A casi dos años de que la pandemia del COVID-19 trastocara a la sociedad puertorriqueña, el ritmo de los divorcios ha logrado estabilizarse nuevamente, retornando a la triste realidad de que alrededor del 50% de las parejas casadas terminan separadas.

Datos provistos por el Registro Demográfico del Departamento de Salud también apuntan a que el ritmo de los casamientos en la Isla permanece estacando a consecuencia de las restricciones sociales que se han implementado para evitar los contagios con la mortal enfermedad.

Esta combinación entre el ritmo de divorcios que se registra y la disminución de las bodas, ha incidido desfavorablemente en la tasa de natalidad, según diagnosticó la demógrafa Melissa López Rosa a Primera Hora.

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“Generalmente, los niños nacen dentro de los matrimonios, al divorciarse o no casarse, refleja una baja natalidad”, sostuvo.

Cifras del Registro Demográfico apuntan a que en el 2019 nacieron unos 20,608 bebés, en el 2020 cayó a 17,654, mientras que hasta el 27 de octubre de 2021 habían nacido unos 17,126.

Hablan los números

Los datos que se han registrado en la Isla sobre divorcios son los siguientes:

En el 2017, año del huracán María, se reportaron 8,313 separaciones; para el 2018 unas 8,434; en el 2019, unas 7,890; en el 2020, época en que se detuvo el servicio de los abogados y los tribunales a causa del COVID, bajó a 5,051. Mientras, hasta octubre de 2021 (a dos meses de acabarse el año) ya iban por 7,086 rupturas matrimoniales.

El promedio de divorcios por mes registrado este año es de entre 600 a 800, por lo que se podría alcanzar las 8,000 separaciones al concluir el 2021.

En el caso de los divorcios, comentó la demógrafa, no se muestra que haya una época favorecida que registre en alza particular. Sin embargo, en el pasado año pandémico se destaca que en marzo y en abril no hubo registros de divorcios y en junio solo ocurrieron cinco.

En cambio, para septiembre del pasado año hubo 1,144 separaciones.

López Rosa descifró que estas estadísticas de divorcio, aunque interrumpidas por la pandemia, caen dentro de la norma.

Estadísticamente, siempre se habla que, generalmente, el 50% de los matrimonios terminan en divorcio. Viendo la cantidad de matrimonios que ocurre por año y cantidad de divorcios es, prácticamente, el 50%, el 40% de los matrimonios nuevos de ese año. Yo encuentro que cae dentro de la norma”, señaló.

Los matrimonios, entretanto, no han logrado recuperar el ritmo. Sin embargo, se destaca que los casamientos entre parejas del mismo sexo sí se estabilizaron nuevamente.

Las estadísticas del Registro Demográfico exponen que para el 2017 se casaron 498 parejas del mismo sexo y 12,345 heterosexuales, para un total de 12,843; en el 2018 fueron 594 bodas de parejas del mismo sexo y 13,497 heterosexuales para alcanzar los 14,091, mientras que en el 2019 se registraron 510 casamientos del mismo sexo y 12,034 heterosexuales para 12,544. El pasado año, se registró una baja en ambos casos. Hubo 403 bodas del mismo sexo y 8,141 heterosexuales para un total de 8,544. Hasta el 27 de octubre del 2021 se habían reportado 489 bodas gay y 9,373 heterosexuales para un total de 9,862.

La demógrafa opinó que las bodas “no han vuelto al mismo número. Se ven bajito. Yo entiendo que todavía por restricciones de la pandemia muchas personas están decidiendo no realizar bodas”.

Más fácil divorciarse

Lo que sorprendió de las estadísticas no fue que las bodas hayan disminuido, hecho que ya había sido reportado por Primera Hora desde el año pasado como secuela de la pandemia del COVID-19 y los requisitos de no aglomerarse para evitar contagios. Fue que no se registraran más divorcios.

Tanto la demógrafa como una abogada experta en temas de divorcio y familia entrevistada, Xaira Santiago Acosta, explicaron que se esperaba que en este 2021 se reportaran muchas más separaciones legales, principalmente porque el nuevo Código

Civil, firmado por la exgobernadora Wanda Vázquez Garced en verano del pasado año, hizo más fácil la disolución.

López Rosa expuso que su análisis de las estadísticas revela una baja gradual en separaciones de matrimonios.

Viendo los últimos años para acá, hemos visto una reducción”, comentó al hacer la salvedad del panorama registrado en el 2020.

Santiago Acosta, por su parte, se sorprendió con que no se hayan superado ya cifras de divorcios de otros años, cuando una pareja ya no necesita ni ir a un tribunal para hacerlo.

Explicó que pueden separarse con tan solo ir a la oficina de un abogado notario y suscribir una escritura pública. Este trámite, al cual se llega cuando existe un acuerdo hasta de la división de bienes o cuido de los hijos, podría demorar entre uno o dos meses, dijo.

También mencionó que las parejas que no acuerdan un

divorcio y llegan hasta los tribunales, no tienen que acudir de manera presencial ante el juez. Es que ya el procedimiento se realiza por videoconferencia.

Cuando el divorcio llega a los tribunales, por lo común, se realiza por ruptura irreparable y demora entre tres a cuatro meses. También se puede realizar ante el tribunal por consentimiento mutuo, dijo la abogada.

Pero, más allá de las nuevas maneras de divorcio, Santiago Acosta comentó que el encierro causado por la pandemia agravó la violencia de género y llevó a muchas parejas a reconocer que no debían estar juntos.

“Yo pienso va a ser un poco más este año. Va a ser un poco más que el último año que tuvimos muchos divorcios”, pronosticó.

“Si ya hay la idea de divorciarse, el hecho de alargarlo o complicarlo no van a hacer que la pareja se reconcilie”, añadió.

El costo de un divorcio depende de cuánta exigencia tenga un cliente hacia su abogado. Entre más problemático y más extenso, más caro sería. Es que estos profesionales suelen cobrar entre $150 a $250 la hora, comentó Santiago Acosta.

“No se quieren casar”

Las bajas en los matrimonios en la Isla no sorprendieron a esta abogada experta en temas de familia.

“La generación ahora ni quiere tener hijos ni quiere casarse”, afirmó.

Sin embargo, expertos en boda proyectan una recuperación de estos enlaces matrimoniales ahora que llega la Navidad, así como en el 2022. Aludieron a que las restricciones por asuntos de COVID-19 se limitan principalmente al uso de mascarilla y a estar vacunados, por lo que haría más fácil el junte entre familias para una celebración.

Mayra Fuentes, quien es planificadora de bodas, comentó que ya ha realizado bodas de hasta 200 personas y proyecta más en las próximas semanas.

“Bajaron por la pandemia, porque no se podían celebrar eventos… Ahora, pues, las personas estuvieron encerradas y necesitan salir y poder divertirse. Ahora tú invitas a una persona y rapidito te contesta y te dice que sí”, relató.

Agregó que “ya se está normalizando y los clientes están llegando y ya no le tienen tanto miedo al COVID”.

El abogado Daniel Matos Meléndez, con su negocio Bodas por siempre, también estableció que ya se ha comenzado a registrar el incremento en bodas. Por ello, entiende que la llegada de lo que denominó el “high season” en bodas, entre finales de noviembre y diciembre, así como de abril a junio, registrará buenos números de celebraciones.

Matos Meléndez es un abogado notario que se dedica a las bodas. Las realiza en su oficina, en hogares y hasta en hoteles.

“Esto aumentó, los matrimonios ante notarios, que es algo que yo trabajo mucho. Ahí fue que yo vi un área de oportunidad en la pandemia y la gente dijo: ‘si no me puedo casar en una celebración grande, lo hago ante notario y adelanto ese paso’”, señaló.

Pese a que auguran este incremento en casamientos, Fuentes reconoció que la condición económica aun mantendrá a muchas otras parejas detenidas a la hora de realizar una boda.

“Ahora, una boda en cualquier lugar es bien caro y hay muchas personas aguantándose por eso. El cliente prefiero comprar una casa”, reconoció la “wedding planner”.

Según estos profesionales, el costo más económico de una boda ronda en los $25,000. Una boda de destino, en el que todos llegan a Puerto Rico a la celebración, comienza en los $40,000.

Si se va a casar con un notario, el precio promedio “en oficina es de $400 a $600, en celebración con ceremonia protocolar. Se disminuye o aumenta por peticiones”, indicó Matos Meléndez.