El padre Leonardo Rodríguez Ochoa imploró por su vida.

“No me hagan daño que soy sacerdote”, dijo a uno de los dos delincuentes que lo interceptó y que abordó su vehículo, con un rifle en cada mano, mientras se dirigía de Humacao hacia Naguabo para visitar a su mamá, el pasado 14 de enero.

El sacerdote estuvo varias horas secuestrado. Las palabras soeces de parte de los sujetos no faltaron. Los malhechores, incluso, discutían entre sí la posibilidad de terminar con su vida; uno de ellos insistía en que debían asesinarlo para no dejar testigos.

El religioso jamás perdió la fe. “Les dijo ‘no me hagan daño que soy sacerdote’, pero el pillo le dijo al otro que había que matarlo porque los reconoció y el otro, que parece que era menos malo, le dijo que no porque era un sacerdote”, relató Emma Collazo, de 71 años y miembro de la Parroquia San Francisco de Asís, en el barrio Malpica de Río Grande, hace más de 30 años, a quien el líder religioso le relató con detalles lo sucedido.

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Fueron momentos desesperantes para el padre Leonardo. De eso doña Emma no tiene duda. “Él estaba en una reunión en Humacao y cuando salió fue a visitar a su mamá en Naguabo. Un carro con dos tipos se le cruzó de frente y uno de ellos se bajó y se le metió al carro con un arma y empezó a decirle palabras soeces”, indicó la feligresa.

Según la información divulgada por las autoridades, el sacerdote de 51 años y residente en Río Grande, fue víctima de un carjacking mientras conducía por la carretera PR-3 en dirección de Humacao a Naguabo. Luego de varias horas de estar privado de su libertad los cacos se apropiaron de su cartera, teléfono celular y automóvil y fue abandonado ileso en un paraje solitario de la zona.

La septuagenaria dijo que la noticia la tomó desprevenida y explicó que se enteró de lo sucedido al cancelarse una reunión semanal entre los feligreses y el sacerdote.

Doña Emma manifestó sentirse personalmente afectada por el incidente porque ella fue víctima de un crimen similar, pero con un desenlace lamentable. “A mí me tocó en lo personal porque yo lo sufrí en carne propia; a mi esposo lo mataron durante un carjacking, así que imagínese…”, indicó la mujer.

Por su parte, Áurea Quiñones, residente del barrio y también feligresa de la parroquia, reaccionó consternada al enterarse del suceso.

“¡Ay Dios mío! ¡Hay que orar mucho!”, exclamó mientras su amiga Elia Millán -también de la iglesia- asentía y explicaba cómo se enteró.

“Él (Rodríguez Ochoa) lo comentó en una de las misas pasadas. Se veía muy afectado. Uno lo siente, pero qué uno puede hacer. La cosa está bien mala”, aseguró la mujer de 70 años mientras conversaba con Primera Hora en el Centro de Envejecientes Jardines del Yunque en Malpica, a solo metros de la parroquia.

Arrestan a los responsables

Emanuel Lebrón García y Edwin Colón Lamb fueron detenidos por el delito contra el sacerdote, indicó el director del Negociado Federal de Investigaciones (FBI), Carlos Cases.

El 26 de enero, Lebrón García y Colón Lamb fueron arrestados por la Policía estatal por otro incidente junto a otro individuo. Este último fue el que delató el secuestro y el carjacking cometido contra el sacerdote.

Al día siguiente se hizo una rueda de confrontación y fueron identificados positivamente como los que perpetraron el delito el 14 de enero.

De ser encontrados culpables, se exponen a una pena máxima de 22 años de cárcel. La fiscal del caso es Normary Figueroa.

Mariana Cobián colaboró en esta historia.