Hace tres meses, Jasmine Negrón, de 18 años, estaba internada en un hospital en Manhattan, Nueva York, recibiendo tratamientos para combatir un tipo de cáncer conocido como linfoma de Hodgkin que le había sido diagnosticado hace poco más de un año. 

Hoy, la simpática y risueña joven, ya con unas cuantas pulgadas del cabello que perdió por la quimioterapia y con una sonrisa que evidenciaba la felicidad de haber sobrevivido a la enfermedad recibía otro tipo de tratamiento: un cambio de imagen en Wanda Montes Salon, como parte de una actividad coordinada entre el salón de belleza y el Hogar de Niños Que Quieren Sonreír de la Sociedad Americana Contra el Cáncer de Puerto Rico.

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“Me siento alegre y bendecida porque Dios me ha sanado y es muy emocionante poder continuar con mi vida”, concedió la recién graduada de escuela superior mientras la estilista Xiomara Roa le secaba el cabello.

Negrón reconoció que también se sentía como una artista con todas las atenciones que recibía de Roa y de los periodistas que habían sido convocados a la actividad. Pero para Jasmine, el cambio físico que va experimentando con su recuperación es solo una parte de la transformación que provocó en ella la enfermedad.

“Muchas veces las chicas tenemos complejos por el físico porque se nos cae el cabello, perdemos peso, los glúteos, los senos, pero este proceso nos hace tener belleza interior y estas cosas son oportunidades que agradezco”, comentó.

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Lucía Saldala, de 19 años, también esperaba por su cambio de imagen, una oportunidad que aprovecharía tras cuatro años libre de quimioterapias y radioterapias que comenzaron cuando tenía 14. En su celular había guardado varias alternativas que le sugeriría a su estilista y estaba muy optimista sobre lucir y sentirse “diferente”.

Provocar esa sensación de bienestar interior es precisamente el objetivo del evento que el personal del hogar y Wanda Montes han perseguido por los nueve años que lo han realizado y del que hoy participaban en total 15 jóvenes, seis varones y nueve féminas entre las edades de 13 a 21 años.

“Muchos de estos jóvenes lidian con una situación de imagen cuando han terminado sus tratamientos. Han salido de una etapa de desarrollo que ha sido lacerada y lastimada. Este tipo de actividad los lleva a ellos a descubrir lo bellos que han sido siempre, pero que a veces, en medio de estos procesos de enfermedad lo olvidan”, apuntó la especialista del Programa de Pediatría de la Sociedad Americana Contra el Cáncer en Puerto Rico, Bárbara Ríos.

La estilista Wanda Montes, por su parte, celebró la oportunidad que significa para ella y sus colegas compartir un rato con los jóvenes.

“Esta es la gran oportunidad que tenemos mis compañeros, mis colegas y yo de tener alimento para el alma, de poder realmente tratar de ayudar a otras personas”, comentó mientras le presentaba alternativas de estilo a una de las chicas. “No necesariamente tienes cambiar la imagen completa, pero lograr que un rato esta chica se haya reído conmigo, tratando yo de ofrecerle opciones… Ese rato es divertido y te hace sentir bien. El ser humano que tiene una actitud positiva, que se siente bien cómo luce, qué mejor medicina”, puntualizó.