WASHINGTON. Importantes funcionarios del Congreso de Estados Unidos y la Casa Blanca salieron de las duras negociaciones en el Capitolios sobre un rescate de casi $2 billones para hacer frente al brote de coronavirus, indicando que esperaban alcanzar un acuerdo el martes.

Según ha trascendido, el plan ha contemplado un cheque federal de $1,200 por individuo, aunque esta ayuda -como todo el plan- está en veremos hasta que se finiquite un acuerdo y reciba la firma del presidente Donald Trump.

El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, dijeron haber hablado por teléfono con Trump durante la larga noche de conversaciones. Aunque ambas partes resolvieron muchos detalles del amplio paquete, quedaban algunas discrepancias.

Relacionadas

Ambos hicieron declaraciones por separado en la medianoche del lunes indicando que las negociaciones continuarían toda la noche.

“Estamos deseando tener un acuerdo mañana (hoy)”, dijo Mnuchin a la prensa tras salir de la oficina de Schumer.

“El presidente nos da indicaciones”, dijo el secretario del Tesoro. “El presidente querría tener un acuerdo y confía en que podamos concluir esto”.

Poco después Schumer se mostró de acuerdo en que estaban cerca de un acuerdo. “Esa es la expectativa, que terminemos esto mañana y esperemos poder votarlo mañana por la noche”, dijo.

La larga noche de conversaciones indirectas llegó tras un largo día intentando acercar posiciones. El enorme paquete es un amplio esfuerzo por proteger la economía estadounidense, ayudar a los hogares y reforzar el sistema sanitario en medio de la creciente crisis. Mnuchin dijo que se esperaba que las negociaciones se reanudaran a las 9:30 a.m. de hoy.

Durante el día hubo momentos de tensión debido a la resistencia de Washington de responder al creciente brote de coronavirus, mientras el Congreso discutía sobre el plan de rescate de casi 2 billones de dólares y un impaciente Trump se planteaba abiertamente dejar que la cuarentena de 15 días expirase el lunes 30 de marzo.

Mientras Estados Unidos se preparaba para una oleada de enfermos y millones de personas se veían confinadas en casa para evitar un pico de infecciones que podría sobrepasar a los hospitales, la intervención federal más ambiciosa de la era moderna ponía a prueba si Washington podía actuar con rapidez para gestionar la pandemia en casa.