“Prefiero estar así, aunque esté mal, antes que perderle”. Esa frase, pronunciada por una paciente llamada Cristina, fue el detonante que llevó a la reconocida psicóloga Silvia Congost a entender una de las trampas más peligrosas del amor romántico: la dependencia emocional.

En su conferencia “Dependencia emocional en la pareja”, que acumula miles de visualizaciones en YouTube, Congost disecciona con crudeza por qué tantas personas permanecen años atrapadas en relaciones que las destruyen física y mentalmente.

Amor vs. Autoengaño

Congost inició su intervención con una verdad incómoda: “No puedes amar a alguien de forma sana si tú estás sufriendo constantemente en esa relación”.

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A menudo, las personas justifican su permanencia en vínculos tóxicos bajo la premisa del “amor profundo”. Sin embargo, la experta señaló que esto suele ser un autoengaño alimentado por el miedo a la soledad. Es el pánico a no encontrar a nadie más, a perder la rutina compartida y a enfrentarse al vacío, lo que paraliza la decisión de cortar.

Los tres escenarios del amor

Según la experta, todas las relaciones se pueden clasificar en tres tipos:

  • La relación sana: Aquella donde hay paz, encaje y un proyecto común. Existen conflictos, pero se usan para crecer.
  • La relación que se vuelve tóxica: Empieza bien, pero los cambios de vida, valores o traumas crean una brecha irreparable.
  • La relación tóxica desde el origen: Vínculos donde nunca hubo encaje, marcados por el maltrato psicológico, la falta de respeto y la humillación desde el inicio.

La dependencia es una adicción

El punto más fuerte de su análisis llega cuando compara el amor tóxico con la ludopatía. La dependencia emocional funciona en el cerebro igual que una adicción.

“Es como el jugador que mete una moneda más esperando que esta vez sí toque el premio”, explicó Congost.

En la pareja, esa “moneda” es una nueva oportunidad, una reconciliación más o la esperanza de que el otro cambie. La persona se queda no por amor, sino por la necesidad de la “dosis” de compañía, a pesar de que la relación le esté consumiendo la energía, la memoria y la salud.

La hoja de ruta para salir

Si te has identificado con estos síntomas (obsesión, impotencia y desgaste), Congost propuso cuatro pasos innegociables para recuperar tu vida:

  • Comprender: la educación es poder. Entender qué es la dependencia emocional ayuda a dejar de culparse y ver el problema con objetividad.
  • Aceptar: asumir que se tiene un problema (“soy dependiente emocional”) sin fustigarse. Preguntarse: ¿Qué me está tratando de enseñar la vida con esto?
  • Reforzar la autoestima: tras una relación tóxica, la valía personal queda por los suelos (“no valgo”, “no puedo”). Es vital trabajar para revertir esas creencias y re-empoderarse.
  • Agradecer y avanzar: mirar atrás con gratitud por el aprendizaje obtenido (la fortaleza y madurez ganada) y lanzarse a la vida de nuevo, esta vez “libre, sano y feliz”.

El mensaje final de Silvia Congost es claro: quedarse en una relación que nos hace infelices no es un acto de lealtad, sino de autodestrucción. La salida existe, pero requiere la valentía de atravesar el síndrome de abstinencia para volver a encontrarse a uno mismo.