Contar con un registro de mascotas sería una de las herramientas que pudiera ayudar a minimizar el problema de accidentes con animales que ocurren en nuestras vías de rodaje, según expresó Francisco Meléndez, expresidente del Colegio de Médicos Veterinarios.

El experto, que lamentó la “triste” situación que hay con tantos animales accidentados, conoce de primera mano las atenciones y la necesidad de colaborar con municipios que le llaman en busca de asistencia.

Comentó que, lamentablemente, en muchos casos no es posible salvar a animales que agonizan luego de un impacto y tienen que recurrir a sacrificarlos.

Sin embargo, agregó, en ocasiones sí se puede salvar al animal, “y ahí viene lo que estamos hablando de la necesidad de un registro de mascotas. Porque yo lo voy a atender, pero ahí ya hay que hacerlo pro bono, prácticamente, porque no hay a quién reclamarlo”.

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Dr. Francisco Meléndez Ramírez, veterinario
Dr. Francisco Meléndez Ramírez, veterinario (Suministrada)

“A veces, algún municipio tiene ciertas propuestas, sus métodos, pero eso es a lo que pueda cada cual. No hay nada establecido, no hay nada uniforme, no hay un protocolo. En cuanto al pago de honorarios tampoco hay nada establecido”, expresó en entrevista con Primera Hora.

“Vemos diariamente perros, gatos, iguanas. Quedan a veces en medio de la carretera y pueden causar accidentes. Y es algo que pasa todo el tiempo. Aquí tenemos un descontrol en las calles. Y por eso insistimos en el registro de mascotas. Si tuviésemos un registro de mascotas, tuviésemos un censo. El gobierno de los Estados Unidos, viene cada 10 años y hace un censo de la población de Puerto Rico. El registro de mascotas te puede dar un número de las mascotas perdidas, se perdieron tantas al año de las registradas; en el área sur, en el norte, hay tantos animales registrados”, comentó, agregando que la situación suele agravarse en cada temporada de fin de año, cuando el uso desmesurado de pirotecnia provoca que miles de mascotas se pierdan mientras huyen de los ruidos, “y terminan atropellados, o preñándose, y perros realengos”.

“Y volvemos, si tuviéramos un registro de mascotas, todos esos perros estuviesen identificados con un microchip, salen a la calle, se escanean, y podrían regresar a su hogar. ‘¡Ah, mira, un perro con un collar!’, le pasas el escáner, tiene un código, ‘ah, mira, fulano de tal, tú perro está aquí, vete y búscalo a la comisaría’. Por eso es importante el registro de mascota y el microchip”, insistió.

Triste realidad

Mientras, desde otro frente, con mucho sacrificio y limitados recursos, rescatistas, voluntarios y organizaciones en defensa de los animales trabajan incansablemente para evitar que animales mueran atropellados en las vías.

Maricarmen Rivera Falcón, quien trabaja con el Santuario de Barranquitas y otras iniciativas en favor de los animales en Comerío, confirmó, y lamentó, la grave situación que existe con los animales que terminan golpeados o atropellados en carreteras.

Maricarmen Rivera Falcón, quien trabaja con el Santuario de Barranquitas.
Maricarmen Rivera Falcón, quien trabaja con el Santuario de Barranquitas. (Suministrada)

Aseguró que con frecuencia reciben en el santuario animales heridos como consecuencia de accidentes, en particular perros y gatos, que llegan “lastimados, con las patitas partidas”.

“Si algún voluntario va de camino, ve un perro herido, lo recogemos y lo llevamos al santuario. No puedo decir cantidad exacta, pero sí, ocurre a menudo, y más los gatitos. Esto pasa con frecuencia, y más en los campos”, agregó.

Sin embargo, aclaró que tales rescates se dan por la buena voluntad de las personas.

“Pero no hay un protocolo. Y no lo hay porque si alguien actúa de buen samaritano, cuando llega al veterinario, tiene que pagar la cuenta esa persona. Y, pues, yo no puedo recoger un animal que está herido, y pagar una cuenta de ciento y pico o dos cientos y pico de dólares, en el mejor caso. Y entonces, ¿por qué opta la persona? Pues dejarlo en la calle, porque sabe que tiene que ser responsable de ese animal y el costo económico en el veterinario. Eso entonces lo asumimos nosotros (en el santuario), con la cuenta y todo lo que conlleva”.

Esos gastos suelen ser mayores en el caso de los santuarios, donde no se practica la eutanasia, y el animal, a menudo, se queda ahí por el resto de su vida, en especial si ya tiene más edad o ha sufrido heridas. Esos casos las posibilidades de adopción “son mínimas, si alguna. Casi nunca adoptan perros mayores”.

“Y por eso muchos animales se quedan en la calle, porque quien los recoge es responsable del tratamiento médico”, insistió.

“Y entonces, volvemos a lo mismo: realengo, lo atropelló un auto, ¿quién es el dueño? Nadie asume responsabilidad. Y entonces, el municipio le está soltando todo a los albergues y a los santuarios, zapatean todo, no dan ninguna ayuda, y es bien costoso”, denunció.

“Y los rescatistas dejan su pellejo. A veces son las 2:00, 3:00 de la mañana, rescatando un animal que llamaron porque está atropellado en la calle, o una perrita con los ‘puppies’ acabados de nacer, sin abrir los ojos, en la carretera”, ejemplificó.