Sobre la mesa la posible captura y secuestro de Maduro
Analista militar asegura Estados Unidos lanzaría una operación con un comando de extracción, respaldada por militares venezolanos.
PUBLICIDAD
Una operación clandestina en territorio venezolano ejecutada por elementos de las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos para capturar y secuestrar el presidente de ese país, Nicolás Maduro, es una de las posibilidades que tiene ante su consideración el presidente Donald Trump, y al parecer la que tiene las mayores probabilidades de ejecutarse.
Así lo reveló el exmilitar de origen guatemalteco Luis Quiñonez, un asesor cercano del presidente Donald Trump en una entrevista difundida en redes sociales, y que reseñó el periódico colombiano “El Tiempo”. Según el exmilitar, veterano de la guerra de Vietnam, la opción de enviar un comando de asalto a capturar al mandatario venezolano tiene una probabilidad “de siete sobre diez”, y añadió que sería una incursión relámpago. “Si dura 48 horas, es demasiado, posiblemente en 18 horas se acabe la fiesta”.
Relacionadas
Quiñonez aseguró que la incursión furtiva contaría con el respaldo de militares venezolanos “hartos de ver ese cáncer que se llama Maduro y la red criminal que lo rodea”. Dio a entender que Washington sigue “paso a paso” los movimientos de los principales líderes chavistas, para que unidades especiales integradas a la fuerza aeronaval desplegada desde hace un mes frente a las costas venezolanas puedan actuar en unión de los uniformados venezolanos en el momento indicado.

El dispositivo aeronaval ha ido creciendo a medida que aumentan las tensiones. El jueves 4 de septiembre, Washington aseguró que dos aviones F-16 venezolanos habían sobrevolado uno de sus buques en el Caribe. La respuesta estadounidense se dio en pocas horas: 10 cazas furtivos F-35 fueron apostados en Puerto Rico, 800 kilómetros al norte de Caracas y a 15 minutos de vuelo del área donde patrulla la fuerza aeronaval. El lunes se sumaron a ese grupo 5 cazas F-35 y un avión C-5, gran aparato de transporte aéreo militar que lo mismo puede llevar tropas que equipo pesado de combate.
El dispositivo desplegado en el Caribe tiene un alto costo que se mide en millones de dólares diarios. A inicios de semana incluía ocho buques de guerra, un submarino de ataque, 10 aviones de vigilancia P-8 de la Armada y decenas de drones. Entre las naves de superficie hay dos destructores lanzamisiles, así como tres buques que componen el Grupo Anfibio Iwo Jima. De esas unidades salieron los disparos que, a inicios de mes y este lunes, destruyeron naves señaladas de transportar drogas ilícitas y mataron a 11 ocupantes en el primer ataque y a tres en el segundo.
Con capacidad de actuar en tierra hay 4,500 infantes del grupo Iwo Jima y 2,200 de la 22.ª Fuerza Expedicionaria. “Ese número limitado de hombres permite descartar una invasión en forma, para la cual harían falta 30 veces más”, le dijo a EL TIEMPO un analista militar en París, familiarizado con la operación en marcha en el Caribe.
Francia, que posee territorios cercanos como la Guayana y las islas de Martinica y Guadalupe, suele desarrollar allí, con Estados Unidos, operaciones antinarcóticos, y ha recibido informes sobre el despliegue actual.
Hace pocos días, el afamado columnista del Miami Herald Andrés Oppenheimer calificó de bajas las probabilidades de una invasión general. “Frank Mora, un exfuncionario de alto rango del Pentágono a cargo de Latinoamérica, me dijo que para invadir un país del tamaño de Venezuela y mantener el orden después de una intervención militar se necesitarían entre 200,000 y 250,000 soldados”, escribió Oppenheimer.
Y agregó: “Evan Ellis, profesor de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos y exfuncionario de la administración Trump, me dijo que solo ve un 30 por ciento de probabilidades de una invasión terrestre”. Pero si no hay una invasión como esa, ¿qué tipo de intervención militar puede desarrollar Estados Unidos?
Un menú variado para intervenir militarmente en Venezuela
El primer tipo de tareas que puede desarrollar la fuerza aeronaval quedó en evidencia a inicios de mes, cuando tanto Trump como el secretario de Estado, Marco Rubio, divulgaron las imágenes del ataque que, según Washington, la fuerza aeronaval realizó contra una pequeña embarcación con varios motores fuera de borda, que se movilizaba a gran velocidad en aguas internacionales, al parecer con un cargamento de drogas ilegales. El lunes, Trump divulgó un segundo video que muestra la destrucción de otra lancha.
El primer video mostró cómo fue destruida la nave en la que, según Trump, viajaban 11 integrantes del ‘Tren de Aragua’ –organización calificada por Estados Unidos como narcoterrorista–, quienes murieron en el ataque. En la operación del lunes murieron tres personas acusadas de integrar ese mismo grupo.
“Este tipo de acciones se va a repetir, y no solo contra embarcaciones, sino contra aviones que los servicios antidrogas de Estados Unidos identifiquen como transporte de cocaína y otras drogas”, le explicó a EL TIEMPO la fuente en París. “El objetivo –agregó– es que los narcos entiendan que, mientras Maduro y Cabello estén en el poder, los envíos de droga van a estar siempre en grave peligro, y concluyan que lo mejor es entregar al dictador o alentar un golpe militar interno”.
Sin embargo, expertos antidrogas saben que ni siquiera el mayor de los despliegues aeronavales es capaz de detener el flujo de cocaína de manera significativa. Siempre habrá lanchas rápidas o pequeños aviones que escapen al filtro y sigan a su destino, pues el área del Caribe entre Venezuela y Puerto Rico es una superficie de más de mil kilómetros de largo por 500 de ancho.
Una segunda opción del menú es la que abarca diferentes tipos de ataque aéreo. Incluye lanzar misiles desde los buques y bombardear desde aviones caza objetivos militares, como bases y defensas antiaéreas, o de gobierno, incluidos el fuerte Tiuna, la extensa instalación en la zona sur de Caracas donde tienen sus lujosas residencias los jerarcas del régimen, y donde se encuentra el búnker de Maduro que está plenamente ubicado por la inteligencia militar estadounidense.
Otros objetivos posibles son pistas clandestinas del narcotráfico en los enormes llanos venezolanos, o laboratorios de producción de cocaína no lejos de la frontera con Colombia.
El columnista Oppenheimer anticipó que, según sus fuentes, es muy probable “un ataque aéreo contra un objetivo venezolano, similar al reciente ataque estadounidense a la planta nuclear en Irán”. Informes de inteligencia en Washington indican que un bombardeo similar al de Irán en junio es la mayor pesadilla de Maduro, que ya no se siente seguro en su búnker del fuerte Tiuna.
La tercera y más compleja de las opciones es una operación de comando, sea para apoyar un golpe militar contra Maduro, que surja del seno de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, o incluso para un objetivo más ambicioso: apresar al dictador y llevarlo a Estados Unidos, donde lo espera un juicio por haberse convertido, según las acusaciones de los fiscales de ese país, en el máximo jefe del ‘cartel de los Soles’. Como Maduro es considerado por la justicia estadounidense el líder de ese cartel, y no un jefe de Estado, bombardearlo o secuestrarlo hace parte de las opciones.
La opinión pública comenzará a pedir cuentas sobre la operación
La Casa Blanca y el departamento de Estado han defendido que Estados Unidos puede lanzar ataques contra Maduro y otros jerarcas del régimen, o destruir las lanchas rápidas en el Caribe y matar a sus ocupantes por tratarse de operaciones contra una organización terrorista como el ‘Tren de Aragua’. Pero juristas y defensores de derechos humanos plantean serias dudas.
La semana pasada, durante una charla con periodistas en Washington, Sarah Yager, directora de Human Rights Watch en esa ciudad, expresó su “profunda preocupación…” por lo que ocurre. Explicó que, en el pasado, “hemos tenido presidentes (…) que han autorizado asesinatos extrajudiciales y han quitado vidas cuando no deberían haberlo hecho, pero siempre ofrecieron alguna justificación judicial”, algo que, según ella, no sucede ahora.
Citada por el Miami Herald, la analista Sarah Harrison, del International Crisis Group, fue tajante sobre el primer ataque a una lancha: “La única conclusión posible es que, bajo todas las leyes relevantes, esto fue un asesinato extrajudicial”. Sobre las explicaciones dadas por la administración Trump, Harrison sostuvo que “no hubo un ataque armado contra Estados Unidos que justificara el uso de la fuerza en defensa propia”.
Muchas veces, agregó, lanchas como esta han sido interceptadas por la Guardia Costera, la droga ha sido incautada y los ocupantes arrestados, “pero esta vez no lo hicieron”. Este lunes, 23 senadores demócratas y uno independiente firmaron una carta dirigida a Trump, planteando cuestionamientos jurídicos sobre el ataque.
Pero nadie en la administración Trump parece preocupado por el asunto. “Más allá del debate jurídico, es evidente lo que busca Washington: que los narcotraficantes queden notificados del peligro de morir que corren en esas lanchas –explicó el analista militar en París–, sobre todo si Maduro sigue en el poder, que es el tema central de todo el asunto”. Que Maduro se vaya es el objetivo central, mucho más que la guerra contra las drogas. De hecho, si el dictador optara por dejar el poder y refugiarse en Rusia o Nicaragua, Washington cantaría victoria y quizás reduciría la operación aeronaval.
En privado, funcionarios del entorno de Rubio han reiterado que no les inquietan las dudas jurídicas. Aseguran que la única preocupación del secretario de Estado es que pasen los días y Maduro siga ahí.
Por ahora, la expectativa creada con la fuerza aeronaval ha servido para mostrar a Trump y a Rubio como líderes decididos a acabar con la dictadura chavista. Pero si pasan las semanas y la esperada rebelión interna que justifique la intervención de fuerzas especiales no se da, la opinión pública ya no se contentará con las lanchas destruidas y comenzará a pedir cuentas y a decir que tan costosa operación no ha producido resultados.