La siesta, esa delicia española tan arraigada, se vincula a menudo con la somnolencia después de comer. Mientras que esta respuesta es considerada natural por los investigadores, la elección de alimentos puede modularla.

Algunos investigadores han planteado la hipótesis de que los animales, incluidos los humanos, tienen “señales de vigilancia” integradas que los mantienen despiertos y alertas cuando tienen hambre. Estas señales les ayudan a localizar y adquirir alimentos. Por tanto, una vez saciado el apetito, estas señales de vigilancia se disipan y son reemplazadas por sensaciones de fatiga.

La National Library of Medicine llevó a cabo un estudio revelador sobre los alimentos que desencadenan la fatiga, destacando el papel crucial de citocinas como la IL-1 en la patogénesis de la fatiga asociada con enfermedades crónicas.

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En el estudio con 16 participantes delgados y obesos, se investigó si el antagonista del receptor de IL-1, anakinra, afectaba la fatiga posprandial. Los sujetos corrieron antes de consumir una comida rica en grasas y carbohidratos. La Escala de Somnolencia de Stanford se utilizó para medir la fatiga, y las muestras de sangre se recopilaron antes y después. Los resultados mostraron que el antagonismo de IL-1 redujo la fatiga posprandial, siendo más efectivo en personas obesas que delgadas.

Aunque se identificó la participación de la IL-1 en la regulación de la fatiga posprandial, se destaca la necesidad de investigaciones adicionales para entender los efectos clínicos de estos hallazgos. Este estudio marca un paso significativo hacia comprender y abordar la fatiga asociada con la ingesta, brindando posibles vías para intervenciones terapéuticas.

Impacto de alimentos específicos:

Comidas ricas en grasas y carbohidratos pueden provocar somnolencia, especialmente en adultos obesos:

Carbohidratos procesados, como el pan blanco, pueden desencadenar una caída brusca de energía.

Cerezas, chocolate negro y carne roja, debido a su contenido de melatonina, serotonina o grasas, pueden inducir a la somnolencia.

Sin embargo, para una alternativa energética se recomienda incluir alimentos sin procesar, cómo frutas, verduras, proteínas magras y carbohidratos complejos.

Consejos para combatir la fatiga postprandial:

Comer pequeñas porciones con frecuencia.

Garantizar un sueño adecuado durante la noche.

Incorporar ejercicio moderado, especialmente después de comer.

Evitar el exceso de alcohol, optando por la hidratación con agua.

Descifrar los secretos de cómo los alimentos interactúan con nuestra energía después de comer es esencial para optimizar la productividad y el bienestar diario.