Una voz boricua que deja huella en Berlín
La soprano corozaleña Meechot Marrero lo dejó todo para ir a conquistar sus sueños en lejanas tierras alemanas.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
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Berlín, Alemania. Una enfermedad la puso a las puertas de la música. Y su voz y talento fueron la llave que las abrieron para siempre. Meechot Marrero tiene 30 años, es soprano puertorriqueña y triunfa en Berlín. Pero antes de llegar a Alemania casi pierde una mano y fue ahí, en medio de la angustia, que decidió que si salía bien de ese trance lo dejaría todo por seguir su sueño: cantar.
Meechot cursaba el último año de la carrera de biología y mientras recolectaba muestras de agua de mar –para medir la contaminación de las playas– se contagió de una bacteria que, literalmente, le comió la mano. Era una “flesh eating bacteria”, de esas que se alimentan de la carne.
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Los médicos le dijeron que si no se operaba, podía perderla. “Fue un wake up call”, cuenta sentada en una de las salas de ensayo de la Deutsche Oper de Berlín. El bofetón la hizo despertar y dejar los temores que tenía para dedicarse a la música, su gran pasión.
Una vez recuperada, Meechot abandonó la biología y estudió en el Conservatorio de Música de Puerto Rico. Se graduó y cruzó el charco para cursar una maestría en canto en la Universidad de Yale (Connecticut). Fue la primera mujer en ser aceptada con una beca completa. Meechot empezaba a dejar huella.
Allí, participó de una audición y el premio fue la American-Berlin fellowship en la Deutsche Oper Berlín. No hablaba ni una palabra de alemán, pero Meechot dijo sí. Cargó sus maletas de coraje, su voz impresionante y se fue a comer el mundo.
Los 12 meses del programa se convirtieron en tres años de éxito en tierra berlinesa.
La voz puertorriqueña de Meechot caló hondo en los alemanes y la Ópera acaba de contratarla como staff permanente de su compañía.
“Siempre soy Meechot Marrero, Puerto Rican soprano… dondequiera que me encuentre. Es más, la mayoría de la gente que conozco por ahí no saben qué hago todos los días, pero saben que soy puertorriqueña”, dice con orgullo mientras carga nuestra bandera.
Meechot Dalí, que lleva ese nombre en honor a una amiga de sus padres, tiene la música en la sangre, pues su padre es percusionista “y súper salsero”. Se crió en Corozal “con ese background de música popular, con la salsa” y nunca pensó que se iba a dedicar a la ópera. Pero se atrevió a darle la oportunidad a algo diferente y ahora espera entregarse a la música de Wagner, Schubert y Mozart para siempre.
“Como puertorriqueños, creo que mucha gente no le da la oportunidad a la ópera, porque es un poco ajeno a lo que estamos acostumbrados”, reflexiona.
“Mucha gente piensa que la ópera es elitista, que es para un grupo de personas en específico, pero honestamente no lo es. En una sociedad como esta (la alemana) en donde la ópera es parte de su cultura, a veces te sale más barato venir a la ópera que ir a ver un concierto de otro tipo”, cuenta.
Las entradas para sus presentaciones se consiguen desde 10 euros ($11).
“Conozca su isla, su cultura y dele la oportunidad a ese otro tipo de arte que también está ahí por alguna razón. Somos muchos los puertorriqueños que dedicamos la vida a la ópera y mucha gente no lo sabe”, agrega.
Pero vivir para la ópera no es tarea sencilla: “Es extremadamente sacrificado. Hay que entrenarse todos los días. Me levanto, tengo mi rutina, mis ensayos, mis prácticas, mis funciones. A veces empiezo a las 8:00 a.m y salgo a las 11:00 p.m cuando hay función”.
¿El sacrificio más grande? “Dejar a mi isla y venirme al otro lado del mundo a hacer lo que amo. Eso para mí es el sacrificio mayor”, asegura Meechot, que extraña además de la comida de su mamá, el sol puertorriqueño.
“Estar en casa viendo televisión sudando”, se ríe. “¡Santo Dios! Nunca había valorado tanto, simplemente levantarme, mirar arriba y sentir el calor del sol en la cara”, admite.
Aunque la ciudad se siente muchas veces fría y gris, según la intérprete, “a la misma vez siempre hay espacio para la vida” en Berlín.
Y en ese espacio, encontró un rincón para reunirse con un grupo de boricuas que conoció en la capital alemana. Son 10 de los nuestros que se contactaron entre WhatsApp, Facebook e Instagram. Regularmente, se juntan a comer comida puertorriqueña que ellos mismos preparan.
“No hay restaurantes boricuas en Berlín. ¡Mira que lo he buscado!”, dice con añoranza.
Para una noche boricua, “con arroz y habichuelas, alguna carne, música y algarabía”, Meechot tiene que ir a unos seis supermercados.
“Platanutres: supermercado chino. Plátano como tal: supermercado africano. Salsa de tomate: supermercado español. Habichuelas, gandules y garbanzos: en diferentes supermercados. Y comoquiera tengo que traerme el sazón de casa”, cuenta entre risas.
Ir de compras ha sido toda una odisea para la soprano, quien aprendió el alemán sola, en los pasillos de la ópera y con las maquilladoras. “Ellas son las que más me han enseñado”, explica. Sus horarios nunca le permitieron matricularse en un instituto para dominar el idioma.
“Llegar al supermercado y ni siquiera poder leer las etiquetas. Fue un poco overwhelming (abrumador) la primera vez. Lo más difícil fue ajustarme al idioma. La cultura como tal, la gente, es muy diferente. Me dio un poco de trabajo acostumbrarme al cambio, pero una vez le perdí el miedo al alemán todo cambió. Lo hablo, lo pataleo, lo batallo hasta que me comunico”.
Y como la comunicación es un ida y vuelta, Meechot también deja otra huella en Berlín más allá de su impresionante voz que le ha valido papeles protagónicos como el de “Liùi” en la obra ‘Turandot”, o el de “Micaela” en la obra “Carmen”. Al caminar por la “Deutsche Oper”, el legado de Meechot se siente a la distancia cuando un técnico choca con algo y se le escucha decir fuerte y claro en perfecto español: “¡Ay bendito!”
Piezas en las que se ha destacado
La boricua les ha puesto la voz y el cuerpo a roles estelares como:
“Liùi”, en “Turandot”
“Oscar”, en “Un ballo in maschera”
“Micaela”, en “Carmen”
“Adele”, en “Die Fledermaus”
“Papagena”, en “Die Zauberflöte”
“Jano”, en “Jenufa”
“Maria”, en “West Side Story”
“Adele” y “Bianca”, en “La Rondine”
“Vixen”, en “The Cunning Little Vixen”
“Micäela” y “Kseniya”, en “Boris Godunov”