causas, se suele asociar la afección con una mala alimentación o con el sedentarismo.

Pero la ciencia ha ido encontrando datos sobre un factor menos conocido que resulta ser muy importante en el desarrollo de la enfermedad: el estrés.

“En mi práctica clínica, el estrés es el factor más determinante en los resultados de diabetes tipo 2 que vemos en las personas”, dice a “El Mercurio” Victor Montori, endocrinólogo e investigador principal de la Unidad de Investigación en Conocimiento y Evaluación de la Clínica Mayo, en EE.UU.

Durante su carrera, este médico de origen peruano se ha dedicado a estudiar la diabetes durante más de veinte años, pero también a cómo mejorar los sistemas de salud para entregar una atención de calidad a los pacientes.

En los últimos años, cuenta, se ha ido descubriendo cómo el estrés contribuye a empeorar la diabetes tipo 2, en la que los niveles de glucosa o azúcar en la sangre son demasiado altos.

“La preocupación crónica tiene un efecto neuroendocrino que levanta el azúcar en la sangre. Al estar más estresado, también es probable que deposites más grasa en la cintura, lo que hace que se tenga una diabetes más difícil de controlar”, explica Montori.

Según comenta, son varios los estudios científicos que han hallado una fuerte relación entre las preocupaciones, el estrés asociado a complejas condiciones de vida y el desarrollo de este tipo de diabetes.

Uno de los más categóricos, cuenta, se publicó en el New England Journal of Medicine y se basó en un seguimiento a tres grupos de personas de una comunidad vulnerable de EE.UU.

“El primer grupo mantenía sus condiciones, el segundo tenía la posibilidad de trasladarse a una zona con mejor calidad de vida, mucho menos peligrosa, y el tercero además de ir a ese lugar mejor, recibía ayuda para lograrlo”, cuenta Montori.

Y continúa: “Al final se analizó qué había pasado con la salud de las personas y solo el tercer grupo se había trasladado. En ellos se vio una fuerte reducción de la depresión, la obesidad y la diabetes. Esto, sin educarlos ni darles recomendaciones de cómo vivir, sino que el simple cambio de un ambiente menos estresante, donde no había disparos por las noches, habría inducido cambios metabólicos”.

Como en las cuevas

La forma en la que el estado mental contribuye a la diabetes tipo 2 tendría que ver con fallas en el sistema hormonal, explica el médico.

“Cuando uno está sufriendo, la respuesta del cuerpo es algo que aprendimos en las cuevas. Básicamente, ante el peligro de un tigre u otro animal, nuestro sistema hormonal se apagaba porque no necesitábamos reproducirnos, sino sobrevivir. Pero en la vida actual, uno está en permanente estado de alerta. Vivimos con una presión permanente a la fisiología normal de las personas”, plantea.

Así, el cuerpo responde con descontroles hormonales, agrega Montori. Y hace que la diabetes aparezca o sea más difícil de tratar. “Por algo esto es una condición que se da más en la ciudad que el campo, que avanza más en las comunidades conforme aumentan las desigualdades y que se acumula mucho en aquellos que, incluso teniendo acceso al desarrollo y a la atención médica, experimentan discriminación y pobreza”.

El médico es enfático en un punto: la alimentación saludable y el ejercicio físico siguen siendo importantes para prevenir y controlar la enfermedad.

“Les decimos a los pacientes que con que traten de perder peso, hacer actividad física al menos 150 minutos a la semana y reducir los alimentos altos en carbohidratos y grasas, se tiende a disminuir el riesgo de progresar a la diabetes”, dice. Y agrega: “Pero es importante encontrar una actividad que ayude a manejar el estrés, y usar eso en lugar de comer más o tomar alcohol”.