La falta de comunicación es la deficiencia principal del Departamento de Educación, especificó Chris Soto, asesor “senior” del secretario de la agencia federal, Miguel Cardona.

“(La deficiencia) más significativa que hemos visto durante la semana pasada es el simple punto de comunicación”, comentó Soto a Primera Hora, quien lidera el Equipo de Sostenibilidad de la Educación de Puerto Rico (PRES, por sus siglas en inglés) que busca establecer una recuperación educativa con un enfoque “holístico” basado en tres pilares: responsabilidad financiera, infraestructura escolar y apoyo en el manejo de programas educativos.

La disonancia no se confina dentro de Educación, sino que es palpable en la relación entre la agencia y otras dependencias encargadas de mejoras en la infraestructura de planteles escolares y entre el Departamento y el síndico Álvarez & Marsal Holdings, Inc., empresa contratada por $79.6 millones para el manejo de fondos federales.

“(Tenemos que) superar algunos de los dolores de crecimiento que ha existido al tener un tercero fiduciario y eso está bien. Son nuevos y eso está bien. Vamos a superar eso”, expresó Soto.

“La clave es asegurarse de que todos los jugadores estén en la mesa, y que el Gobierno de Puerto Rico sepa que todas nuestras agencias están aquí a su disposición”, agregó.

Asimismo, Soto mencionó que personal de Educación requiere de adiestramiento nuevo, debido al cambio de administración, la nueva relación entre la agencia y el síndico y la contratación de nuevos empleados.

“La comunicación es clave. Estamos aquí desde un lado programático para establecer mejores prácticas”, reiteró al afirmar que el trabajo de PRES busca “derribar silos y muros” de mala comunicación.

“Los recursos no son el problema”

Junto al equipo de PRES, Soto escuchará a alumnos, miembros de comunidades escolares, organizaciones sin fines de lucro y visitará escuelas. De esta manera, corroborará que el plan que sometió el Departamento de Educación para recibir los $2.9 mil millones del Fondo de ayuda de emergencia para escuelas primarias y secundarias (ESSER, por sus siglas en inglés) es cónsono con las necesidades existentes del sistema escolar.

“Nuestro objetivo después de este viaje es tomar lo que hemos escuchado y decirle al Departamento de Educación de Puerto Rico: ‘mira, esto es lo que hemos oído, así es como podemos proporcionar cierta asistencia técnica, así es como podemos apoyarte’”, adelantó al catalogar la identificación de necesidades como el plan a corto plazo del Departamento de Educación federal para la isla.

El plan permanece bajo evaluación y aún no se ha aprobado. Entre los asuntos que Soto espera encontrar es que se atienda la deserción escolar, ya que aplicará el uso de fondos de emergencia para estos fines, por cuanto el aumento reciente en el abandono de los estudios podría deberse a la pandemia del COVID-19. Según el estudio “Algunos determinantes de la deserción escolar en Puerto Rico”, elaborado por el doctor y economista José Caraballo Cueto y auspiciado por la Fundación Segarra Boerman, unos 33,704 alumnos abandonaron sus estudios entre los años fiscales 2015 al 2021.

“Los recursos no son el problema. No son el problema para ningún distrito escolar del país en este momento. Entonces, queremos asegurarnos de que (Educación) tenga algo en su plan que se dirija a los estudiantes que abandonaron la escuela. ¿Cuál es su plan para utilizar estos fondos para esos estudiantes?”, sostuvo Soto.

De igual modo, este plan deberá materializarse dentro del salón de clases, mediante suministros para docentes y recursos para enriquecer la educación, entre otros recursos de uso cotidiano.

“Parte del por qué estamos aquí es para asegurarnos de que los fondos federales lleguen a las aulas de las escuelas. Hemos escuchado algunos desafíos que llegan de diferentes lugares y es por eso que estamos aquí, para identificar cuáles son esos obstáculos, cómo los superamos y si nosotros, como agencia, necesitamos aclarar las regulaciones o las cosas en la ley”, comentó.

Modernización y desligarse del síndico

En las metas a largo plazo para Puerto Rico, la agencia federal buscará que se implante una transformación completa al sistema educativo, evitando recaer en “la educación antes del COVID-19″.

Para esto, tiene como plan futuro desligarse del síndico Álvarez & Marsal Holdings, Inc., nombramiento que ya recibió críticas de parte de la comisionada residente en Washington D.C., Jenniffer González, por la burocracia adicional que se sumaría a la agencia. Así, el Departamento local tendrá más autonomía.

Además, se proyecta como meta a largo plazo construir nuevos planteles modernos, específicamente en la región suroeste donde la gran mayoría de los planteles escolares tuvieron daños significativos por los seísmos del 2020.

“Nuestro secretario (Cardona) ha dejado muy claro que los estudiantes aprenden mejor cuando están en las aulas y es por eso que hemos hecho una prioridad para mirar el trabajo de infraestructura e involucrarnos en ese trabajo, porque eso no es algo que normalmente hace nuestra agencia. Estamos felices de ver que el proceso avanza junto con el PMO (la Oficina de Gestión de Proyectos) y, por lo tanto, continuaremos involucrados en esa conversación, asegurándonos de que estamos pensando en cómo son las aulas del siglo XXI, pensando en las tendencias futuras en la educación y los estudiantes”, dijo al recalcar que la Casa Blanca formó un equipo de trabajo para la recuperación que incluye a Educación, el Departamento de Energía, la Agencia Federal para el Manejo de las Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) y la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés).

Otro punto en la agenda es evolucionar el currículo para preparar al estudiante contemporáneo a la demanda laboral.

“Como meta a largo plazo, estamos analizando lo que se necesitará para salir del contrato fiduciario para asegurarnos de que, en unos años, estemos poniendo las palas en el suelo para nuevas escuelas, tener aulas del siglo XXI que estén diseñadas para el desarrollo de la fuerza laboral que la isla necesita y asegurarnos de que, cuando miramos hacia atrás en esta inversión de $2.9 mil millones, digamos: ‘OK, hicimos algo realmente transformador y no vamos a volver a cómo era la educación antes del COVID’”, pronosticó.