Southfield, Michigan. - Los jóvenes que aprenden artes marciales en un centro al norte de Detroit no son considerados estudiantes.

Sus instructores utilizan una palabra diferente.

Héroes.

Esto es porque las técnicas que aprenderán esos niños no se emplearán para derribar a un oponente en el gimnasio sino contra las enfermedades mortales que arrasan sus jóvenes cuerpos y amenazan sus vidas.

El programa Kids Kicking Cancer (Niños Pateando al Cáncer), con sede en Southfield, en Michigan, enseña a emplear técnicas de respiración y relajación propias de las artes marciales para gestionar el estrés, ansiedad y dolor derivados de sus patologías y tratamientos médicos.

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La iniciativa partió de Elimelech Goldberg, un rabino y cinturón de primer Dan en Choi Kwang Do. Conocido entre los niños como "Rabino G," Goldberg dijo que comenzó Kids Kicking Cancer inspirado por la memoria de su hija Sara, que fue diagnostica con leucemia justo después de su primer cumpleaños y sucumbió a la enfermedad poco más de año después.

Uno de los niños de la clase de "pequeños héroes", como Goldberg les llama, es Jayson Harris, un niño de 9 años de Detroit cuyo cáncer está en remisión.

"Estar en clase es como una segunda familia para mí", dijo Jayson poco antes de ocupar su puesto sobre el tatami y golpear una tablilla sostenida por el instructor Michael Hunt.

El entrenamiento está diseñado también para enseñar a los niños a tomar el control de las situaciones que les afectan. O como dice Goldberg, para enseñarles a ser vencedores en lugar de víctimas.

Hunt, de 27 años, fue el último en unirse a la primera clase de Goldberg en 1999. Había pasado un año de quimioterapia para tratar un cáncer de músculos conocido como rabdomiosarcoma, además de por una operación en la que le quitaron cuatro costillas y un tumor del pecho. Más tarde le implantaron dos varillas metálicas a ambos lados de la columna vertebral.

Formar parte de Kids Kicking Cancer le permitió reducir la medicación que tomaba para el dolor y, como entrenador, es un recordatorio omnipresente a los participantes de que el programa puede ayudar.

"Les cuento mi historia, y dicen como 'Oh, OK. Ahora sé que puedo hacerlo''', dijo Hunt.