“Soy un ejemplo de que sí podemos ser merecedores de oportunidades”.

Michael Rivera López, de 33 años, fue acusado de asesinato y de venderle drogas a un agente encubierto de la Policía. Tras su condena de 53 años se puso como meta no cumplir más de una década tras los barrotes.

Hoy, con su empeño, arrepentimiento y enfocado en los estudios, lo logró.

“Le doy gracias a Dios que siempre me cuidó, que siempre me protegió, que siempre me ayudó, me abrió las puertas necesarias”, afirmó el joven a Primera Hora, previo a graduarse de un grado asociado en Mercadeo Digital, con la distinción de Suma Cum Laude, de la Caribbean University.

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De hecho, Rivera López cree que fueron los estudios que emprendió lo que le ayudó a salir de la institución penal 308 en Bayamón hace un año y ocho meses.

Señaló que, en vez de darse por perdido, “en cada cambio, estudié, trabajé, inclusive estudié refrigeración. Me convertí en artesano también, dentro de la misma institución pude salir a hacer ventas y todo de artesanía. Y, pues, gracias a Dios, a los proyectos que vinieron y todas las cosas, pues, pude estar en la libre comunidad”.

El caso de Rivera López fue uno de los que la universidad utilizó como ejemplo, tras realizar la segunda graduación de confinados del programa Second Chance Pell, el cual otorga la Beca Pell a reos que deseen rehabilitarse.

Grupo de confinados celebra durante su graduación en el Caribbean University.
Grupo de confinados celebra durante su graduación en el Caribbean University. (Frances Rosario)

En total, se graduaron 67 confinados de certificados profesionales o grados asociados, en un evento realizado en el Centro de Convenciones Pedro Rosselló González, en Miramar. En la misma graduación, el excomisionado de Manejo de Emergencias, Nino Correa, obtuvo su grado de maestría.

“Ustedes hoy me dan a mí 67 razones cuando me pregunten si hay rehabilitación en el Departamento de Corrección y Rehabilitación… Ustedes dicen mucho del futuro de Puerto Rico. No permitan, no permitan que nadie los juzgue por el pasado. Vamos para adelante”, señaló el secretario del Departamento de Corrección, Francisco Antonio Quiñones Rivera, en el breve mensaje que ofreció como parte de la graduación.

Rivera López, quien pudo continuar en el programa educativo pese a que salió de prisión, es uno de esos que no desean que lo juzguen. Ahora, busca abrir su propio negocio en jardinería y ayudar a varios familiares que son cantantes del género urbano en asuntos de mercadeo. También está en su futuro completar un bachillerato en Contabilidad.

“En algún momento, me perdí mi sueño de pequeño de servir en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, por no dar la milla extra, por no creer en mí. No pierdan su sueño por no creer en ustedes. Crean en ustedes y tomen las decisiones necesarias. Hagan un esfuerzo y sean valientes”, llamó el exconfinado.

Otro de sus compañeros que aceptó el reto fue Joel Martínez Tull, de Ponce.

El hombre contó que dejó la escuela a los 13 años y comenzó su vida en el bajo mundo. A los 20 años ya estaba preso. Ya lleva 33 años en la cárcel.

“En la prisión terminé mi cuarto año de escuela superior y, desde entonces, solicité estudios universitarios. Pero, lamentablemente no se ofrecían los mismos. Pero, nunca perdimos las esperanzas y, afortunadamente, para sorpresa nuestra, en el año 2022 se aprobó el proyecto Second Chance Pell, de segundas oportunidades, gracias a una iniciativa del Congreso de los Estados Unidos. Este proyecto permite que todos los confinados y confinadas de Estados Unidos y Puerto Rico que cumplan con los requisitos se puedan beneficiar de la beca Pell para su educación en la universidad. A medida que todo este proyecto iba tomando forma, a la única universidad en Puerto Rico que le hacen el honor de ser invitada para formar parte de este histórico proyecto es a Caribbean University”, relató.

Bajo este proyecto, Martínez Tull se graduó de un grado asociado con una distinción de Suma Cum Laude, en Ciencias de Computadoras.

Contó que las clases se daban de manera virtual o los profesores acudían a la institución penal para enseñarles. Aceptó que todos los confinados estaban nerviosos por fallar en este proceso de convertirse en universitarios. No obstante, dijo que los profesores siempre les motivaron a lograr la meta.

La universidad no nos hundió, ni marginó por el hecho de haber sido convicto. Esto sí es educación inclusiva”, resaltó.

Añadió que “a través de la educación adquirimos los conocimientos necesarios para enfrentar la vida ante un exigente y competitivo mundo laboral. Los sueños no caducan. Enfrentamos los tropiezos en la vida con valentía. Quedarnos en el piso no era una opción. Nos levantamos con coraje hasta lograr alcanzar nuestras metas. Hoy podemos decir con orgullo que lo soñamos y lo hemos logrado. Somos la segunda clase de confinados y confinadas que nos graduamos de Caribbean University. ¡Qué satisfacción se siente cuando uno hace lo correcto y da la milla extra!”.

El secretario de Corrección comentó a Primera Hora que se proponen alcanzar un acuerdo con la universidad para que los convictos también logren bachilleratos en la institución. Dijo que la meta es que la población penal logre reinsertarse en la comunidad, tras cumplir su sentencia.

También tenemos alrededor de 200 estudiantes en la Universidad de Puerto Rico. Así que hay muchas historias de éxito y vamos a seguir impulsando esto, dándole los ofrecimientos a la población correccional para que sigan preparándose y lograr una reinserción real”, precisó Quiñones Rivera.