María llegó a su casa después a las 6:00 de la tarde, después de un día de trabajo. Su esposo, Juan, la recibió en la puerta y le dijo que no se sentía bien. María notó que Juan tenía como el brazo caído, un poco de dificultad para caminar y casi no se le entendía al hablar.

“Enseguida sospeché que mi esposo tenía un derrame cerebral, no era la primera vez que le daba uno, por lo que ya conocía los síntomas. No perdí tiempo y le dije que nos íbamos inmediatamente para el hospital”, contó María. 

Afortunadamente, como llegaron rápido al hospital, se pudo prevenir la invalidez y no tuvo mayores consecuencias.

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El doctor Ricardo Alvarado Meléndez, especialista en neurología en el Departamento de Neurología del Hospital Auxilio Mutuo, en Hato Rey, explicó que los ataques o derrames cerebrales, llamados clínicamente accidentes cerebrovasculares, ocupan el tercer lugar entre las principales causas de muerte en Estados Unidos y son una de las principales causas de incapacidad prolongada en los adultos. 

¿Qué es un ataque o derrame cerebral?

Dijo el neurólogo que hay dos clases principales de accidentes cerebrovasculares: el isquémico, que es causado por un coágulo que obstruye un vaso sanguíneo en el cerebro. “Estos constituyen cerca del 80% de todos los derrames cerebrales”. El otro es el hemorrágico, y es causado por la ruptura y sangrado de un vaso sanguíneo en el cerebro. “Un 20% de los accidentes cerebrovasculares son hemorrágicos”. 

Además, señaló Alvarado, que es importante estar atento si se produce un accidente isquémico transitorio. “En este caso los síntomas son los mismos, pero temporales, y desaparecen antes de 24 horas, a veces pueden durar solo minutos y no tiene consecuencias permanentes”, señaló.

Según el doctor Alvarado, ignorarlo es peligroso, ya que una de cada 12 personas que tiene un accidente isquémico transitorio podría sufrir un gran derrame en menos de una semana.

¿Qué tipo de invalidez pueden producir? “Aunque los accidentes cerebrovasculares ocurren en el cerebro, pueden afectar todo el cuerpo. Los efectos pueden variar desde leves hasta severos, y pueden incluir parálisis en alguna parte del cuerpo, problemas de raciocinio, del habla, de visión, de coordinación motora, debilidad y adormecimiento”, especificó el galeno. 

Qué hacer durante la emergencia

“Si uno cree que alguien está sufriendo un derrame cerebral, pídale que realice tres cosas simples: que sonría, que levante ambos brazos, y que los mantenga arriba y diga una oración de manera coherente. Si no puede realizar estas tres cosas, llame al 9-1-1 o vayan al hospital rápidamente, porque puede estar sufriendo un accidente cerebrovascular”, sostuvo el especialista del Departamento de Neurología del Hospital Auxilio Mutuo.

Un ataque cerebral es una emergencia médica, cada minuto cuenta. Advirtió el doctor que, cuanto más tiempo dure la interrupción del flujo sanguíneo hacia el cerebro, mayor será el daño. La atención inmediata puede salvar la vida de la persona y aumentar sus posibilidades de una recuperación exitosa. 

“El tipo más común de ataque cerebral puede ser tratado con una droga que disuelve los coágulos que obstruyen el flujo de sangre hacia el cerebro. El plazo máximo para que a los pacientes con accidentes cerebrovasculares se les inicie tratamiento es de tres a cuatro horas y media. Pero para que puedan ser evaluados y sometidos a tratamiento, los pacientes deben llegar al hospital lo más pronto posible”, manifestó. 

 Cómo se trata 

“El tratamiento para un derrame cerebral incluye medicación, rehabilitación y cambios en el estilo de vida. Su doctor puede prescribir algunos medicamentos para tratar los derrames cerebrales y prevenir que sucedan. Se podrían utilizar plaquetarios o anticoagulantes”, abundó Alvarado Meléndez.

La mayoría de los pacientes que han sufrido un derrame cerebral también reciben medicinas para tratar condiciones que llevan al mismo, tales como la presión arterial alta, diabetes, colesterol alto y otros.

Por otro lado, un derrame cerebral puede afectar las habilidades básicas de un paciente, como la memoria, el habla y movimiento.

“Un paciente que haya sufrido un accidente cerebrovascular podrá ser referido a una clínica en donde un terapista le diseñará y recomendará los ejercicios para restaurar estas habilidades básicas. En ocasiones, el terapista visitará la casa del paciente o se pudiera admitir a un centro especializado en rehabilitación”, planteó el neurólogo. 

Existen tres tipos de rehabilitación: física, ocupacional y del lenguaje. La mayor parte de la mejoría del paciente después de un ataque se presenta en la primera semana, pero en algunos puede tomar hasta un año.

“El mejor tratamiento para evitar los accidentes cerebrovasculares es la prevención. Si usted fuma, deje de fumar; si toma alcohol, disminuya la cantidad. Si está pasado de peso, siga una dieta saludable y haga ejercicios. Si usted tiene la presión arterial alta, diabetes o colesterol alto, entre otras condiciones, debe ponerlos bajo control con su médico”, puntualizó Alvarado.

Conoce las señales

Los síntomas de los ataques cerebrales se presentan súbitamente.

Adormecimiento o debilidad en la cara, el brazo o la pierna (especialmente en un lado del cuerpo)

Confusión, dificultad para hablar o entender

Dificultad para ver con uno o con los dos ojos

Dificultad para caminar, mareo, pérdida del equilibrio o de la coordinación

Dolor de cabeza severo, sin causa conocida

¿Estás en riesgo? 

Algunas personas corren un mayor riesgo que otras. Muchos factores contribuyen a la incidencia y la severidad de los derrames cerebrales. Puedes modificar algunos, pero otros no.

Entre los factores de riesgo que no puedes modificar se incluyen: 

La edad (los mayores de 55 años son más propensos a sufrir derrames) 

Los hombres tienen 19% más posibilidades de sufrir un derrame cerebral que las mujeres. 

La raza también influye. Los afroamericanos tienen más derrames cerebrales que los blancos. 

Haber sufrido derrames anteriores o tener herencia (que otros en la familia lo hayan sufrido) 

Entre los factores de riesgo que sí puedes modificar se incluyen: 

Presión arterial alta

Diabetes

Enfermedades del corazón

Tabaquismo

Falta de ejercicio

Exceso de peso

Dieta pobre

Abuso de alcohol y drogas