Utuado.  Los abuelos del agente Heriberto González Padilla, de 26 años,  salían a toda prisa de su residencia en la barriada Judea sin saber aún que la vida de su adorado nieto se desvanecía con el pasar de cada segundo.

“Todavía no sabemos bien, está grave”, dijo don Manuel González, abuelo del policía, poco antes de que el reloj marcara las 10:00 de la mañana.

Sus ojos delataban el desespero, y aunque sonrió cortésmente al ser abordado por este medio, su angustia era inocultable.

“Mi hijo me llamó para avisarme. Me dijo: ‘mami, mami, el nene mío’… apenas podía hablar”, alcanzó a decir entre sollozos la abuela del agente, Sara Marrero.

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“No es porque sea mi nieto pero él es todo un caballero, un muchacho servicial, amoroso”, agregó, antes de marcharse hacia el Centro Médico de Río Piedras, donde su nieto se debatía entre la vida y la muerte.

Sin embargo, el tiempo traicionó las esperanzas de esta pareja de abuelos y González Padilla fue declarado muerto a eso de las 10:40 de la mañana de ayer, miércoles.

El joven, quien se destacaba como agente del Cuerpo de Investigaciones Criminales de Bayamón, fue baleado en la cabeza, pantorrilla y hombro derecho por un compañero de la Uniformada, identificado como José David Carrión Gómez quien, posteriormente, se quitó la vida.

En el incidente, que es investigado por las autoridades como un caso de violencia de género, también resultó herida una agente recién graduada de la Academia de la Policía, y que se presume, era la ex compañera sentimental del agresor.

Un buen muchacho

Entretanto, un sentimiento funesto se apoderó ayer de toda la comunidad de la barriada Judea, donde los vecinos no tuvieron más que palabras de admiración para González Padilla.

“Estamos muy dolidos. Imagínate, él era un muchacho muy bueno y muy querido en el vecindario. Él viene de una familia sana, bien unida”, dijo Mery Castillo, quien atiende un negocio cerca de la residencia de los padres del occiso.

“Sus padres son unas personas cristianas, que lo criaron en la iglesia. Es muy lamentable que haya muerto de esa manera un muchacho que era inocente”, añadió.

Asimismo, uno de los jóvenes de la comunidad describió al agente como un “hijo perfecto”.

“Era un chamaquito bueno, de él nunca se ha dicho nada malo, no tenía problemas con nadie. Él era un hijo perfecto”, manifestó Héctor Rivera.

Según el relato de varios vecinos, González Padilla había ingresado a la Policía hace más de cinco años, y a pesar de que llevaba esa misma cantidad de tiempo viviendo fuera del barrio donde se crió, era bien recordado, especialmente, por su apego a la fe religiosa.

“Esto es un golpe muy fuerte para su familia y para todos. Él era un muchacho muy bueno, bien educado y se crió en la iglesia”, destacó Jaime Colón, quien frecuenta la Iglesia Cristiana Carismática, a donde solía asistir González Padilla y su familia.

“Confiamos en que Dios le brindará fortaleza a la familia”, puntualizó.