Esas líneas en la parte superior izquierda del teléfono celular que mostraban que, por fin, tenían servicio telefónico, representó un momento de gozo para funcionarias de la Agencia Estatal de Manejo de Emergencias (Aemead) en Arecibo, que lograban hablar con sus familiares después de cinco días incomunicadas.

Por supuesto, que esa felicidad la tienen que haber experimentado aquellos privilegiados que podían escuchar las voces de sus seres queridos cuando se activó el servicio telefónico de una compañía telefónica en varias zonas de la isla después del inclemente azote del huracán María.

Sin embargo, el alivio de los familiares de las funcionarias de Aemead es mucho mayor del que pueden sentir otros que no tienen a sus seres queridos poniendo en riesgo sus vidas en tareas de ayuda y rescate de personas en medio de un ciclón. 

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Un grito de alegría se escuchó en la tarde de hoy domingo en la Aemead Zona Tres, en Arecibo, cuando uno de los empleados se percató que tenían señal telefónica. Acto seguido, la acción automática fue prestarles el teléfono a las compañeras que desde el martes pasado no sabían nada de sus familiares.

Entonces, lo que se escuchó fueron sollozos y palabras de amor.

Marilyn Colón se pegaba al teléfono para escuchar la voz de su hermana. Ambas tenían el alma pegada en un hilo desde el martes cuando se despidieron telefónicamente. Ese día Colón, quien trabaja con el programa CERT de la Aemead, se quedaba a recibir el azote del huracán María en el edificio donde trabaja sin tener una fecha de salida.

“Lo último que le dije (el martes) fue que todo iba a estar bien. Siempre soy yo la que les da fortaleza a ellos. Ella se quedó llorando y no sabía nada de mí. Yo me les hago la fuerte”, dijo Colón, quien labora hace 17 años con esta agencia.

Sin embargo, ayer fue ella a quien la emoción la ablandó y no pudo contener las lágrimas cuando escuchó la voz de su querida hermana.

“Uno flaquea cuando, por fin, escucha la voz del ser querido”, admitió “la fuerte” de la familia Colón, quien con su trabajo diario en la cocina se ha encargado que sus compañeros estén alimentados para las duras tareas de rescate y asistencia que han tenido que hacer durante estos días.

A poca distancia de ella, su compañera de trabajo, Claudia de Feria, también irrumpía en llanto al escuchar a sus padres con quienes tampoco había tenido comunicación desde que empezó este huracán que creó destrucción en Puerto Rico.

Estos días en los que han pernoctado en las oficinas, se han desarrollado reyes de apoyo entre los compañeros, que comparten la ansiedad de haber dejado a sus familias cuando por Puerto Rico pasaba el peor huracán en su historia.

“Nosotros somos una familia grande y ahora tenemos que unirnos más para levantar a nuestro país. Estamos sacrificando a nuestros hijos y familias”, comentó Jacqueline Mateo, empleada pública, que sirve como voluntaria en la Aemead.

Otro momento de alivio

Los dos empleados de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) que se encontraban en la represa Guajataca desde el martes, y un guardia privado de seguridad, fueron sustituidos y relevados hoy de su trabajo cuando fueron sacados de la peligrosa área en un helicóptero de la agencia.

Uno de los empleados, aunque tenía sus medicamentos, tiene una condición de salud que necesitan cuidados y no podía seguir por tantos días en funciones de trabajo y de alto estrés. La represa Guajataca amenaza con colapsar.