Tras múltiples pedidos al Vaticano, Juan Pablo II visitó Puerto Rico en 1984 durante un viaje con motivo de la celebración del Descubrimiento de América.

Unos 40 años están por cumplirse desde el histórico acontecimiento, un 12 de octubre, sin que otro pontífice haya pisado nuestro País.

Durante todo este tiempo, la Isla tampoco ha sido considerada por la Santa Sede a la hora de nombrar un cardenal, mientras aquí en Borinquen no se ha completado el proyecto que -el ahora santo- animó a realizar: un santuario en honor a la Virgen de la Providencia.

La travesía del papa San Juan Pablo II inició en Zaragoza, España, luego visitó la República Dominicana. Llegó al Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, en Isla Verde, a eso de las 4:00 p.m. y se marchó alrededor de las 11:00 p.m.

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En 1984, el sumo pontífice de la Iglesia Católica tocó y beso suelo boricua. Desde entonces, ningún otro papa ha repetido el viaje.

En la visita relámpago, el ahora santo de la Iglesia Católica –canonizado en el 2014– unió a casi un millón de personas en los predios de Plaza Las Américas, específicamente en terrenos en los que ubican hoy el supermercado Pueblo, Rooms To Go y el ya cerrado K-Mart para una misa. También visitó la Universidad del Sagrado Corazón para reunirse con sacerdotes y religiosos, y de inmediato se marchó.

Dos de los organizadores del evento rememoraron cómo esta visita les fue anunciada y cómo, hasta el último momento, estuvo bajo amenaza de cancelación.

Miriam Ramos Rodríguez fue la secretaria personal del cardenal Luis Aponte Martínez por 42 años. Por tal razón, estuvo mano a mano en toda la organización del evento.

Contó en entrevista con Primera Hora que fueron múltiples las ocasiones en las que se le invitó al papa Juan Pablo II a visitar a la Isla, pero las respuestas no llegaban.

Todos los meses de julio, el Aponte Martínez solía irse de vacaciones a Europa. En ese julio de 1984 fue acompañado de un grupo de 30 puertorriqueños, incluida la secretaria.

Ramos Rodríguez contó que un domingo la guía les insistió en que fueran a Castel Gandolfo, al sureste de Roma, Italia, donde habría una misa oficiada por el pontífice. El cardenal no deseaba asistir, porque no era una visita oficial y no estaba ataviado para la ocasión.

“Tenía cuello clerical y gabán”, detalló.

La insistencia fue tanta, que el cardenal accedió. Cuando llegaron a la pequeña ciudad, donde está la casa de verano del papa, un servidor de Juan Pablo II lo fue a buscar. El cardenal no se atrevía, estaba incómodo, porque no llevaba vestimenta oficial.

“No importa, el santo padre quiere verlo”, relató la mujer que le dijo el servidor del papa.

La reunión se dio. Fue en ese entonces en que Juan Pablo II le comunicó a Aponte Martínez que visitaría la Isla.

“Yo le pregunto que qué pasó. ‘Eso no te importa a ti’, me dijo”, expuso, al recordar los sucesos.

El miércoles posterior a esa misa, el grupo de boricuas tenía boletos para asistir a la audiencia papal. Tan pronto anunciaron su llegada, fueron llevados al obelisco del Vaticano. Allí los recibió Juan Pablo II y anunció públicamente su visita a Puerto Rico.

“Esos momentos para mí fueron bien bonitos”, indicó Ramos Rodríguez mientras lloraba. “Ahí todo el mundo supo que la visita del papa era oficial. Todo el mundo estaba emocionado. Nos pudimos abrazar (con el papa). Él tenía una mirada tan profunda”, relató.

El grupo se tomó una fotografía con el papa. Ramos Rodríguez, quien ahora tiene 72 años, cargó la bandera de Puerto Rico.

San Juan Pablo II recibió en julio de 1984 a un grupo de boricuas en el Vaticano y les anunció su visita a la Isla. Con la bandera de Puerto Rico, Miriam Ramos Rodríguez.
San Juan Pablo II recibió en julio de 1984 a un grupo de boricuas en el Vaticano y les anunció su visita a la Isla. Con la bandera de Puerto Rico, Miriam Ramos Rodríguez. (Suministrada)

Un año antes

Aunque el anuncio oficial se dio en julio de 1984, desde un año antes se anticipaba la posibilidad de la llegada del pontífice, comentó por su parte Félix Méndez, quien estuvo a cargo de la visita del papa a la Universidad del Sagrado Corazón.

“Se estaba preparando en el silencio de la noche”, indicó el hombre, quien pudo ser parte del ente organizativo a sus 29 años por designio del cardenal Aponte Martínez.

Lo conocía desde pequeño, ya que era sobrino-nieto de monseñor Juan de Dios López de Victoria, quien fue obispo de San Juan.

Félix Méndez fue una de las personas a cargo de organizar la visita del papa a la Universidad Sagrado Corazón.
Félix Méndez fue una de las personas a cargo de organizar la visita del papa a la Universidad Sagrado Corazón. (Vanessa Serra Díaz)

La propuesta inicial, dijo, era que el papa visitara Cuba, Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico para la celebración del Descubrimiento de América. Pero, los primeros dos países quedaron fuera de la lista y se añadió la parada a Zaragoza, España.

Fue el 11 de octubre que Juan Pablo II llegó al vecino país dominicano y al día siguiente pisó suelo boricua a eso de las 4:00 p.m. Al bajar del avión, se inclinó y besó la pista del aeropuerto. Le esperaban el cardenal; el secretario de Estado de los Estados Unidos, George Shultz; el exgobernador Carlos Romero Barceló y la primera dama Kate Donnelly, así como el comisionado residente Baltasar Corrada del Río. También estuvo el exgobernador Luis A. Ferré.

Méndez reveló que, de las primeras cosas que hizo el papa en la Isla fue tener una comunicación telefónica con el expresidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, de quien salió la invitación oficial para visitar el país.

De hecho, la intervención de los Estados Unidos y su seguridad amenazó hasta el último momento en que se cancelara el evento. No se permitió el uso del “papa móvil”. En cambio, se trasladó a la Isla una limusina presidencial a prueba de balas y en la noche antes mandaron a reconstruir la tarima en la que el pontífice daría la misa, relataron estos coordinadores.

Decían que Puerto Rico estaba expuesto al terrorismo, que era exponer al papa a una muerte. El cardenal les decía que aquí no iban a matar al papa. Hasta cambiaron la ruta por donde iba a llegar a Plaza (Las Américas). Se iba a coger la (avenida) Fernández Juncos para que la gente lo pudiera ver y lo cambiaron”, expuso Ramos Rodríguez.

Comentó que los federales también se quejaron por la cercanía que iba a tener el pueblo con el papa.

“El cardenal les dijo que aquí se hace lo que yo diga, o esta actividad se elimina. Les dijo que aquí el papa no venía a ver cerdos, ni vacas, ‘viene a ver gente’. Ellos tuvieron que transar. Ni siquiera la seguridad del Vaticano fue difícil”, expuso.

La noche previa de la llegada del papa, llovió sin cesar. Eso no privó que todo se organizara y desde las 7:00 a.m. la multitud de católicos se comenzara a congregar.

El pontífice llegó a Plaza Las Américas al atardecer, a unos terrenos cedidos por el empresario Jaime Fonalledas, quien no estuvo disponible para entrevista. Fue recibido por una multitud de cargaba banderines amarillos y blancos. Se entonaba el himno que monseñor Francisco Arena escribió para la ocasión: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré, edificaré mi iglesia”.

El evento transcurrió sin percances. La secretaria indicó que sólo hubo “dos o tres” personas que se desmayaron durante la espera.

“La Policía estimó (la asistencia en) un millón de personas” congregadas para ver al papa, detalló Ramos Rodríguez.

Sólo 100 pudieron comulgar del mano del papa, la mayoría religiosos, adultos mayores y personas con discapacidad que fueron preseleccionadas.

Méndez, por su parte, pudo extenderle la mano al santo padre en el pasillo que da del salón de la Junta de Síndicos hacia la Capilla del Sagrado Corazón. Allí, el papa cenó y se reunió con los religiosos, antes de marcharse.

“Fue una experiencia que me marcó toda la vida. Vivo agradecido a Dios por esa oportunidad única”, indicó el hombre.

De esta visita del papa, Ramos Rodríguez habló de los planes que una vez hubo de realizar un museo con los artículos que usó Karol Józef Wojtyła, nombre secular del santo.

Sauniel Rondón Silva, diácono de la Catedral del Viejo San Juan, muestra el libro de oraciones que utilizó el papa durante la misa. Colgado a la derecha, se aprecia la vestimenta que usó el pontífice y beato.
Sauniel Rondón Silva, diácono de la Catedral del Viejo San Juan, muestra el libro de oraciones que utilizó el papa durante la misa. Colgado a la derecha, se aprecia la vestimenta que usó el pontífice y beato. (Vanessa Serra Díaz)

Primera Hora, sin embargo, pudo identificar que quedan cuatro de los objetos utilizados. En La Catedral de San Juan hay dos reliquias de segundo nivel.

“Cuando decimos reliquias son algún artículo que han sido tocados por un santo. El primer nivel, mayormente, es un hueso, alguna parte del cuerpo del santo. Lo que llamamos segundo nivel es algún artículo que ha sido tocado por un santo”, explicó el diácono Sauniel Rondón Silva.

Pese a que Ramos Rodríguez había comentado que en la Catedral quedó el cáliz y otros artículos usados durante la misa, allí sólo está el misal, donde están todas las oraciones que se realizarían; y la casulla o vestidura que usó el papa para oficiar la misa. Ninguna está expuesta al público.

“Ahora mismo no la tenemos en exhibición, porque hay que preparar un lugar digno y protegido, porque mucha gente va a querer tocarla y con el toque de las manos, se van dañando o deteriorando. Hay que tenerlo en un tipo de vitrina en que la gente lo pueda ver, venerar, pero que no se afecte la pieza, porque para nosotros es algo histórico, que veneramos porque lo tuvo el santo y es de bendición para nosotros, el que en Puerto Rico hayamos tenido la presencia de un santo”, afirmó el diácono.

No se pudo identificar el paradero de las demás piezas tocadas por el papa.

En la Universidad del Sagrado Corazón, entretanto, queda resguardada la silla que usó durante la reunión con los religiosos, que era del siglo 18. Mientras, una de las organizadoras del evento, Palmira Romero, quedó en posesión de la silla que usó el papa en la misa y que fue realizada por un artesano. Estas son reliquias de tercer grado y no están expuestas al público.

Silla que utilizó San Juan Pablo II en su visita a la Universidad del Sagrado Corazón.
Silla que utilizó San Juan Pablo II en su visita a la Universidad del Sagrado Corazón. (Suministrada)

A 40 años

Condiciones políticas, así como afecciones de salud de los sucesores de Juan Pablo II, tras su muerte el 2 de abril de 2005, Benedicto XVI y el papa Francisco, han influido para que Puerto Rico no haya vuelto a tener una visita papal, señalaron los coordinadores del evento.

Mientras, luego del fallecimiento de Aponte Martínez, el 10 de abril de 2012, no se ha considerado nombrar otro cardenal a la Isla. Este es el segundo cargo de mayor prominencia en la Iglesia Católica y la persona seleccionada se convierte en un candidato a pontífice en caso de la muerte del papa si no ha cumplido 80 años.

A Ramos Rodríguez le resultó extraño que en países como República Dominicana o México los cardenales han sido sustituidos de inmediato, pero en Puerto Rico no se ha realizado.

“Eso es prerrogativa de Roma, es del propio Vaticano”, expuso.

Bajo este marco, Puerto Rico todavía está en deuda con San Juan Pablo II. El santuario que se proyectó construir en los terrenos que el monseñor López de Victoria donó en Cupey, no se ha realizado.

“Sé que ahora tenéis el propósito de edificar a María, Madre de la Divina Providencia, un santuario, donde vosotros y vuestros hijos aprendáis a caminar mejor hacia Jesús por medio de María. Quiero alentar vuestro deseo y pido al Señor que os conceda poder realizarlo. Este santuario mariano deberá recordaros que vosotros sois las piedras vivas del templo espiritual y universal que es la Iglesia”, dijo Juan Pablo II en su homilía.

Méndez comentó que el cardenal dejó una maqueta, realizada por el arquitecto que ganó el concurso que se realizó para construir el santuario.

“Yo siempre me he preguntado, por qué lo único que hay en el santuario como tal es la cruz que se pudo levantar bajo el cardenal Luis Aponte Martínez”, indicó.