Se tira al piso, comienza a llorar y a gritar sin cesar, la carita se le va poniendo roja, se hala el pelo, y no escucha, ni razona...

Las rabietas suelen ser comunes en los niños, especialmente, a partir de los dos añitos. 

Quizás, los escenarios más difíciles o incómodos para los padres, son cuando sus hijos comienzan con estas pataletas en lugares públicos, o en lo momentos más inoportunos.

De acuerdo con el sicólogo Carlos Sosa, los niños nos ponen a prueba constantemente y nosotros, por lo general, nos desesperamos y no sabemos qué hacer. 

Lo bueno dentro de la situación es que a medida que van creciendo y madurando, por lo regular esa conducta se va extinguiendo. 

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 “Realmente, los niños pequeños están propensos a rabietas porque es parte del desarrollo. Claro, a unos les da más que a otros”, ilustró el doctor Carlos Sosa al ser consultado por Primera Hora. 

“El ser humano, por naturaleza, nace egoísta. La familia de los niños, particularmente los padres, tienen la responsabilidad de ir moldeando al pequeño a medida que va madurando”, dijo. 

“Esto es para que ellos (los niños) vayan conociendo cuáles son las reglas del juego. Usualmente, un niño recurre a una rabieta para lograr algo que quiere. La rabieta es sinónimo de frustración y es importante que las personas más allegadas a los niños sean conscientes”, agregó el profesional de la salud mental.

 No seas permisiva

No hay nada de malo en que los padres sean condescendientes con sus hijos, siempre y cuando no sean permisivos.

“En muchas ocasiones, los papás caen en la trampa y acceden a hacer lo que ellos quieren cuando les da una rabieta. No podemos acceder a sus berrinches. Si los complacemos estaríamos reforzando esa conducta. La rabieta sería efectiva si el niño logra su cometido y eso es lo que queremos evitar. La familia tiene que implementar las medidas adecuadas para que la criatura crezca con controles”, subrayó el sicólogo. 

Sosa reiteró que los progenitores de niños pequeños tienen que ser consistentes en su modo de educar y dejarle saber a sus retoños cuáles son las normas, qué es correcto hacer y qué es incorrecto hacer. 

“De esa manera, cuando sean mayores y tengan sus hijos también, puedan criarlos y educarlos correctamente”, manifestó.

“Hay que ser firmes con ellos. Decirles que lo que están haciendo no es correcto, y decirles que corregirlos no significa que no los amamos. Es importante los niños entiendan que un castigo no es sinónimo que de sus papás no lo quieren. Ellos tienen que sentir en todo momento, que nuestro amor es incondicional”, finalizó. 

Consejos si te pasa 

1. Prevenir. Anticiparse a la situación. Los padres saben perfectamente cuáles son las situaciones que pueden desencadenar una rabieta.

 2. Despistar. Son los signos de alarma que avisan que el pequeño está a punto de perder el control. Los padres deben improvisar para desviar la atención del niño

3. Ignorar. Un niño en pleno ataque de ira no puede razonar. Lo mejor que podemos hacer es ignorar su comportamiento, no prestarle ninguna atención.

4. Pasar la página. Aunque estemos todavía con la espinita del mal rato que nos ha hecho pasar, en el momento en que deje la rabieta lo seguimos y damos por terminado el tema sin hacer comentarios sobre lo que ha ocurrido.