Suzu, Japón. Los equipos de rescate y las unidades caninas buscaban con urgencia el miércoles entre los escombros bajo un frío invernal en lo que el primer ministro de Japón calificó como una carrera contrarreloj luego de los potentes sismos que remecieron el oeste de Japón y dejaron al menos 62 muertos y se cree que docenas de atrapados bajo los edificios derrumbados.

Miles de edificios, vehículos y embarcaciones quedaron destrozados.

La prefectura de Ishikawa y las zonas próximas registraron una potente réplica de magnitud 4.9 en la madrugada, entre las docenas que siguieron al terremoto de magnitud 7.6 de hace dos días.

Según los expertos, las primeras 72 horas son especialmente críticas porque las posibilidades de supervivencia disminuyen mucho después de tres días.

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“Ya han pasado más de 40 horas. Esta es una carrera contra el reloj y siento que estamos en un momento crítico”, dijo el primer ministro, Fumio Kishida, a reporteros. “Hemos recibido reportes de que muchos siguen esperando a ser rescatados bajo los edificios derrumbados”.

Los equipos de emergencias repartían agua, mantas, comida y otros suministros entre los afectados. la estrechez de la península de Noto ha entorpecido aún más el acceso a algunas comunidades. Los servicios de agua, electricidad y telefonía móvil seguían cortados en algunas zonas.

“Casi no quedan casas en pie. Están o parcial o totalmente destruidas”, dijo Masuhiro Izumiya, alcalde de la ciudad de Suzu, que sufrió importantes daños.

Además de militares y bomberos, al operativo se han unido perros rastreadores para tratar de dar con las docenas personas que se cree que están atrapadas, aunque la cifra exacta no estaba clara.

La previsión meteorológica advirtió de intensas lluvias en Ishikawa, lo que elevó el temor a posibles deslaves y mayores daños en las casas medio derruidas. Las temperaturas también han caído a valores negativos.

De los fallecidos, 29 estaban en la ciudad de Wajima y otros 22 en Suzu, de acuerdo con las autoridades de la prefectura de Ishikawa. Docenas más sufrieron daños graves, también en prefecturas próximas. Había otros dos decesos pendientes de confirmación en Wajima, por lo que el total de víctimas mortales podría subir a 64.

Garantizar un suministro de agua adecuado y servicios sanitarios a los evacuados era una prioridad, indicó el gobernador de Ishikawa, Hiroshi Hase, quien animó a todos a utilizar mascarillas, antiséptico y jabón para evitar la propagación de enfermedades infecciosas, otra creciente preocupación en la región a medida que se prolonga la estancia en los centros de evacuación.

Pero los residentes en la costa ya estaban recomponiendo las piezas, como Kazuyuki Iwaike, quien vive en Noto que se sumió en sus pensamientos mientras limpiaba su vivienda. Evitó la muerte de pura casualidad: no estaba en casa cuando llegó el tsunami.

“Siempre pensé que eso era un problema de otros, pensaba que era imposible que llegase un tsunami”, señaló.

Las autoridades advirtieron de que la situación era impredecible y que podrían registrarse sismos aún más potentes.

Como nación propensa a los terremotos, con fallas entrecruzadas y muchos volcanes, Japón no es extraña a los desastres, incluyendo el sismo, tsunami y crisis nuclear que afectó al noreste del país en 2011.

Japón es también una sociedad organizada, conformista y con una delincuencia relativamente baja, donde las alertas se emiten sistemáticamente como servicio público. Los expertos en desastres apuntaron que esto ayuda a salvar vidas, pero advierten a la población que no baje la guardia.

Los barcos yacían volcados en el agua, las carreteras estaban bloqueadas por montones de tierra y las topadoras retiraban pilares y paredes de viviendas golpeadas. Un importante incendio redujo toda una zona de la ciudad de Wajima a cenizas.

Además, en la región hay varias centrales nucleares, aunque no se reportaron grandes problemas ni aumentos de los niveles de radiación. La planta de Shika, en Ishikawa, sufrió un corte parcial de electricidad, pero el sistema de reserva entró en funcionamiento de inmediato para garantizar la continuidad del crítico proceso de refrigeración.