Yo decidí que a mí el cáncer ni me iba a silenciar, ni me iba a robar un solo minuto de mi tiempo. En ese sentido, en vez de tener que aprender a vivir con el cáncer, el cáncer tuvo que aprender a vivir conmigo”.

Esta fue la actitud que asumió Mariela Vallines Fernández, la directora de la Autoridad del Distrito de Convenciones de Puerto Rico, cuando en medio de las Navidades del 2018, un picor en el seno izquierdo la llevó a sentir como si tuviese “un garbanzo seco” dentro de su piel.

Eran tiempos difíciles y la mente la tentaba a pensar en lo negativo. Mucho tuvo que ver el que el expresidente del Partido Popular Democrático, Héctor Ferrer Ríos, recién había fallecido de cáncer en noviembre de ese año y la periodista Keylla Hernández murió el 31 de diciembre de 2018, días después de que Vallines Fernández fuera diagnóstica con la enfermedad.

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Aceptó que “estaba pasada de haberme hecho la mamografía. Ya me tocaba hacía rato, y por el trabajo y por el esto y por el aquello y por lo otro, no me lo había hecho”.

Entonces, casi en víspera de Navidad corrió a hacer las compras a última hora. Llegó a su casa cargada de paquetes. Pero, por la sensación que sintió en su seno, tuvo que soltarlos de inmediato.

La funcionaria señaló que se rascó fuerte y duro. Entonces, sintió ese tumor del tamaño del garbanzo.

“Mi esposo (Pedro Lantigua) llega y le digo: ‘chequéame esto, porque aquí hay algo raro’. Me dice: ‘Sí, tienes algo’”, comentó.

Para ese tiempo, Vallines Fernández era vicealcaldesa de Guaynabo. Por ello, llamó al hospital municipal para conocer si le podían hacerle una mamografía con urgencia.

En cuestión de días, la funcionaria tenía cita con un cirujano para una biopsia y, luego, una consulta con un oncólogo con un diagnóstico positivo a cáncer de mama. Ese día que marcó su vida fue el viernes, 21 de diciembre de 2018.

Este octubre, con motivo del Mes de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama, Vallines Fernández relató su historia para que otras mujeres sean precavidas y también conozcan que puede haber vida plena tras ser tocadas por el cáncer.

Según estadísticas oficiales provistas por el Departamento de Salud, el cáncer de mama o de seno se ha convertido en el de mayor prevalencia entre las féminas boricuas.

De 34,221 mujeres diagnosticadas con cáncer entre los años 2016 al 2020, el 18.6% fue con cáncer de mama. Le siguió con un 12.7% el cáncer colorrectal y con un 8.9% el cáncer en los pulmones.

Por edades, el cáncer de mama prevaleció entre las boricuas como número uno entre todos los grupos posterior a los 35 años. Para menores de esta edad, fue el cáncer de tiroides el que tuvo ventaja. El de mama quedó segundo.

Vallines Fernández comentó que lo peor que puede hacer una mujer es sobreponer el trabajo y todo el ajetreo diario a un chequeo médico.

Dijo que, en su caso, si no le hubiese causado la picazón, “nunca hubiera tenido tiempo y no me hubiera hecho la mamografía. Y, por eso es que el mensaje principal en este mes es que es el mes de la concienciación. O sea, es el mes de que tenemos que entender la importancia de hacer esa cita, de ir a hacerse la mamografía, la sonomamografía, de ir al ginecólogo, de palparse cuando uno se baña y hacerse ese autoexamen. ¿Sabes? Eso es importantísimo, porque el peor enemigo de este diagnóstico es no cogerlo a tiempo”.

Aunque por cosas del destino Vallines Fernández supo a tiempo de su diagnóstico, la recomendación del especialista fue drástica, ya que tenía muchas probabilidades de que el cáncer fuese recurrente.

Para el 18 de enero de 2019 fue sometida a una mastectomía doble o extirpación de ambos senos.

Según relató, lo más difícil del proceso fue contarle a su hijo Enrique del diagnóstico y, en medio del proceso de quimioterapias, tener que llevarlo a una universidad en Texas donde había sido becado para jugar béisbol.

“Yo había trabajado toda una vida para ese momento. O sea, yo había corrido cantina, lavado pantalones blancos y sacarle las manchas, yo había frito empanadillas para vender, para sacar fondos, yo vendí chocolates, vendí mucha agua en la luz. O sea, yo me había vivido de sus 17 años, 13, porque él empezó a jugar a los cuatro, en ese proceso, preparándolo para cuando llegara su momento. Y el momento llegó y yo estaba en plena quimioterapia. Y recuerdo haber cogido una quimioterapia jueves y haberme montado en un avión el sábado para llevarlo a la universidad. Y para mí, la mente no iba a poder conmigo. O sea, yo decía: ‘¡No, es que este momento a mí no me lo va a robar nadie. Yo llevo toda una vida hombro con hombro con mi hijo, viéndolo desarrollarse como joven, como atleta, como ser humano, como ciudadano, y esto a mí nadie me lo va a robar’”, contó.

Vallines Fernández no detuvo su vida cotidiana. Expuso que nunca dejó de trabajar y aprendió a no preocuparse por la apariencia de estar bien maquillada o tener su pelo pintado. Comentó que una vez le realizaron la mastectomía trabajaba remoto desde su hogar y hacía reuniones en la que los jefes de dependencia de Guaynabo llegaban a su hogar para verla vestida con una pijama.

Dijo que cuando pudo regresar de manera presencial, también iba vestida con bata a la Alcaldía de Guaynabo.

“Cuando analizo la persona que soy, la profesional en la que he podido convertirme, la mamá que soy, la esposa que soy, yo pienso en actos, pienso en experiencias, no pienso en físico, no pienso en cómo tenía el pelo en ese momento, no pienso en cómo tenía los senos y, verdaderamente, son cosas que pasan en un segundo plano y que no tienen ningún tipo de importancia”, expresó.

Agregó que “yo siempre estuve clara que para mí había dos cosas que eran importantes y no era ni el pelo, ni los senos. Yo decía: ‘Papá Dios, yo te pido que me dejes viva. Y que me dejes viva bien. No me importa si el pelo se me cae, no me importa si los senos me quedan lindos, si me quedan feos (en la reconstrucción). Había una discusión de que si podían preservar la aureola, que si no la podían. Y eso para mí no era importante. Sabes, yo lo que quería era estar saludable y sentir que estaba limpia. Esa sensación de tú saber que tú tienes un cáncer adentro es horrible. Es como si tú hubieras tomado una pastilla venenosa y te la quieres sacar del sistema. Para mí fue un alivio haberme despertado de aquella operación Y escuchar al doctor (Miguel) Echenique decirme: ‘Te lo pudimos remover todo’. Y eso para mí fue, estoy limpia, estoy libre”.

Tras un primer diagnóstico de cáncer en el 2018, Vallines Fernández tuvo otro susto. Pero, la biopsia determinó que no era canceroso.

En la actualidad, la funcionaria señaló que se enfoca en vivir plenamente.

“Hay vida y hay vida buena, hay vida saludable, hay vida con conocimiento de cómo debemos vivir adecuadamente, hay vida reconociendo cuáles verdaderamente son las cosas importantes. Le doy gracias a Dios, porque siento que a mí Dios me escogió y siento que soy una Mariela completamente diferente después de haber pasado mi proceso”, sentenció.