Tropas de la Guardia Nacional patrullando las calles de ciudades estadounidenses. Armas de guerra desplegadas contra pandillas internacionales sospechosas de narcotráfico. Bases y recursos militares redirigidos a operaciones masivas de control migratorio.

El presidente Donald Trump está implementando rápidamente su visión del ejército como una herramienta todopoderosa para alcanzar sus objetivos políticos. Es un terreno que los presidentes rara vez han pisado fuera de tiempos de guerra, y expertos advierten que esto está redefiniendo el rol de las fuerzas armadas más poderosas del mundo y su relación con la población estadounidense.

Sin embargo, mientras Trump intensifica de forma dramática el uso de la fuerza militar, los republicanos en el Congreso —donde se supone que deben originarse las autorizaciones para este tipo de acciones— han hecho poco más que aplaudirlo. Esto le está dando al presidente un margen significativo para continuar, mientras planea enviar tropas próximamente a Chicago, Baltimore y Nueva Orleans.

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“Si yo fuera uno de esos alcaldes, estaría encantado de recibir ayuda”, dijo el senador Roger Wicker, republicano por Misisipi y presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, desde el Capitolio, donde tropas de la Guardia Nacional patrullaban los alrededores. “Creo que los demócratas de las grandes ciudades están cometiendo un gran error. Están siendo sordos al contexto”.

Legisladores de Luisiana —un estado republicano que rodea a la políticamente demócrata Nueva Orleans— dijeron que era una excelente idea enviar allí a la Guardia Nacional.

“Nueva Orleans, como la mayoría de las ciudades gobernadas por demócratas, tiene una alta tasa de criminalidad, así que sería útil”, declaró el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, republicano de Luisiana, a The Associated Press.

El senador John Kennedy, también republicano por Luisiana, coincidió: “Necesitamos toda la ayuda posible. Estoy encantado de traer a la Guardia Nacional”.

En los últimos años, los republicanos han logrado éxitos políticos enfocándose en el tema del crimen. La gran mayoría de los estadounidenses —un 81%— considera que el crimen es un “problema grave” en las grandes ciudades, según una encuesta reciente del Centro AP-NORC para Asuntos Públicos. Ese número incluye a casi todos los republicanos, aproximadamente tres cuartas partes de los independientes y casi 7 de cada 10 demócratas.

No obstante, las estadísticas muestran que el crimen en general está disminuyendo en todo el país, y algunas ciudades están reportando los niveles más bajos en 30 años.

Por qué el uso de la Guardia Nacional por parte de Trump es único

Históricamente, el uso de tropas de la Guardia Nacional en suelo estadounidense se ha reservado para circunstancias extraordinarias, como desastres naturales o cuando las autoridades locales se ven sobrepasadas por disturbios civiles. Rara vez los presidentes han utilizado estas tropas con fines policiales.

Algunos ejemplos notables incluyen: la huelga de Pullman en Chicago en 1894; su despliegue durante la era de los derechos civiles para hacer cumplir la desegregación en el sur; y en 1992, durante los disturbios tras la brutal golpiza policial al automovilista Rodney King y la posterior absolución de los agentes implicados en los cargos estatales.

Expertos señalan que la misión de Trump contra el crimen es distinta porque no responde a una crisis específica. En cambio, el presidente está utilizando al ejército para implementar políticas domésticas, ya sea mediante el uso de aeronaves militares para vuelos de deportación, el refuerzo militar en la frontera con México o la orden de que la Guardia Nacional esté preparada para funciones policiales.

“Todas estas acciones indican que esta administración está haciendo un esfuerzo amplio y deliberado para insertar al ejército en la aplicación de la ley civil de una manera y a una escala sin precedentes en la historia de Estados Unidos”, dijo Joseph Nunn, abogado del Programa de Libertad y Seguridad Nacional del Brennan Center.

Trump dice que tiene el “derecho” de enviar tropas de la Guardia Nacional a las ciudades, incluso en contra de la voluntad de los gobernadores estatales.

“Soy el presidente de los Estados Unidos. Si creo que nuestro país está en peligro —y está en peligro en estas ciudades— puedo hacerlo”, dijo esta semana.