La mayoría de los pacientes de enfermedad periferovascular desconocen que padecen de esta condición que implica el bloqueo de cualquiera de las arterias del cuerpo fuera del corazón. Sin embargo, el desconocimiento de este padecimiento o su diagnóstico tardío pudieran costarles la amputación parcial o total de alguna de sus extremidades o, incluso, hasta la muerte.

Tristemente, en Puerto Rico se realizan alrededor de 400 amputaciones anuales, lo que resulta en una cifra preocupante para el doctor Damián E. Grovas-Abad, cardiólogo intervencional y especialista en la enfermedad periferal en el Centro Cardiovascular de Puerto Rico y del Caribe (CCPRC).

“Esto significa que se amputan de uno a dos puertorriqueños diariamente, ya sean amputaciones parciales que es cuando le cortan un dedito, dos deditos, la mitad del pie o amputaciones totales donde le cortan el pie, ya sea por debajo o por encima de la rodilla”, explicó el doctor Grovas-Abad.

Según el cardiólogo, el problema estriba en la falta de conocimiento acerca de la enfermedad, tanto del lado del paciente como del lado de los médicos.

El médico no está reconociendo al paciente y el paciente no está reconociendo que tiene la enfermedad periferovascular. En Puerto Rico alrededor de un 15 % de la población tiene enfermedad periferovascular y no se está atendiendo, no se sabe de esto. Ni los médicos saben porque a nosotros no nos educan en la Escuela de Medicina de la enfermedad periferovascular. El ‘awarness’ (conocimiento) de la enfermedad no es el apropiado. Hay cosas que se pueden hacer por los pacientes”, afirmó el especialista en la condición, quien interviene quirúrgicamente a 2,500 pacientes al año, y de ellos, asegura que un 60 % tienen enfermedad periferovascular.

¿Por qué es tan peligrosa la enfermedad periferovascular?

Es importante especificar que la enfermedad periferovascular puede ocurrir en las arterias que le llevan sangre al cerebro, los brazos, los riñones, los intestinos, los muslos y a los pies, siendo estas últimas las más susceptibles.

“La incidencia mayor de las arterias periferales bloqueadas es a nivel de las piernas. Cuando un paciente tiene afectado un lecho vascular tiene un 38 % de probabilidad de que estén tapados los pies o tiene un 38 % de que estén tapadas las arterias renales, o, puede tener más de un lecho vascular porque es una enfermedad prácticamente sistémica. Va a afectar las arterias del cuerpo de una forma más que otra, pero las afecta”, confirmó Grovas-Abad.

Existen varios factores de riesgo universales que llevan a los pacientes a sufrir de enfermedad periferovascular y el primero de ellos es la diabetes, ya que en Puerto Rico un 12.9 % de la población es diabética. También los hábitos de fumar, seguidos por la presión y el colesterol altos son factores de riesgos para la enfermedad periferovascular.

No obstante, los envejecientes corren mayor riesgo de padecer de la condición, aunque no padezcan de ninguna otra enfermedad.

El paciente envejeciente, que tiene más de 70 o 75 años tiene un por ciento más alto de probabilidad de padecer de la condición que el resto de la población. Este grupo no debe tener ninguna otra condición para padecer de la enfermedad periferovascular”, afirmó Grovas.

Cifras importantes

  • En Puerto Rico se realizan 400 amputaciones al año.
  • 1 a 2 puertorriqueños son amputados diariamente en la isla.
  • 12.9 % de la población es diabética.
  • El costo anual de una amputación es $ 50 mil.
  • El costo del del procedimiento de revascularización es $ 600.
  • El costo de una prótesis sin los gastos de entrenamiento y rehabilitación es de $ 10 mil a $ 20 mil.

Síntomatología

Una de las manifestaciones más frecuentes de esta peligrosa condición es el dolor en los pies que, en primera instancia, pudiera ser confundido con cualquier otra enfermedad.

El dolor en los pies al caminar lo da muchas condiciones, pero una de ellas es el bloqueo de las arterias. A eso se le llama claudicación intermitente. El dolor puede ser también en los glúteos, en los muslos y en las batatas. En los hombres también puede manifestarse con impotencia, pero ya eso es cuando hay enfermedad en la aorta iliaca. Además, pudiera presentarse pérdida de vello en las piernas y problemas en las uñas”, explicó el médico.

La claudicación (dolor en los pies) se clasificada en grados que van desde el grado 1 como el más leve y el grado 6 como el más severo. También existe un grado 0 que es cuando el paciente está asintomático y desconoce que padece de la enfermedad periferovascular. Según el especialista, el porciento mayor de la población está en un grado 0.

“En el grado 1, cualquier actividad del diario vivir en la casa, ya sea al caminar de la cocina al baño, el paciente experimenta dolor en los pies que lo hace detenerse y estar en reposo. En grado 2, el paciente sale a caminar y a los dos bloques tiene que detenerse porque tiene mucho dolor. En el grado 3, el paciente hacía ejercicio, caminaba, pero ya no puede hacerlo, tiene que detenerse en varias ocasiones porque siente dolor”.

Hay un grado 4, 5 y 6 donde la enfermedad se torna más severa y es importante detectarla. En grado 4, ya es cuando al paciente le duelen los pies en reposo, cuando está sentado y tiene un pie más enrojecido que el otro. En grado 5, ya el paciente tiene úlcera o ruptura de la piel, tiene grietas, dolor y eso puede devengar después en grado 6 que es gangrena que puede llevar a una amputación”, especificó el cardiólogo intervencional.

Todas las etapas del desarrollo de la condición son importantes, pero Grovas-Abad sostuvo que del grado 4 en adelante es indispensable recibir atención médica, ya que aumentan en un 30 % las posibilidades de mortalidad para el paciente y también puede darse una secuela en un periodo de un mes a un año.

“Hay posibilidades de que muera, de que quede amputado. Entonces, es importante determinarla y diagnosticarla a tiempo porque tanto el claudicante, ese paciente que le duele los pies la mortalidad en un periodo de 5 años oscila en un 50 %, o sea ese paciente tiene un 50 % de probabilidades de morir de otras condiciones como un infarto agudo al corazón”, estableció.

El diagnóstico

Los pacientes con enfermedad periferovascular suelen visitar podiatras para atenderse los problemas en las piernas y es así cómo se enteran de que padecen de enfermedad periferovascular.

“Van pensando que tienen una ulcerita que no es importante, el dolor en los pies se lo achacan a la artritis, andan con bastón, caminan con apoyo y, sin embargo, tienen enfermedad periferovascular importante, severa”.

No obstante, el diagnóstico es clínico y no invasivo y lo puede realizar el médico primario, un especialista en diabetes, un internista o incluso un cardiólogo. Luego de diagnosticado, Grovas-Abad, sostiene que se debe hacer estudios Doppler de las extremidades.

Previniendo la amputación

Aun cuando se presentan los síntomas y avances de la enfermedad, el cardiólogo asegura que se puede evitar una amputación con tratamiento médico.

Hay medicinas destinadas para esa condición como las aspirinas, clopidogrel y cilostazol. Aparejados de eso, está hacer ejercicio supervisado con médicos y personal que supervisa que el paciente complete el programa de ejercicio. Eso se hace por un periodo de tiempo un mes, dos meses para que mejore la claudicación”.

No obstante, según el doctor, ese esfuerzo tiene que venir acompañado de un compromiso con su salud por parte del paciente, ya que “es bien importante controlar los cuatro factores que propician la enfermedad periferovascular: dejar de fumar, controlar la azúcar, la diabetes, la presión y el colesterol”, enumeró.

El paciente puede ser sometido al procedimiento de revascularización que se lleva a cabo de dos formas, una quirúrgica y otra endovascular, esto, con el fin de mejorar la condición del paciente y evitar una amputación.

“La (intervención) quirúrgica se hace con bypass de las arterias de los pies, te cogen vena y te ponen en posición arterial y te lleva sangre de un lugar a otro; evitando el bloqueo y llevando sangre de un lugar a otro a esas áreas”.

Cuando el paciente no es candidato quirúrgico o cuando tiene una opción endovascular, entonces se va al tratamiento endovascular, que es mínimamente invasivo.

“Se entra por una incisión bien pequeña en la ingle o en otros lugares de la pierna y, con diferentes catéteres y alambres se inflan globos, se limpian las arterias por dentro, se le ponen balones con droga, se le hace malla. Todo ese tipo de tecnología se le hace para poder llevar mejor circulación, que el paciente se le alivie el dolor o se le quite del todo y empiece a cumplir con sus programas de ejercicio y rehabilitación”.

Sin embargo, el médico recalcó que la lucha contra la enfermedad periferovascular no termina con la revascularización, ya que, “si el paciente no pone de su parte, no va a poder permanecer permeable lo que se haga, ya sea quirúrgico o endovascular”, puntualizó.