En medio de la zona metropolitana, sumergido en el corazón de Río Piedras, se encuentra un espacio de lleno de naturaleza e historia, que resulta en un lugar idóneo para pasear, hacer ejercicios o distraerse y dejar a un lado la agitación de la ciudad, sin salir de ella.

Se trata del Antiguo Acueducto de Río Piedras, un “recinto histórico” localizado dentro de las facilidades del Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, cuyas antiguas edificaciones y estanques han sido rescatados poco a poco gracias a la incansable labor de la organización sin fines de lucro Para la Naturaleza desde el 2004.

Según explicó la intérprete ambiental Karina Rodríguez, el área “es un recinto histórico, bajo un proyecto municipal en 1846, o sea, en la época española, que comienza su construcción en 1854 al 56 y termina en 1898”.

Y precisamente gracias a ese antiguo acueducto “que se dispersa o se lleva agua a la capital, entiéndase la isleta de San Juan”.

“De aquí se cogía el agua del Río Piedras, que nace en Caimito y termina en la Bahía de San Juan, donde entonces se decantaba el agua, se le quitaban los sedimentos, y se impulsaba el agua a la comunidad de Venezuela, que es el punto más alto antes del valle de San Juan, y por ahí bajaba por tubería el agua por gravedad, por toda la (avenida) Ponce de León hasta la Isleta de San Juan”, explicó la intérprete ambiental de Para la Naturaleza.

Sin embargo, con el paso del tiempo y el avance de la modernidad, el lugar dejó de funcionar como acueducto y, tras pasar por un periodo de abandono, hoy día es un lugar en el “Para la Naturaleza entiende que es un espacio de todos, es un espacio común para los ciudadanos”.

“En medio de la ciudad hay un hermoso bosque rivereño, que es el único meandro que le queda al Río Piedras”, sostuvo Karina, explicando que “los meandros son curvaturas naturales que desarrollan los ríos, porque los ríos bailan, se mueven, son dinámicos”.

El lugar se puede visitar por cuenta propia o con recorridos guiados por intérpretes de Para la Naturaleza.

Pero sea cual sea la forma que elija para su visita, Karina indicó que, “nuestros visitantes van a tener un contacto directo con el Río Piedras. Es un río que cruza la ciudad desde Caimito hasta la Bahía de San Juan. Pero adicional va a tener un contacto con nuestra historia. Los edificios, al verlos, la arquitectura de los mismos nos presenta una línea de tiempo, desde los 1850 hasta los 1940”.

Entre bambúas, ruinas y río, este paraíso escondido te hará olvidar que estás en plena ciudad.

Esos espacios no solo fueron la fuente para suplir agua a San Juan, sino que también fueron en algún momento oficinas y los laboratorios que la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) creó para mejorar la técnica de limpieza de agua a través de químicos que todavía hoy se sigue usando.

“Nuestro recorrido en el Antiguo Acueducto del Río Piedras, su nombre es El río que le da vida a San Juan, así que lo traemos en un tiempo y espacio reconociendo el protagonista original, que es el Río Piedras, en cómo llevamos agua hasta la Isleta de San Juan y cómo desde esa ingeniería podemos conectar la ciudad que tenemos hoy a través de la red de agua que tenemos hoy”, explicó.

Abundó que “nuestro recorrido presenta el recinto histórico, que se compone de la represa, que los llevamos a ver lo que queda de la represa, que está ubicada en el Río Piedras propiamente; la Casa de las Llaves, que es donde se manejaba el flujo de agua al sistema de decantación o liberación de sedimentos; también como la revolución para allá los 1900 cuando los americanos nos traen los filtros, que entonces manejaban la filtración de agua más rápido; y de igual manera la majestuosa edificación con la chimenea, que era la Casa de las Máquinas, donde impulsaba el agua, ya limpia, ya decantada, ya sin sedimentos, hacia la comunidad de Venezuela, y de ahí bajaba por gravedad hasta la Isleta de San Juan”.

También podrá ver lo que fue el sistema de estanques, unas piscinas cuya profundidad fluctúa entre los 6 y 14 pies, donde ocurría el proceso de decantación de sedimentos, hasta que el agua estaba limpia y lista para enviar a los estanques en la barriada Venezuela.

Durante el proceso de limpieza y la primera fase de restauración del espacio, entre el 2004 y el 2014, “pudimos, con arqueólogos industriales, descubrir lo que llamamos las calzadas, que son estas divisiones o estos pasos entre los tanques, donde los empleados trabajaban en poder limpiar la sedimentación, conectar con los tanques de agua, hacer las mediciones propias del espacio. Pero de igual manera, esto era, para los 1890 y 1900, un espacio de paseo, y entonces la gente tenía contacto con el río caminando estas calzadas y estos espacios entre lo que es el acueducto y el Río Piedras”.

¿Y por qué hoy no hay agua en esas piscinas hoy día?

“Bueno, ante el abandono de la AAA ellos deciden, por seguridad, porque imagínense, agua, niños en los alrededores, comunidades, pudo haber pasado muchos accidentes, así que deciden con los proyectos de la carretera Piñero y el expreso Trujillo Alto, todo ese relleno se ubicó aquí. Pero se ubicó de tal manera que casi cubrieron los edificios también. Por eso es que tuvimos que invertir con arqueólogos industriales en el descubrimiento de todas las piezas y del recinto histórico. Inclusive la AAA había construido edificios sobre el recinto histórico, así que esos que no eran de historia fueron eliminados, y es el recinto que tenemos hoy”, explicó Karina.

Más recientemente, en el 2014, el Antiguo Acueducto de Río Piedras fue declarado tesoro nacional.

Más allá de la historia, está el disfrute de la naturaleza. En una parte de la curva del meandro alrededor de los estanques, luego de pasar por un idílico espacio de sombra y fresco que se conoce como “la catedral de las bambúas”, hay una planicie en la que el río ha formado una pequeña playa de sedimento arenoso, que permite acercarse hasta las aguas del río. Desde allí se puede observar uno de los retos que tiene el río, que son las barreras de construcciones, como el muro en la orilla opuesta a la playita que, “nos está revirtiendo el agua para acá, así que cuando hay una crecida, por más mínima que sea, se mete para acá”.

“Una de las razones por las que queremos restaurar y que eso sean zonas menos compactadas, sino que sean charcas de retención, cuestión que alivie las crecidas o las inundaciones río abajo. Eso es uno de los grandes propósitos que tenemos acá con el espacio”, explicó la intérprete.

Indicó que los visitantes, si así lo desean, pueden bañarse en el río. Aunque es un río metropolitano, y se conoce que lamentablemente la infraestructura de la ciudad no está en buenas condiciones y en muchos puntos se unen aguas residuales sanitarias con las pluviales, las aguas del Río Piedras en esa área se mantienen en bastante buenas condiciones, como lo indican las pruebas de biomonitoreo que han estado llevando a cabo por más de cuatro años, y que “nos indican cuán saludable o cuán vivo es el río con las especies. Y todavía estamos encontrando especies que son muy sensitivas a contaminantes, y si existen aquí significa que las aguas son aptas, dentro de los parámetros permitidos”.

Explicó que, “cómo todo río, tiene caídas, pocetas que son un poco más hondas, luego vienen partes llanas. Pero sí, se puede dar un chapuzón”.

En cualquier caso, como advierten letreros en el área, las personas se bañan en el río a su propio riesgo.

El lugar es además hogar de un sinnúmero de especies de plantas y animales. “Este espacio se presta mucho para aquellos amantes de las aves, los ornitólogos o aficionados pajareros pueden ver tempranito en la mañana, hemos hecho conteos de aves y se registran”.

La visita, además, puede combinarse con una al Jardín Botánico contiguo, “que tiene otros elementos diferentes, pero muy ricos, no solamente para el esparcimiento y la relajación, sino también cónsonos con la naturaleza”.

“Y este espacio es un espacio que queremos rescatar, es un espacio donde todas las personas, en medio del estrés de la ciudad, pueden venir de martes a sábado, disfrutar de este espacio, leer su libro, tomar su almuerzo, caminar, traer las mascotas y estar en un espacio tranquilo conviviendo con la naturaleza”, afirmó la intérprete.

El acceso al Antiguo Acueducto de Río Piedras es a través de la entrada principal del lado sur del Jardín Botánico. Una vez entra, va a seguir la primera calle hasta el final, donde encontrara un portón, presiona el botón del intercomunicador, “y nosotros con gusto le vamos a atender, le vamos a dar entrada, puede estacionarse dentro”.

Las personas interesadas en el recorrido guiado pueden buscar más información y hacer su reservación a través de la página de paralanaturaleza.org, o llamando al 787-722-5882.

Abre de martes a sábado, de 8:00 a.m. a 4:00 p.m.

Para “una visita adecuada, tranquila y divertida”, hay algunas recomendaciones básicas:

Llevar ropa adecuada, ropa deportiva, pues en el lugar lo mismo hace calor que puede llover.

Ir con zapatos livianos, como calzado deportivo, o calzado cerrado.

Protección contra el sol, como gorras, sombreros, crema para la piel.

Llevar botellas de agua, a la entrada hay fuentes para recargarlas.

También a la entrada hay baños, así como una estación de primeros auxilios.

Exhortan a registrarse en la entrada, para que el equipo de Para la Naturaleza sepa que usted está en el área, y pueda orientarle y ofrecerle asistencia si es necesario. El personal de Para la Naturaleza está capacitado en primeros auxilios.

Se puede pasear, caminar, correr, hacer ejercicios, yoga, o simplemente disfrutar de sentarse a en alguno de los bancos estratégicamente ubicados bajo sombra a tomar fresco o leer un libro.

Se puede ir con sus macotas.

Puede llevar sus meriendas o almuerzo ya hechos. Se exhorta a los visitantes a recoger la basura y depositarla en los contenedores en el área de entrada.

Se permite, y ya hay personas que lo hacen, pintar y dibujar aprovechando la belleza natural del lugar y las antiguas construcciones.

No se permiten fogatas ni parrilladas ni nada con combustión, pues en el área hay muchas hojas secas que podrían provocar un fuego de mayor intensidad.

Tampoco se permite, en general, nada que impacte al ambiente, pues “lo que interesamos es que la gente tenga contacto con la naturaleza, que el sonido sea lo que el viento provoca a través de las bambúas, de las plantas, las aves”, así que no está permitida la música alta, y tampoco llevan a cabo celebraciones de cumpleaños o fiestas grandes.