El experto en huellas Rubén Díaz de León no tomó en cuenta el tiempo de seis meses que pasó desde su análisis de la huella en el cuchillo con el que presuntamente mataron a Georgina Ortiz Ortiz pero "porque no era necesario".

Esa fue una de las pocas cosas que trascendieron esta mañana en la continuación del juicio contra Aida de los Santos Pineda por el asesinato de su jefa ya que la fiscalía y los abogados se mantuvieron casi todo el tiempo discutiendo ante la jueza.

Las discusiones se hacen en voz baja y ni el público ni el jurado las puede escuchar.

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Sin embargo, se vio que ambas partes sacaron sus libros de procedimiento criminal y reglas de evidencia. En un momento el proceso se estancó tanto que el testigo comenzó a comerse las uñas.

Una de las mujeres del jurado colocó su dedo en la baranda de madera que la separa del resto de la sala y luego la observaba de cerca como para comprobar lo poco que se explicó hoy sobre la forma en que se quedan las huellas impresas en una superficie.

Aarón Fernández, abogado de la empleada doméstica, quiso poner en duda unas fotos que el mismo Díaz tomó a modo de experimento después de la vista preliminar, para efectos demostrativos.

En un ir y venir de objeciones por la fiscalía fue poco lo que trascendió sobre esas fotos.

Fernández le mostró a Díaz varias publicaciones en revistas del FBI y de otras asociaciones de expertos en que se debate y se pone en duda que un analista pueda establecer si una huella en sangre se hizo antes o después de un crimen, cuando hay grasa en la superficie.

Díaz corroboró que se trataba de publicaciones confiables y aunque según los escritos su teoría sería incorrecta, el hombre se mantuvo en que la huella de Aida se quedó marcada al momento del crimen o después, no antes.