La hipertensión es conocida como “la asesina silenciosa” y es común verla atacar adultos y personas mayores, pero esta peligrosa condición puede presentarse en etapas tempranas y ser nefasta para

los jóvenes.

“La hipertensión es una enfermedad en la cual hay un aumento significativo de la presión arterial”, definió el especialista en medicina interna, el doctor Yussef Galib-Frangie Fiol, MD, FACP.

Según el también presidente de la Asociación Médica de Puerto Rico, para diagnosticar hipertensión es necesario que se tomen dos medidas en dos exámenes médicos separados y realizados de manera correcta.

“La presión de arriba sistólica, que es la que nos dice cuando el corazón se contrae, debe estar en 130 milímetros de mercurio o menos. Esto, tomado en dos exámenes médicos en oficina por separado, tomando una medida adecuada; es decir en ambos brazos y el paciente sentado, tranquilo, sin cruzar las piernas y sin haber utilizado medicamentos que puedan aumentar presiones”.

“En el caso de la presión inferior, que es la diastólica, es la presión más bajita porque es cuando el corazón se relaja. Esta debe estar en menos de 89, así que eso también podría ser un criterio de hipertensión en todas las edades”, explicó Galib.

El doctor estableció que no es lo normal que pacientes pediátricos y jóvenes adultos padezcan de hipertensión, ya que es una condición común en los adultos y personas mayores, no obstante es posible que desde niño se padezca de la condición.

“Los pacientes más propensos a padecerla son las personas mayores de 35 años o aquellos pacientes que tengan alguna susceptibilidad congénita. Es raro verla en pacientes menores de 35 años, a menos que no tengan una causa secundaria de hipertensión”.

No obstante, Galib-Frangie establece que la hipertensión es “multifactorial”, por lo que depende de múltiples factores que se unen para causar ese fenómeno. Algunos de esos factores son la dieta, la genética y otros factores precipitantes como la utilización de medicamentos.

“Si el paciente tiene un historial de familiar con enfermedad coronaria o hipertensión temprana, si tiene historial de infecciones del tracto urinario recurrente, algún problema congénito del riñón, porque la presión se modula inicialmente en los riñones, no en el corazón como pensamos. También si tiene un historial de problemas al parto, que el paciente haya quedado por un periodo relativamente prolongado sin oxígeno o tiene un historial también de ronquidos, hiperactividad o somnolencia excesiva, pues sí, evidentemente va a estar en riesgo”, detalló el médico.

También existen medicamentos que según el doctor Galib, pudieran afectar la presión arterial en cualquier caso, sobre todo en niños, adolescentes y jóvenes adultos.

“Hay que verificar que el paciente no esté tomando medicamentos que aumenten la presión como los esteroides, que esté tomando estimulantes del sistema nervioso central. A pacientes con déficit de atención a veces se le dan estimulantes y obviamente eso puede causar elevaciones en la presión arterial. (Puede que) esté tomando descongestionantes que tengan pseudoefedrina que está contraindicada en niños, pero uno nunca sabe. O, que esté tomando contraceptivos orales en el caso de las mujeres”, señaló.

Asimismo, el doctor sugiere se lleve a cabo un análisis para conocer si esos pacientes adolescentes y jóvenes adultos acostumbran a utilizar sustancias ilícitas como la cocaína y anfetaminas, pues esto es un factor de riesgo determinante para la presión arterial.

¿Cómo prevenir la hipertensión a temprana edad?

Es importante reconocer que al ser una enfermedad “silenciosa”, la hipertensión no muestra síntomas propios que puedan ser perceptibles y que nos indiquen que hay un problema, por lo que se debe estar bien alerta.

“La mejor prevención es un buen diagnóstico. Intervenir temprano con estos jóvenes, tomar las medidas con cada visita, examinar sus hábitos, evaluar su historial familiar y personal, su uso de sustancias y medicamentos”.

“Generalmente no vemos muchas sintomatología que no sea aquella asociada a otras condiciones, por ejemplo: problemas del riñón, problemas de infecciones recurrentes de orina, problemas de crecimiento anormal. Si este paciente tiene enfermedades como diabetes juvenil e hipertensión temprana está muchísimo más propenso a enfermedad renal crónica, enfermedad cardiaca, enfermedad visual, enfermedad intracerebral y también enfermedad vascular perisférica que puede afectar la circulación en las extremidades. Todo de manera más acelerada”, sostuvo el también diplomático de la Junta Americana de Medicina Interna.

Por lo que las consecuencias de no llevar un estilo de vida saludable y no atender a tiempo la condición de hipertensión, sobre todo en niños, adolescentes y jóvenes adultos, puede ser nefasto para su calidad de vida en la adultez.

“Pueden presentar enfermedad renal crónica, enfermedad coronaria acelerada y con esto me refiero tanto a la arteroesclerosis temprana (arterias tapadas) como también mayormente a problemas con la bomba que es el corazón, que sería el problema de recrecimiento del corazón (hipertrofia del miocardio), cardiomiopatía que es un problema muscular, problemas visuales y también problemas con la circulación intracerebral”.

“Estos pacientes también podrían tener infartos cerebrales, tanto hemorrágicos isquémicos, que son los que ocurren cuando no hay oxígeno, y puede ocurrir también a nivel cardiaco más tarde en otro nivel de la vida”, enumeró el galeno.

Una de las recomendaciones es que personas con problemas de obesidad, monitoreen su presión arterial desde temprana edad para poder evaluar su condición y detectar la hipertensión a tiempo.

“En niños mayores de tres años, adolescentes y jóvenes adultos obesos, o que tengan factores de riesgo, hay que tomar la presión en cada visita al médico. Es lo primero que se tiene que hacer porque es buena práctica”.

Asimismo, el presidente de la asociación médica recomienda que toda persona a cualquier edad debe mantenerse en un buen peso corporal, realizar actividad física y llevar una alimentación adecuada con una ingesta moderada de sal, una ingesta adecuada de fibra, proteínas magras, ingesta moderada de carbohidratos.

“Todo es mesura”, concluyó el especialista en medicina interna.