La Nasa se encuentra en la etapa final de preparación del X-59, un avión supersónico concebido para demostrar que es posible viajar a velocidades superiores a la del sonido con un nivel sonoro reducido.

Este prototipo, parte central de la misión Quesst, tiene como meta recortar la duración del trayecto entre Nueva York y Londres a tres horas y 44 minutos, frente a las siete u ocho horas actuales.

El desarrollo se lleva a cabo en la planta Air Force Plant 42, en Palmdale, California, donde ingenieros realizan pruebas técnicas destinadas a garantizar la seguridad antes de su vuelo inaugural.

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Un diseño enfocado en reducir el estampido sónico

El X-59 mide 30.4 metros de largo, con una envergadura de 9 metros. Su fuselaje es alargado y las alas son delgadas y extendidas, una configuración pensada para modificar la propagación de las ondas de choque.

A diferencia del fuerte estampido sónico que genera un avión convencional al romper la barrera del sonido, esta aeronave busca producir un “golpe sónico” comparable al cierre de una puerta de automóvil percibido a la distancia.

De confirmarse su eficacia, este avance permitiría revisar la normativa vigente en Estados Unidos que, desde hace más de 50 años, prohíbe los vuelos supersónicos comerciales sobre tierra. En lugar de un límite de velocidad, se aplicaría un límite de nivel sonoro, lo que abriría la posibilidad de nuevas rutas más rápidas en el mercado de la aviación.

Ensayos técnicos clave en California

Las pruebas recientes incluyeron la manipulación de hidracina, un químico corrosivo que se emplea como sistema de respaldo para reiniciar el motor en vuelo. Este procedimiento resultó fundamental para garantizar la fiabilidad de la aeronave en situaciones de emergencia.

Asimismo, en julio se llevaron a cabo ensayos de rodaje a baja velocidad, en los que el avión se desplazó por primera vez con su propia potencia, validando la estabilidad y el control del aparato en tierra.

La Nasa destacó que cada verificación está diseñada para comprobar la respuesta de los sistemas en condiciones reales, lo que permite a pilotos e ingenieros avanzar con confianza hacia fases de mayor exigencia.